miércoles, 14 de febrero de 2018

El desastre del ranking

Global Growth, con piezas de Scrabble
WORL BANK, de Marco Verch
A pesar de que siempre me estoy quejando de aspectos de mi trabajo, la vida aquí no es del todo mala. Además, mis críticas son constructivas, otra cosa es que las mencione en el blog o que les hagan caso cuando puedo opinar en la empresa. Los sueldos de las escalas bajas no son tan mierda como en otros sitios, no fichamos (aunque a mí me encantaría a pesar de los retrasos del tren), tenemos vacaciones bastante más largas que la media, siete días de libre disposición y cierta estabilidad. Y dependiendo del jefe/a que tengas, puedes llevar una existencia hasta agradable. El problema de esto es que la gente se acomoda, se asienta en su propia felicidad, ignora lo que hay fuera y, cuando se cuece un problema, en vez de encararlo para cortarlo de raíz, se intenta tapar o poner parches para que parezca que todo sigue igual de “perfecto”.  Entonces explota y todo el mundo se da cuenta de que en la Ciudad Esmeralda, las cosas son blancas y no verdes.

La empresa ha estado viviendo unos años de crecimiento. Primero fue bestial al inicio de la crisis. Cuando la euforia por hacer cursos terminó y, sobre todo, la gente se dio cuenta de que aquello se estaba alargando más de lo previsto y debían ahorrar (o directamente se habían quedado sin pasta en la cuenta), la empresa empezó a decrecer al mismo ritmo que había crecido. Eso empeoró porque hacía poco tiempo que había comprado a la Empresa B y esta tenía problemas económicos importantes después de una reestructuración bastante profunda. El resultado: congelación de sueldos y despidos. El viernes todos entrábamos en nuestra oficina temblando porque sabíamos que se irían a la calle una media de diez personas y la manera de comunicártelo era encender “tu” ordenador y ver que tu usuario ya no estaba activo. Fue el peor año. Sin embargo, poco a poco y a medida que la Empresa B empezó a mejorar, la Empresa A empezó a estar un poco más suelta de nuevo. Regresaron los añorados aumentos (según el IPC, no os emocionéis), las nuevas incorporaciones y una alianza con una empresa internacional muy reputada en el mismo ámbito en el que trabajamos. Todo parecía ir viento en popa. 

Justo el viento fue el problema, junto a los parches, no olvidemos los parches. Cuando el viento te da en la espalda avanzas sin enterarte aunque tus huesos, tus músculos y hasta tus tripas estén a punto del colapso. Tampoco voy a ser trágica, la empresa no está a punto del derrumbe económicamente, pero sí ha hecho algo mal: la hemos cagado en un ranking. Ay, los rankings, esas maravillosas listas que parecen dios. Si estáis leyendo estas líneas sabréis que yo soy un diablillo y los diablos y dios no se llevan muy bien. Eso es todo lo que voy a decir de los rankings en este escrito, pero en el mundo en que vivimos, apariencia y postureo son lo que importa y, para algunas empresas, aparecer en un ranking es como tener cien millones de seguidores en Instagram o ser el primer anunciante después de las campanadas por mucha menos pasta. No puedo negar que son una fuente de publicidad, positiva y negativa cuando te descalabras. Y eso es lo que ha pasado.

Due to recession festival closes at 5pm today
Recession hits Glasto - Glastonbury 2013, de Mistersnappy
 Hace unos días el desastre se coló por las grietas de las paredes: la empresa no aparecía en uno de los rankings más importantes (por no decir el más) del sector. Patada y fuera. La noticia corrió como la pólvora en las publicaciones especializadas, nacionales e internacionales. Primero porque llevábamos en ese ranking (ay, madre, “llevábamos”, empiezo a tener pensamiento corporativo, horror) desde la primera edición, segundo porque estábamos (mierda, otra vez) entre los diez primeros puestos a nivel mundial y entre los cinco primeros a nivel Europeo. Y si me concedo esa primera persona del plural, que tan poco me gusta, es porque he puesto mi granito de arena en los últimos años para que esto aparezca en el top ten.

No solo contribuyo con mi trabajo del día a día. Varias veces al año entrego documentos y datos al departamento que gestiona este asunto. Ya digo desde ahora que el fallo no ha sido mío. Siento si parece que me quiero deshacer del muerto, pero está reconocido por la empresa en un comunicado que el fallo ha sido de otros así que no voy a dejar la duda en mi texto. El problema es que no ha habido suficiente porcentaje de participación en una encuesta, presuntamente, por un fallo en la gestión de los datos. No es que los destinatarios no quisieran participar, sino que los emails nunca les llegaron. Y ese fallo en la gestión lleva mucho mucho mucho tiempo coleando. Por supuesto, han rodado cabezas: dos empleados supuestamente responsables directos de esos datos. Y al jefe del departamento se le ha pedido la dimisión.

Quizás es lo que tuviera que pasar. Si eres el dueño y no tomas medidas estás dando pie a que la gente se descuide (aún más) y vuelva a suceder. Pero no dejan de causarme mucha tristeza esos despidos. Probablemente esos empleados hicieron lo que su jefe les pidió igual que yo hago lo que mi jefa me pide, quizás solo son cabezas de turco y, seguro, son justificaciones para los clientes y la opinión pública. Y su jefe, ¿por qué no fue despedido también? (pregunta retórica, ya nos imaginamos por qué). El tema es que todos estábamos desolados por esta situación, excepto Sandra, que estaba feliz. “Me alegro mucho de que los despidieran” y los ojos le brillaban mientras lo decía justo después de haberse pasado la mañana viendo vídeos en el ordenador, riéndose a carcajadas aprovechando que no estaba Sara Pestes y organizándole la vida amorosa a Ana.

Cambio en la clasificación, SD Europa
Fotos SD Europa 19_06_10 (15)_ , de Javier Alonso Huerta
Desde luego la situación es de incertidumbre. La gente usa los rankings como referencia para tomar sus decisiones. La empresa todavía está incluida en muchos otros y tiene una marca fuerte. Si se trabaja con eficiencia y se evitan los errores, no tiene por qué salir de los otros, pero no se sabe cuánto será el dinero que pierda en el próximo año. Mientras tanto, haré mi trabajo lo mejor que pueda o lo mejor que me dejen. Y como no puedo deshacerme de esta imbécil, solo pido tener la paciencia necesaria para seguir aguantando sus sandeces y su mal compañerismo. Es una pena que los rankings no evalúen eso, en realidad no evalúan muchas cosas que importan. Y lo que definitivamente he decidido es que no voy a tomar café con ella nunca más. No creo que se olvide de mí, pero es lo más cerca que yo estaré de olvidarme de ella. 

8 comentarios:

  1. Leyéndote, me doy cuenta de lo difícil que sería para mi trabajar en una gran empresa y trabajar con más gente. Mis trabajos han sido siempre codo con codo con el jefe "supremo" y una o dos compañeras. No más. Las broncas nos las comíamos a la cara y si había alguien que se iba a la calle te lo decían a parte y en un minuto se enteraba todo el mundo. Luego pasé a trabajar sola.
    Me da un no sé qué cuando te leo o cuando una amiga mía (que trabaja en una multinacional) me contaba cómo las gastan los compañeros, los rankings de los que hablas, los objetivos etc,etc...y la manera de despedir a la gente...horrible.
    Me imagino que como todo tiene cosas buenas y cosas malas trabajar en un lugar así, lo que llevaría mal es lo de la compañera. Es una mala persona, por no pegarle un insulto que no creo que ni estuviera a su altura, creo que ya no le valen los insultos, creo que no es buena persona y punto. Yo...haría como tú, ni un café. Y en eso supongo deberás mantenerte firme. Un café hace que muchas veces se complique la relación en el trabajo, quizás en horas bajas puedas decir algo personal que acabará en tu contra...Nada de cafés en el trabajo y menos con gente que no te interesa. El trabajo al fin y al cabo es eso: trabajo. Puedes hacerlo más ameno, menos traumático pero de ahí a ser amigos en la oficina...pues que quieres que te diga.
    En un trabajo, evidente que puedes encontrar un@ amig@ para toda la vida, pero no creo que sea tu caso con estos personajes tan empáticos y tan amables que nos describes...No quiero darte el pésame por tus compañeras...pero que me dan ganas...
    perdón por el rollo...pero es que podría extenderme, que te entiendo a la perfección, de verdad.
    Lo único que puedo hacer es mandarte un besazo gigante y mis más buenas vibraciones para que llegues a final de mes con una sonrisa de más y un poco de menos malos rollos.
    Mua!

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    1. Qué va! Me ha encantado tu comentario, no solo porque estoy totalmente de acuerdo (jajaja) sino porque de eso se tratan nuestros textos, inspirar a otros... y sentir un poco de empatía, tan carente aquí. No puedo añadir más que gracias por tus ánimos.
      Un abrazo enorme.

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  2. No podemos olvidar que la palabra trabajo viene de "tripalium", aquel antiguo instrumento de tortura.

    Saludos.

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    1. No tenía ni idea! Eso lo dice todo. :)
      Gracias por pasarte.

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  3. Qué interesante. Nunca me había parado a pensar en lo importante que puede ser un ranking. Incluso para justificar despidos. Y ese sí es un problema de las empresas fuertes o de los buenos puestos de trabajo. Si eres un trabajador no especializado te pueden perdonar hasta quedarte un día dormido en el trabajo. Pero a esas alturas de responsabilidad no se te perdona ni que cumplas con lo que tu jefe te manda aunque el error sea suyo. Siendo positivo diría que en la calle hay más empresas para un buen currículo y que a veces en un lugar que tal vez parezca peor, encuentres tu felicidad laboral. De todas formas crucemos los dedos y esperemos que tú sigas ahí largo y tendido. Yo también estuve una vez en un sitio del que me quejaba mucho pero que no me disgustaba tanto y luego lo añoré. Buen fin de semana.

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    1. Tengo la intuición, por no decir certeza, de que los rankings mueven millones. Y lo curioso es que a mí me parecen el mayor postureo después de la publicidad (en realidad no dejan de ser una rama más de la publi). No solo influyen en los despidos. En algunos países, los rankings universitarios son ya los que deciden el presupuesto dedicado a las universidades. Gravísimo, cuando uno de los puntos es el número de premios Nobel. Una universidad puede ser joven, por tanto no tener premios Nobel y ser en cambio excelente.

      Como decía, sí, a pesar de todo lo que pueda parecer estoy contenta. Quizás tendría que escribir más entradas positivas para que mi visión no esté tan sesgada, pero es que lo que me inspiran mis compañeras es lo que es. :D

      Un abrazo y buen fin de semana para ti también.

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  4. Dorotea con tu entrada me recordaste una época de mi vida en que se presentó la misma situación, nosotros al que despedían lo llamábamos "A fulano le han dado el ácido" porque todas las cartas empezaban : Señor(a) X ha sido un placer contar con su valioso trabajo durante este tiempo...
    En cuanto a los rankings es así, tal cual lo describes y ahí no hay mas que hacer sino seguir trabajando muy duro y comprometidos con la empresa, si todos reman en la misma dirección seguramente muy pronto volverán al top ten.

    Besos

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    1. Iris: lo del ácido suena a mafia, jajaja. Pero es así como uno se siente en esos momentos.
      Sí, no queda otra que seguir. Pero me gustaría que algún día una de las empresas grande dijera: "soy lo suficientemente buena como para pasar de esto, lo dejamos". Daría el pelotazo. :)
      Un abrazo.

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