viernes, 23 de marzo de 2018

En el centro del patio


Está en medio del patio casi vacío, solo hay un par de coches y unos cuantos pajarillos buscando algo para desayunar. Mira a su alrededor mientras avanza hacia el edificio. Frente a ella, desde una indiscreta ventana del primer piso, Diego la mira con descaro, sus ojos oscuros lanzan un mensaje que ella recoge y comprende, pero no puede responder porque, desde su atalaya del tercer piso, su jefa la observa con atención desde las sombras. Él se queda sin recibir nada a cambio. Esta es su rutina matutina desde hace diez meses y, a pesar de no recibir respuesta, cada día insiste e insiste en mirarla y en seguir cada paso que la chica da a través del patio vacío.

En la entrada, a su espalda, se ha quedado el Guardián vigilando la puerta o lo que haya que vigilar. A salvo en su garita la saluda con la mano y una sonrisa, a veces un hola y una sonrisa, siempre amable, nada más. Ella tampoco ofrece más que sonrisas amables y sinceras, aunque quisiera entregar algo más. Él no se deja. Si está en el exterior siente inseguridad y esquiva las miradas de la chica dirigiendo sus ojos color miel a un lado, al suelo, a cualquier parte excepto a ella.

viernes, 2 de marzo de 2018

Diario de un "Ascenso" (8): El acoso

Cabinas de teléfono, Londres
Telephone Box London, de Sacha Fernandez


Martes 27 de febrero de 2018

18:42h.

Suena el teléfono. Recordaba en mi entrada anterior que todas las del diario de la Rotten comienzan con una llamada de teléfono suya o directamente con su persona apareciendo en la puerta. Dando el coñazo, vamos. Ésta no es una excepción, solo que esta vez tengo el teléfono a la vista y me acuerdo de mirar la pantalla. Sí, la miro y veo su nombre: Ascensión. Y no cojo.

No lo cojo solo porque esté hasta el culo de ella, porque me amarga, por la desgraciada historia que tenemos en común, sino porque ella cree que salgo a las seis y media (18:30h), así que ¿qué porras hace llamándome doce minutos después? No se limita a que suene un par de veces para que quede el registro y yo le conteste al día siguiente. No, ella no admite un no por respuesta así que lo deja sonar a ver si por un casual tengo telepatía y puedo darme la vuelta para atenderla.

He quitado el sonido, me duele muchísimo la cabeza. Ver esa pantalla iluminada cuando debería estar apagada me cabrea, me intensifica el dolor. Miro para otro lado e intento ignorarlo. Solo pienso en recoger.