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martes, 21 de noviembre de 2017

La gran teoría de las llaves maestras

Dos llaves de oficina
La pareja de la cajonera, de Dorotea Hyde.
Enlazadas en rojo. Estábamos predestinadas. 
Me encanta cuando la gente se pasa de lista y a continuación se la pega. Sé que no es ni tolerante, ni paciente, ni amable. Me da igual, voy a saltarme todas las lecciones de autoayuda.  Si a alguien le gusta que se pasen de listo con él o ella o disfruta mientras lo humillan y lo dejan quedar como una escoria que no tiene ni idea de nada, que se pase por los comentarios y lo diga. Respetaré su masoquismo, pero yo odio que me traten como una imbécil, que vengan a hablarme como si no tuviera ni idea de nada aunque esté razonando y justificando mis réplicas y la otra persona simplemente esté siendo sabionda, chuleándose como si hubiera hecho el descubrimiento del siglo, como si tuviera el poder del conocimiento universal y divino. Más allá de tener razón o no, me encanta que esa persona se lleve el chasco y se hunda en un agujero (cavado por ella misma).