viernes, 8 de mayo de 2015

Como vacas sin cencerro

Hace unos años una amiga me descubrió La flor de mi secreto, de Almodóvar. La conocía, pero no tenía ganas de verla debido a la interpretación errónea del anuncio. Cuando la anunciaban en Canal+ ponían las escenas en las que Leo (Marisa Paredes) salía más destruida, las más oscuras, incluso estaban editadas de tal manera que en mi mente me monté una nueva película con el maltrato como tema principal. Al menos ese es mi recuerdo. Nada que ver. Es cierto que tiene momentos dramáticos, pero también tiene unos puntos cómicos muy buenos, como muchas de las de Almodóvar. Admiro en él esa capacidad que tiene de mezclar lo dramático y lo cómico y deseo saber hacerlo igual algún día… Ey, ey, que me voy por las ramas. Vuelvo a La flor de mi secreto.

Todo empezó porque me gustaba un compañero de trabajo. Era turco, muy educado, amable y muy muy tímido, al menos con las chicas que le gustaban. Había otros obstáculos, pero entre que a él le daba vergüenza hablar español (conmigo) y a mí inglés (con todo el mundo), nunca pasó nada. Nos veíamos, nos mirábamos y cada uno por su lado sin haber abierto la boca. Mi amiga Esther tenía algo más de contacto con él así que le pedía que me contara cosas, por si podía darme alguna clave. Pasó un tiempo y yo seguía sin tener oportunidad para hablarle a solas (el email nunca funcionó, aunque lo intenté). Y no sé cómo llegamos al día de La flor de mi secreto. Supongo que de nuevo estaba contándole a Esther que era imposible hablar con él. No recuerdo sus palabras exactas, pero fue algo parecido a: “Ese chico es demasiado tímido, a veces habla para el cuello de su camisa, seguramente es virgen [aquí mi cara de alucine y una serie de fantasías que me hicieron entrar en calor repentinamente]. Y está muy solo, es como una vaca sin cencerro”. ¿Una vaca sin cencerro? Y La flor de mi secreto entró en mi vida.

La frase en el contexto de la película es lo que se ve en el siguiente clip.


El personaje de Chus Lampreave pertenece a una época pasada, pero lo de la vaca sin cencerro puede actualizarse. Quizás te han dejado o has dejado tú, puedes ser mujer u hombre, pero el punto en común es la soledad y en qué nos convierte ese estado.

Ha habido varias vacas sin cencerro en mi vida. Como este blog es para contar principalmente cosas del trabajo, no hablaré de las que he conocido fuera de las fronteras de la empresa (ni de las vacas amigas, que también hay unas cuantas). El tema de la vaca surgió otra vez en una conversación entre Esther y yo hace unos días porque David apareció de nuevo, no para quedarse, pero sí estuvo lo suficiente como para desestabilizarme. Le conté los detalles, cómo me esperaba mientras me acercaba la segunda vez para que no pudiera escaquearme como el día anterior. Por las señales que emitía estaba receptivo, receptivo a qué, porque aún recuerdo su despedida el año pasado con un mensaje claro sin decir absolutamente nada. Y sí, a pesar de su belleza (no le he puesto David por nada), es otra vaca sin cencerro. Otro tímido, con síndrome del perro del hortelano.

Voy a volver a escribir. No escribir para el blog, que eso es algo que he conseguido hacer más o menos regularmente, sino escribir otras cosas, guiones o lo que sea. La semana que viene empiezo. Me gusta ir al paseo de la Castellana con unos cuantos folios y bolígrafo, sentarme en un banco que quede en sombra, observar de vez en cuando a la gente que pasa. El ruido de los coches es uno de esos que no me molesta y tapa las voces, que me incordian un montón. Me gustan varios bancos y, para ir a uno de ellos, tengo que pasar por delante del edificio donde trabaja David. Pasaré, aunque cuando me lo encuentro me alejo con las piernas temblando. ¿No lo tenía superado?

Estoy de acuerdo con la madre de Leo, hay que hacer cosas para encontrar el rumbo, se esté solo o acompañado. Mi trabajo es solitario, escribir es una actividad solitaria, a no ser que vayas a un taller, así que estoy barajando opciones que ocupen una parte de mi tiempo libre y pueda socializar. No me molesta no llevar cencerro (algo que agradecen mis pobre cervicales) pero ¿qué pasará con el paso del tiempo? Lo que no quiero es acabar como la Rotten.


2 comentarios:

  1. A mí Almodovar me gustaba cuando no era un multipremiado y no se tomaba tan en serio a sí mismo. El humor ha ido perdiendo en él frente al drama. Aunque las dos últimas no las he visto. Una vez lo ví por Barcelona mirando con asco a la gente por si se le acercaban, bastante cansado del público pelmazo(eso puedo entenderlo, si paseas quieres ir a la tuya y no a que te miren como en el zoológico). Sigue teniendo ramalazos de buen arte en algunas de sus películas pero a veces los Oscars lo han hecho pretencioso. "La flor de mi secreto" es una buena película, eso sí.
    Sobre lo de volver a escribir fuera de tu blog habría que decir ¿Y por qué lo dejaste? Seguro que no te hará ningún mal. Y la verdad es que escribes muy bien.
    Lo de los talleres. Hace tiempo he pensado en apuntarme a alguno. He leído mucho sobre cómo escribir pero un minicursillo me daría socialización con gente de ese ambiente. Tengo una buena vida social pero muy poco en común con los que me relaciono aunque me divierto igual. En fín...
    Saludos.

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    1. A mí también me gustan más las viejorras, aunque no lo he visto todo, ni todas las viejas ni todas las nuevas.

      Dejé de escribir justo al terminar el master, caí en una especie de agotamiento, más otras cosas que sucedieron. Y este curso, con el acoso de la Rotten, la cabeza no me daba para más.

      Los talleres son muy útiles para socializar con gente que está metida en lo mismo, se aprende un montón, la gente cercana no suele ser crítica. Y además te "obligan" a escribir, a tener una constancia. Yo busco uno hace tiempo, pero no encuentro ninguno que me guste y que encaje en mis horarios.

      Gracias por pasarte, S! :)

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