viernes, 28 de octubre de 2016

Los hombres de La Otra

Cuando Sandra llegó al zulo aún estaba la Lolas. Por aquella época yo les contaba a mis amigos las aventuras de aquella peculiar mujer, pero como Sandra empezó también a hacer de las suyas, enseguida sus anécdotas acompañaron a las de la Lolas. Mis amigos preguntaban ¿Eso también lo hizo la Lolas? No, La Otra. Y La Otra le quedó, excepto en el blog, donde es Sandra.

Perfil de las sombras de pareja de la mano.
Silhouettes, de Nikos Koutoulas
Han pasado unos cuatro años y de pronto, sin avisar, aquella época volvió a nosotras. Muy alterada, qué fuerte, qué fuerte, y su mano moviéndose como si quisiera darme mil tortas, me anunció que Mr. Lolas acababa de enviarle un wasap. “¡Se ha casado y vuelve a España!”. Cómo le brillaron los ojos en aquel momento. Puede que su candidato a amante esté casado otra vez, pero ella se ilusionó con su regreso como si le dijera que venía a verla. Lástima que se vaya a Alicante. “Pasará por Madrid de camino, ¿no?”. Lo que yo decía, ilusionada.

Tengo que reconocer que flipamos juntas. Sandra con su punto celoso, yo con mi punto agobiado. Hace justo dos años que se divorció, dejó el trabajo y regresó a Venezuela. Y en dos años ya está casado otra vez. ¿Qué pasa últimamente con las bodas? Está mi sueño, mi primo que se casó de repente (de aquí se podría rascar… uh, lo que se podría rascar, pero sería para otro blog), Violeta, y ahora éste dando señales después de muchos meses de silencio para decir que ha repetido. ¿A ver si aquel sueño fue de alguna manera premonitorio?

Dos pájaros besándose
Birds giving love in the tube (extracto),
de Tambako The Jaguar
La pobre Sandra tuvo ese día muchas emociones. Un rato después de esos wasaps, llegó el Pájaro y se despidió. Fue en la hora de la comida. Al regresar de mi paseo me lo encontré en la puerta de la calle chateando. Levantó la cabeza, me vio y entró sin levantar siquiera las cejas ni decir ni mu. Cuando llegamos al patio se paró. Me necesitaba porque su tarjeta no funcionaba y quería mi ayuda para entrar. Entonces me dio palique. No me apetecía nada subir en un minúsculo ascensor con un tipo que me saluda únicamente por conveniencia, que no recuerda mi nombre a pesar de estar compartiendo despacho y que cotillea mi tarjeta de identificación no sé para qué, así que me quedé a enseñarle unas fotos a Circe. Cuando subí, no estaba. Ni a la mañana siguiente.

Era casi mediodía cuando me enteré de la noticia. Celia llegó un poco más tarde. Nada más entrar, a bocajarro, Sandra le soltó si sabía que el Pájaro había volado, con una pena  que la destrozaba y yo conteniendo a duras penas las carcajadas y los saltos de alegría. Lo de esta niña es tremendo. Hizo muchos esfuerzos pero las lágrimas estaban ahí, se las veía a dos metros de distancia, luchando por salir disparadas e inundarnos el despacho una vez más. Esa reacción por alguien al que conoce de un mes… ¿Seré un témpano? Si en vez de ser agua y aceite, fuéramos aceite y huevo y nuestra relación una deliciosa y suave mayonesa… No, sigo sin ver mis lágrimas por ninguna parte. Igual soy el iceberg que condenó al Titanic.

Al día siguiente, sin venir a cuento nos soltó que el Pájaro nos vendrá a visitar algún día. Debe de ser que lo tiene en sus pensamientos a todas horas. Por mi parte, espero que avise, para irme. Y si viniera de sorpresa, me largaría igualmente. Lo bueno, es que esas promesas normalmente se escapan por los agujeros de los bolsillos. Empezará con su rutina, no le vendrá bien desviarse, pasará el tiempo y se olvidará de venir. Al fin y al cabo, es muy fácil olvidarse de alguien del que no sabes su nombre.

2 comentarios:

  1. Hay tantas microhistorias aquí que es difícil ir solo a por una. Lo del pájaro es muy cierto. Se olvidará. Un mes de compañía laboral no es nada. A veces incluso años de colegas no sirven para nada. Llorar por eso es como prepararse para llorar mucho el resto de nuestra vida. Y tu última frase es pura ironía que nos demuestra dónde ponen unos los sentimientos en el trabajo y donde los ponen otros(o más bien que van al trabajo sin sentimiento alguno).
    Lo de la alegría por ese hombre que vuelve a Alicante... Es que no lo pillo. Eso sí es aferrarse al clavo ardiendo de la más pura y pequeña esperanza. Madrid es enorme y alguien hay mejor por ahí para que esta mujer se ilusione. Pero bueno. Que se alegre mientras pueda. A lo mejor hasta pasa por Madrid a comprarse unos calcetines y visitarla.

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    1. Sí, hay muchas cosas aquí, pero no fui capaz de desarrollarlas por separado. Sobre el Pájaro, era un auténtico pasota. Detrás de esa fachada de campechano, había un ego grande como una torre. De mí ni se despidió, y a ella se lo dijo porque le alimentaba el ego pero ella tampoco era nada para él, sólo una groupie. Aunque quién sabe, igual me sorprende y todo.

      Yo tampoco entiendo su alegría porque vuelve Mr Lolas. Cuando trabajábamos juntos yo no podía ni decirle hola. Estuvo seis meses sin hablarme porque lo saludaba, tantos celos tenía. Y ahora debe de pensar que va a dejar a su mujer, estando en plena luna de miel, para venir corriendo a sus brazos, que lo único que le dieron fueron una frieguitas en el hombro. Pensaba que era enamoradiza, pero me quedé corta. Y también pensaba que yo era enamoradiza, pero al lado de esta... uf, también me quedo corta jajaja.

      Un abrazo.

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