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miércoles, 2 de diciembre de 2015

Me confieso: Me gusta Jack Black


Es hora de que confiese: me gusta Jack Black. No es sólo que me guste, me pone a mil. Me lo paso muy bien con muchas de sus películas y además acabo con unos calores que me arrastran directamente a la ducha. Si tuviera la oportunidad de conocerlo y no fuera tan cortada, le tiraría los tejos descaradamente para llevármelo a la cama. No sé si es porque me hace reír, por su mirada pícara o porque su música acompaña a un guionista a lo más alto de un escenario en The Holiday. Pero me pone. Para los que no seáis muy cinéfilos y no sepáis de quién estoy hablando, podéis ver fotos suyas de todo tipo en su galería de IMDB.  Ahora mismo prefiero babear con su trabajo en este anuncio (que por cierto, se le podría sacar mucha chicha o mucha mierda, pero mi blog no va de eso, no en este momento):



viernes, 13 de noviembre de 2015

Las cotorras frívolas

Mis compañeras llevan dos semanas que no callan. No puedo concentrarme, no puedo trabajar. He tenido que hacer unas búsquedas de información, leerme unos cuantos artículos del BOE. Me llevó como cuatro días lo que tenía que haber hecho en uno. Tampoco podía desahogarme en mi cuenta de Twitter porque si Sandra se pone de lado ve mi pantalla. Y se pasa todo el día de lado para hablar con Ana. Escribir un post queda descartado por el mismo motivo. ¿Qué hacer? Comerme los mocos. Así que he estado dos semanas sin hacer prácticamente nada de curro, intentándolo pero sin avanzar. Ha sido como volver a los tiempos de la Lolas pero sin sacar el cabreo a la red.

Señora de la limpieza hablando por teléfono
Trabajando duro, de Dorotea Hyde.
Los importantes temas en los que emplean toda la mañana son: el divorcio de Gwen Stefani; las Kardashian, ya sea su culo o su dinero; un trabajito de diseño que Ana le está haciendo a Sandra; otros cotilleos, sobre todo cotilleos, aderezados con recetas de lasaña, planes para ir de compras en horario laboral y las carcajadas de siempre viendo vídeos. Sí, las carcajadas han vuelto. De vez en cuando se les una la Arpía, que ha perdido el móvil y viene a informar puntualmente de su cero avance en la búsqueda. Y la semana pasada tuvimos que aguantar las gestiones telefónicas de Sandra poniendo en alquiler su piso. De nueve a tres deben de estar calladas una hora discontinua.

Por esto y por otras cosas me siento una perfecta inútil. La desmotivación reina en mi día a día aquí. Lo único que me mueve es saber que esto paga mis clases de inglés en las que me lo paso genial y que cuando salgo tengo un par de proyectos de lo que realmente me gusta esperándome. No sé si lo hago bien o mal, pero al menos disfruto. En fin, que tampoco se puede esperar mucho de un sitio en el que la señora de la limpieza habla por teléfono desde la recepción (véase foto).