viernes, 11 de mayo de 2018

La ruta de los cajeros



Por la tarde tenía que hacer unas compras y aproveché la hora de la comida para acercarme a un cajero. Desde hace un par de semanas tenemos una hora para comer y salimos una hora antes, así que elegí una oficina que me queda a diez minutos. Al llegar al primer cruce vi a lo lejos al Guardián de la puerta hablando con la chica de la limpieza delante del edificio que le toca este mes. Se me puso un nudo en el estómago provocado por la contradicción, una mezcla extraña provocada por una bofetada de celos porque no era yo la que estaba hablando con él, celos por alguien a quien apenas conozco (con el dato curioso de que no soy una pareja celosa, a ver por qué porras siento eso por un desconocido), más el rechazo a encontrarme con él y que mis hormonas se vuelvan a alterar solo por un saludo.

Sin dudarlo cogí por la calle de al lado, que no es paralela y me hizo dar una pequeña vuelta para llegar. Justo hoy que había salido dispuesta a pasar por delante de ese edificio aun sabiendo que Fernando P. podía salir o entrar porque es ahí donde trabaja. Porque era una ruta que hacía muchas veces en mis caminatas y he dejado de hacerla para no tentar a la suerte. Me gusta cambiar las rutinas, pero no huir. Así que decidí mientras avanzaba por el camino alternativo, que regresaría por la calle que había evitado. Ningún encuentro, deseado o no, iba a hacerme desistir.

Con esos pensamientos llegué a la esquina donde antes estaba el banco. Encontrar en su lugar algo que creo que era un local de comida me enfureció. Primero, porque me he quedado sin oficinas cerca del trabajo ya que la mía la cerraron hace unos meses, un poco antes que esta, supongo. Segundo, porque tendría que ir a una tercera que no está mal localizada, pero que con ese paseo previo me quedaba fatal. Miré el reloj, eché cuentas y no, aquello no cuadraba ni haciendo trampas. Tercero, porque adiós a mi retorno por la calle polémica del principio. Adiós a Fernando P. Adiós al Guardián. Adiós a las hormonas alteradas.

Al fin llegué casi asfixiada por el apuro y el calor. Había pasado por delante muchas veces pero no recordaba que el cajero era exterior. Menudo asco. Los de las oficinas cerradas eran interiores y con un pestillo que me hacía sentir a salvo, que me protegía incluso de otros clientes cotillas de miradas asesinas que querían estar dentro al mismo tiempo que yo. Al asco que me produjo ese hecho, se unió la desesperación por verlo ocupado. Un minuto, dos, tres, cinco. No es que fuera mucho tiempo pero ya era mi hora de entrar y todavía tenía que regresar. Quién sabe qué hacía aquella mujer, que ni tecleaba ni tocaba la pantalla, pero de pronto vi que movía las manos, no sacó dinero en ningún momento, pero apareció algo peor: una libreta. Como empezara a actualizar, podía morirme así que me fui.

Llegué tarde a la ofi, así que recuperé tiempo a última hora y me fui directa al banco que queda cerca de mi casa, que además tiene cajero interior. Bien, vía libre. Con los billetes en la mano salí pensando que menos mal que salgo un poco antes, que a pesar de haber tenido que quedarme un rato y haber pasado a sacar dinero, aún me da tiempo a hacer los recados. O no, porque llegué a la tienda y estaba cerrada. No podía ser de otra forma para terminar un día completo.

11 comentarios:

  1. ¿Se pueden sentir celos por alguien a quién no conoces? Si quieres conocerlo de un modo más íntimo sí. Especialmente porque en principio está menos seguro que tu pareja. Pero vamos, que solo estaba hablando con la de la limpieza.
    Tu periplo desafortunado hasta el cajero es casi angustiante pero más por el mal rollo que llevas encima que por lo que te ocurre. Pequeñas contrariedades que ya habrás olvidado. Aunque parece que se unen todas para amargarte un día. En esos casos se recomienda remontar la corriente, no convencerte de que todo está mal, sonreír como si eso no fuera contigo, seguir intentándolo hasta que te sacudas el "mal fario"... o esperar al día siguiente. Pero imagino que a estas alturas ya has tenido de todo y espero que bueno. Te ha dejado al menos esta historia tan bien escrita como lo que siempre viene de tu creativo cerebro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Tú crees, S.? A mí esa punzada en el estómago me dejó pensando si eran realmente celos o que la comida me había sentado mal. Y sí, supongo que era lo primero.

      El resto del periplo, como dices, olvidado, solo es carne de drama para contar una historia. En el momento se pasa fatal pero luego consigo escribir algo y al menos tengo una recompensa. :)

      Un abrazo.

      Eliminar
  2. Fascinante lograste en pocas palabras lo lograste
    un texto perfecto fácil de leer y posible.
    Los celos salen de adentro de nuestra alma besos desde Miami

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé de dónde salieron los míos, Mucha, pero de muy hondo muy hondo porque no sabía que existían. :S
      Muchas gracias por tus palabras, tan bonitas como siempre. Me alegro de que te haya gustado.
      Un beso.

      Eliminar
  3. Lo de los cajeros es algo que creo que a más de uno también nos trae quebraderos de cabeza...yo al menos me incluyo :) He visto que en más de una ocasión me ha llevado tiempo encontrar el mío porque no había ninguno cerca o incluso he tenido que pagar comisión porque no me merecía la pena ir en búsqueda de mi banco por la distancia. En cuanto a los celos, creo que igual fueron efímeros como lo que dura el fijarte en una persona que apenas conoces (parece que se queda ahí) hasta que te fijas en otro igual de interesante... Aunque mientras dura, eso de ruborizarte por un saludo es incómodo pero te deja un cosquilleo divertido jeje Un beso!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y como tu tarjeta sea de un banco pequeño o muy local, apaga y vámonos. O como quieras cajeros internos, como yo. Puede ser toda una aventura.

      Y sobre los celos, duraron un poco más en el pensamiento porque mientras caminaba ya pensaba en escribir esto y mientras los tienes en la mente, parece que se resisten a morir, jajaja.
      Un beso.

      Eliminar
  4. Que suerte el tener el cajero tan cerca!!! mi banco ha decidido que me vuelva loca cada vez que tengo que ir a sacar dinero, porque apenas hay cajeros y no se a que están jugando porque cada x meses cambian la oficina de sitio, con lo que, una de dos, o me toca buscarlos por toda la ciudad o hago como siempre que no llevo ni un euro encima!

    También te sigo por aquí como puedes ver, y que conste en acta que no soy una acosadora jajajaja, es solo que he visto este más tarde :-P

    https://similocuramedeja.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja, pues en realidad este es el principal, pero vamos, que ninguna obligación. ;)
      El tema cajeros es imposible de entender. Sobre todo desde la crisis ha habido un baile de oficinas continuo. Y como tu banco sea pequeño, olvídate. Yo la mayor parte del tiempo también voy sin dinero porque según la zona me cuesta mucho encontrar uno.
      Saludos y gracias por pasarte por aquí también.

      Eliminar
  5. Dorotea
    Me apunto esa película porque, aunque has dicho que era floja, veo que te ha inspirado. Que puedo decirte tu sentido del humor es único me hiciste sonreir
    Por tu gran habilidad como escritora

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. :) Es que a veces caigo en la tristeza con facilidad, así que intento reírme un poco de mí misma. No sé si lo consigo.
      Un abrazo y gracias.!

      Eliminar
  6. Es por eso que transformé la pasion de alguien y mia
    en un blog de fotografia
    jajaj
    es facil
    mil besos

    ResponderEliminar