viernes, 18 de marzo de 2016

Dos días

Dos días para las vacaciones. No tengo mucho lío y me aburro un poco, pero tampoco soy capaz de terminar el libro que empecé para leer en el rato de descanso. Muerte en Venecia, un tostón, con todos mis respetos al señor Mann. He de reconocer que tiene un par de párrafos que hacen que leerlo merezca la pena aunque el resto sea infumable. Uno de ellos está ahora pegado a mi cpu. No me hace falta leerlo, simplemente lo miro, sé lo que dice, me recuerda que no debo cometer el mismo error dos veces. Y no, por dios, no se trata de enamorarme de un niño, eso es asunto del señor Aschenbach. Lo mío es tan fácil de resolver como actuar en lugar de no hacer nada.

Chica dentro de una maleta. Hada brillante
Llévame lejos... usa tu magia..., de Tonymadrid Photography
Dos días. He cogido una nueva costumbre: hacer algo de relajación (meditación me queda demasiado grande) a media tarde. Pero Sandra también ha cogido una nueva costumbre: quedarse después de su hora. Y son incompatibles. Qué curioso, ¿no? Que tenga que quedarse pero por las mañanas no pare de darme el coñazo. Esa es una vieja costumbre que ha recuperado. Como Ana ya no está en el mismo despacho que nosotras, me utiliza de amiga, de paño de lágrimas, de terapeuta, de consejera. Espero que no me pregunte si tiene que ir al baño o no porque lo va a pasar muy mal. ¡Por fin se va! Ah, no, está haciendo el tiempo… qué triste no querer salir del trabajo porque tu destino es una mierda de familia.

martes, 8 de marzo de 2016

La lucha del día a día


Hoy es el Día Internacional de la Mujer. Nunca me ha gustado este día. Primero porque se hace referencia a él como Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Yo aún era estudiante cuando me preguntaba por qué las mujeres lo necesitamos si hay ya un día del trabajador/a. ¿Y qué pasa con las que no trabajan pero están en la lucha? Segundo, porque si es necesario que haya un día para la mujer es por algo y ese algo da auténtico asco. Lo siento, últimamente estoy un poco negativa y muchas cosas me dan asco. It’s beyond my control.
R.C. Beadle, A.H. Brown, and suffragettes
R.C. Beadle, A.H. Brown, and suffragettes
Lucho en mi día a día contra la discriminación que sufrimos. Lucho contra las diferencias generacionales con mis padres (¡y lo que luché con mis abuelos!); lucho contra algunas de mis compañeras de trabajo, que parece mentira que sean mujeres y madres en el siglo XXI; lucho día a día viniendo a trabajar como mujer joven contra algunos de mis compañeros hombres, viejos y jóvenes; lucho contra mi prima cuando dice que una tía es una puta porque grita cuando folla con su novio; lucho contra mi familia y sus prejuicios; en realidad lucho contra los prejuicios en general. Y a veces no lucho y simplemente vivo y hago lo que me da la real gana como un hombre y me da igual lo que digan. Pero no todos somos iguales, nuestras personalidades están teñidas de todos los colores imaginables. Por eso, por nuestra educación (con educación me refiero a nuestras influencias, a lo que aprendemos a lo largo de la vida, no sólo lo que nos enseñan en casa o en la escuela) y por factores externos, a veces, no somos capaces de luchar.