La chaqueta de forro polar de color rojo iba acompañada de
un tufillo rancio que, sin provocar arcadas, desagradaba. El vagón fue tragando
gente en cada estación y se vieron obligados a juntarse más de lo necesario.
Una tos del tipo de rojo esparció otro olor: el del aliento cargado de alcohol.
El que iba a su lado sintió cierta pena. Ir a las ocho de la mañana acompañado
de esos dos olores no decía nada bueno del tipo de rojo, eran la señal de una
vida triste y dejada. Podía estar equivocado, claro, al final lo único que
estaba haciendo era imaginar y suponer muy a la ligera, dejándose llevar por el
rechazo de su nariz a aquella compañía temporal.
A ratos emergía un tercer olor: lavanda del suavizante que
usaba su novia. Solo durante uno o dos segundos podía zafarse del aplastamiento
del olor rancio y del olor a alcohol, pero era suficiente para que su mente
dejara aquel vagón y volara, no solo a otro lugar, sino a otro tiempo. Al fin
de semana que habían pasado juntos, al momento en que una ráfaga de viento le
robaba la bufanda, al instante en que ella la recogía de un arbusto después de
ganarle la carrera, al segundo preciso en que juntaron sus labios en un beso
entre risas. Y otra vez la tos que traía el olor a alcohol para traerlo de
vuelta de sus ensoñaciones. Al menos se tapaba la boca para toser.
un texto lleno de naturalidad y donde la banda sonora Dorotea le hace vibrar , encantado por lerte nis saludos . jr.
ResponderEliminarGracias por pasarte y por tu comentario, José Ramón. Me alegra que lo hayas sentido así.
EliminarSaludos.
Entre la imaginación y la realidad. Pero con preponderancia de la segunda. Me temo que me has hecho acompañarte y creer que estaba al lado del polioloroso. Pero tu imaginación es la clave y la salida. En una frase, la de la bufanda, hay una historia completa. Un abrazo
ResponderEliminarLo siento, Sergio. No es muy agradable llevar a un personaje como este ni como compañero de tren ni de lectura. Quise imitar a El perfume. :D
EliminarUn abrazo.
Pues me parece muy triste sinceramente...leído me parece triste, porque sí, imagino la vida de esa persona, y no, no debe ser muy feliz.
ResponderEliminarLuego, aparto mi lado empático y que me da pena todo y saco mi parte jodida, que la tengo, y no puedo evitarla. Y pienso que tampoco uno tiene la culpa y que viajar durante una hora o el ratito que sea con alguien a tu lado así...pues que molesta mucho. Y es fastidioso.
Cuando tengo que tomar el subte aquí en Bs.As. me pongo de los nervios...aquí las distancias son tremendas y a todos lados tardas mucho...son insoportables los viajes algunas veces. Apiñados, con olores varios y conversaciones estúpidas. No sé...me estaré haciendo mayor y tengo menos aguante, aunque ya te digo me salga la vena comprensiva...hay veces que es superior a uno.
También creo que su vida no es muy feliz, por eso su compañero de viaje siente pena. Pero fíjate que me has hecho pensar la historia desde el punto de vista del tipo de rojo e igual él no piensa lo mismo. Es algo que debería explorar con un poco de tiempo. :)
EliminarUn abrazo.