martes, 5 de diciembre de 2017

Los retrasos del tren: ¿colapsan ellos o colapso yo?

A lo largo de estos años de blog he intentado evitar el tema de los retrasos en el tren porque es algo que me enerva y me crea muy mal rollo. He hablado del hombre con coleta, de Diego, del flautista de Hamelín, de los atentados del 11M, del hombre murciélago y muchos de los cuentos de Lo que me inspira la música surgieron también en un vagón. Solo una vez comencé hablando de los retrasos para llevarlo al terreno de la ofi, al fin y al cabo las dos empresas funcionan de manera parecida. Por eso tiene etiqueta propia, aunque no estoy segura de que todo lo relacionado con el tren esté etiquetado como tal.

Durante diez años he estado cogiendo el tren a diario. Hasta que hicieron la reestructuración de líneas cogía dos, ahora solo uno, pero no hay mucha diferencia. Antes, en el segundo tren me tocaba ir como una sardina de pie y ahora me toca ir como una sardina sentada. Tardo lo mismo porque hay los mismos problemas o más. La frecuencia supuestamente ha aumentado, pero las vías de entrada a Atocha han disminuido así que el tapón que se forma es descomunal.

La mayoría de los retrasos son por ese tapón y no serían significativos si no fuéramos con prisa a trabajar, a fichar o a coger otro transporte. Sin embargo, desde hace unos meses la situación es algo más problemática. Hay averías todos los días, a veces varias y a veces muchas y los retrasos han pasado a ser de diez minutos en vez de cinco. En mi trabajo tengo la posibilidad de entrar a las nueve o a las nueve y media. Desde hace un año he tenido que empezar a entrar a y media (retrasando la salida, con lo que eso conlleva) aun saliendo de mi casa a la misma hora. Son unos cerdos y los odio. Y ya el mal rollo está haciendo acto de presencia.

En realidad, si no me falla la memoria, esto empezó en el verano del 2016, probablemente antes, solo que es como un maltrato. Primero aguantas el insulto que son los cinco minutos. Poco a poco se van agravando hasta llegar a los diez. De vez en cuando vienen las hostias inesperadas de quince, veinte y veinticinco que terminan por hacerse habituales. Y finalmente llegan las palizas, con retrasos de media hora y más que se complicarán cuando los pasajeros lleguen a su destino final más allá de la estación: no poder fichar, despidos, suspensión del sueldo, no poder entrar en clase, no poder hacer un examen, perder la consulta del médico.

Yo pensaba que los incidentes gordos habían empezado la semana pasada (lunes 27 de noviembre de 2017), pero buscando información estoy viendo que todo es anterior. Tan provocadores son que el 5 de noviembre (“por suerte” estaba de baja y no me enteré), la gente saltó a las vías tras llevar casi media hora encerrados sin noticias de dios. Porque a veces, lo único que pedimos es saber y que el problema quede registrado para que nuestra palabra valga algo. Además, hay que tener en cuenta que cuando alguien va en uno de esos vagones a reventar, va nariz con nariz con extraños, incómodo, sin casi respirar, con un calor agobiante aumentado por la calefacción, puedes llegar a desmayarte. Lo extraño es que no pase más a menudo tal y como están los ánimos, más extraño es que no pasara ayer.

Esta es más o menos la secuencia del 4 de diciembre. Se puede buscar la noticia, pero no esperéis encontrar la verdad absoluta. Yo me voy a guiar por lo que han ido publicando en la cuenta de Twitter de Cercanías Madrid que, por lo que viví personalmente, se acerca bastante a la realidad.

5:00h: avería en Sol. Cierre de la estación. Líneas C3 y C4.
8:05h: avería en la C5.
8:55h: apertura de la estación de Sol.
11:00h: avería entre Príncipe Pío y Delicias. Líneas C1 y C10.
13:30h: averías subsanadas. Los trenes circulan con ligeros retrasos.
14:20h: avería en Chamartín. Líneas C1, C7 y C10.
17:45h: demoras en las líneas que van al aeropuerto.
19:30h: no hay incidencias significativas.
20:00h: avería en las instalaciones de Valdemoro. Línea C3. Daños colaterales: C4 y probablemente C5.

Como veis, todo el día. Pero hay una cosa que llama la atención y, si conocéis Madrid, ya habréis visto. Las incidencias sucedieron en las principales estaciones de la ciudad: Sol, Chamartín, Príncipe Pío y el aeropuerto como destino relevante. Atocha estuvo al borde del colapso porque todas las líneas pasan por ahí. Ahora que nadie diga que esto no le hace volverse un poquitín, aunque sea solo una pizquita, conspiranoico.

Y aún queda el día de hoy, 5 de diciembre. Son las cinco menos veinte y ya ha habido dos averías gordas en las líneas C3 y C4.

6:56h: avería en Nuevos Ministerios (¿se celaban porque no tuvieron nada ayer?). Líneas C3 y C4.
7:00h: retrasos en C5 destino Humanes.
11:21h: se restringe la circulación del túnel de Sol hacia Nuevos Ministerios (cuatro horas y media después del aviso de avería).
14:09h: aviso de obras en Sol durante la noche del 7 de diciembre (tan solo recordar que en agosto estuvo cerrada. Sospechamos que no hicieron nada y también sospechamos que ahora ha pasado algo más gordo de lo que cuentan).
15:00h: avería en el túnel de Sol. Líneas C3 y C4.

Como ellos no avisan de los incidentes que no son significativos, a estas secuencias probablemente habría que sumar alguna cosa más.

Día tras día te vas hartando sin poder hacer nada. A mí no me queda otro remedio que coger el tren. Podría cambiarlo por el metro o el bus pero, además de que el viaje sería media hora más largo, tampoco son perfectos. De hecho, al menos en el Metro también se han lucido estos días. Estos retrasos continuos hacen que la credibilidad de los pasajeros como trabajadores sea nula. Yo, siempre que el retraso supere los diez minutos, pido un justificante, pero los jefes no siempre los admiten. Para ellos puede pasar algo un día, pero no una semana seguida. Al mismo tiempo, como comentaba antes, te vuelves suspicaz, conspiranoico. Evidentemente hay recortes, menos personal para revisiones técnicas, pero una vez un maquinista me contaba que si ellos quieren parar la circulación, la paran. Igual que hacen en los momentos de huelga, provocando paros los días previos. ¿De verdad creen que no nos damos cuenta de la jugada? Pero todavía no he visto que abran los tornos para que todo el mundo pase gratis.

Sé que mis palabras no sirven de nada, pero necesitaba quitármelo de dentro y sobre todo que esté disponible para quien le interese o quiera saber. Estos días el colapso ha sido tal que ha salido en la prensa, incluso en la televisión regional. Normalmente no sale nada. Como con muchos otros sucesos prevalece el silencio.



6 comentarios:

  1. Pues yo, siempre que he tenido problemas con los transportes no he podido evitar escribirlo. Creo que son de lo que más exaspera a la gente. Lo que cuentas de ser una sardina nariz con nariz me parece espeluznante. A mí que ya de por sí no me gustan las aglomeraciones suaves, las que cuentas son dantescas. No sé dónde leí que ciertas incidencias como suicidios en las vías son muy frecuentes pero nunca se anuncian por megafonía, obviamente. Pero también es obvio que esos retrasos continuados que dices son por motivos distintos. La prensa no se haría eco de eso si no fuera verdaderamente grave.
    A veces lo peor de un día de trabajo es intentar llegar. Te deseo unas prontas minivacaciones. Pero sobre todo un restablecimiento del servicio urbano a niveles aprobados por la legislación en derechos humanos. Saludos. Y mi pésame.

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    1. Un compañero de clase, cuya madre trabajaba en Cercanías, me dijo que todas las semanas hay un suicidio. A veces sabes que lo hay cuando por megafonía dicen que el tren está parado porque la estación de destino ha sido desalojada para que entren los cuerpos de seguridad... y otra expresión que ahora no recuerdo refiriéndose al juez. Si ha habido arrollamiento sin muerte lo dicen claramente y pasa muy a menudo.

      Sí, para mí últimamente lo peor es el viaje. Me encanta donde vivo, no me quiero mudar y tampoco quiero conducir, que me produce aún más estrés y tampoco es que me vaya a ahorrar mucho tiempo. La última de hoy es que han recortado la frecuencia a la de un día festivo por el puente. ¿Qué puente? Es laborable y que la gente no vaya a trabajar no quiere decir que no coja el tren. ¿Y la campaña navideña, y la contaminación? Estoy desesperada.

      En fin, que gracias por tus buenos deseos. Espero que tú también tengas un feliz fin de semana largo :)

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  2. Los retrasos de trenes y autobuses los vivía en mi época de universidad, cuando tenía que desplazarme obligatoriamente a la gran ciudad. Pero claro está que ni punto de comparación con lo que cuentas, porque la frecuencia que yo utilizaba estos transportes era muchísimo menor.

    Una de las pocas cosas buenas que puedo decir de mi pueblo, es que me lleva a lo sumo diez minutos llegar al trabajo en coche, cinco si no hay mucho tráfico. (Para que te hagas una idea, este año que ha empezado el peque el cole, con la que se lía en el cole a las 9, sólo llego 15 o 20 minutos más tarde, y por supuesto yo también los tengo que recuperar). No sé si a estas alturas de mi vida sería capaz de acostumbrarme a ese ajetreo que cuentas, con el estrés que ya me produce el pensar que tengo que ir a trabajarse le uno los problemas de transporte seguro que me quedo a medio camino y ese día no ficho. ;-)

    Respecto a la conspiración, es lógico pensar que la hay. Tal vez se una todo lo que cuentas. Yo en tu lugar, aunque detesto conducir, probablemente es la decisión que tomaría, con tal de no tener pegada mi nariz a nadie. No soporto las aglomeraciones, ni las esperas y mucho menos los olores ajenos. Animo!!

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    1. Ay, los colegios. ¡Eso sí es el terror! :D

      Cuando vivía en casa de mis padres sí conducía. Empezando que allí el transporte es casi inexistente y luego que sin coche habría sido imposible seguir el ritmo del ajetreo que llevábamos mi madre y yo en aquella época. Pero aquí, para mí no es opción porque la carretera que me traería se pone aun peor que el tren. No creo que llegara tampoco a tiempo. Y luego el aparcamiento, que me arruinaría. Así que al final, a pesar de todo, el tren es la mejor opción.

      Pero que conste que coincido contigo cien por cien con tu última frase :)

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  3. Fijate desde que vivo en este pais USA jamas tome un colectivo
    Gracias a Dios. Mucha gente toma el tren para ir a la ciudad Yo nunca lo hice...Prefiero la comodiad del auto que me lleva a donde quiero
    Tu texto como siempre una maravilla querida

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    1. La verdad es que el coche es comodísimo. Por un lado lo hecho de menos, por otro me gusta disfrutar de mi libro en el tren. Ojalá me gustara conducir.
      Un abrazo y mil gracias por tus palabras.

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