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viernes, 4 de febrero de 2022

Nino sigue siendo majísimo

 

Imagen de Moloch2511

Todo el mundo sabe que Nino es majo, incluso quienes se hayan pasado alguna vez por mi blog. Mis compañeras más cercanas están enamoradísimas de él, mi jefa babea en cuanto lo ve (iba a decir algo más fuerte, pero debo mantener las formas, pero os podréis imaginar…). No puedo negar que con ellas es majo, se sienten alagadas como si estuvieran flirteando, de hecho, algunas de ellas lo hacen, aunque no es recíproco, él no es de esos que van ligoteando por la vida. Es agradable y simpático, pero nada más. Por supuesto, todas dan por hecho que también me cae bien, pero quienes os habéis pasado en algún momento por esa entrada enlazada, sabéis que lo nuestro es otro cantar.

Ha pasado algún tiempo desde la última vez que tuvimos contacto, un intercambio de correos, la única ocasión en la que fue agradable conmigo y no escurrió el bulto, incluso llegué a pensar que al fin había superado lo que sea que le pasa y que podría guardar las formas para que el trabajo salga adelante. Inocente. Me temo que ha vuelto a las andadas.

viernes, 22 de marzo de 2019

Qué majo es Nino


Hombre joven recostado
Así lo ven. (El: Pedro, de Guillermo A. Passache)
Hace unos meses empezó a trabajar en la empresa Nino, un chico muy majete que imparte talleres y seminarios. Joven, recién titulado y con unos resultados muy buenos entre los que vienen a los cursos. El chaval es un tanto peculiar, sin embargo, no soy la más indicada para hablar. Vista desde fuera, debo de ser similar a él, de hecho, muchas de las cosas que Sara Pestes nos cuenta como rarezas, las veo perfectamente normales. Por ejemplo, cuando vino al proceso de selección, prefirió un hotel cerca del Retiro en vez de alojarse cerca de la sede de la empresa, para poder ir a pasear allí en sus ratos libres, tomar el aire, leer y desconectar, en vez de... no sé cuál podría ser la alternativa. ¿Ir de copas? ¿Ir a uno de los bares de alterne de esta zona? 

viernes, 4 de noviembre de 2016

Un mal día

Esta noche me cogió el frío y me levanté con dolor de espalda, justo en el punto que se contracturó hace un año en el accidente de bici. Me costó levantarme, pero después de hacer unos estiramientos, pude moverme. El dolor está siendo un compañero inseparable, al menos hasta que por la noche pueda tomarme una pastillita.

Violonchello en un poste
Wie Musik Grenzen überwindet,
La salida de la estación fue una odisea. En el andén, siempre voy contra la marea de gente. Nadie se aparta. Yo tampoco, a ver si me voy a caer a la vía porque vengan cinco personas contra mí. Hoy menos. Cualquier mínimo movimiento de desplazamiento era imposible. Aun así, subí a pie el primer tramo de escaleras. No, esta vez no era por mantener la línea. Bueno, qué porras, un poco sí que era por eso, pero cuando llegué al segundo, me sentía tan incómoda, que sucumbí y me monté en las mecánicas. Por mis entradas anteriores, no sé si queda lo suficientemente claro que soy normal, por si acaso, aclararé que no tengo ojos en la parte trasera de mi cabeza. Como los demás, tengo únicamente los dos de la cara. A veces giro un poco el cuello para mirar de reojo si puedo “cambiar de carril”, pero es absolutamente imposible que pueda ver lo que viene detrás de mí. Esta aclaración va por la chica del chelo que subió en esas escaleras mecánicas por el hueco de la izquierda, a pie, apurada.

viernes, 30 de septiembre de 2016

La quinta semana

Quinta semana de trabajo. Me ha costado un mundo encontrar algo sobre lo que escribir. Al tema de la entrada anterior le di muchas vueltas, pero era algo de mi vida privada. Hasta que Sandra no me enseñó las fotos de su fiesta de cumpleaños, no tenía ningún elemento para relacionarlo con la ofi y publicarlo. Y de pronto, los acontecimientos se acumulan.

bailarín de discoteca en una jaula
Man in the machine, de torbakhopper
Primero Violeta, la secretaria del super jefe, nos envía un email invitación para su despedida de soltera. Unas cañas al salir de trabajar un viernes. Pues yo, si no es despiporre y con unos tíos en bolas, paso. Mi clase de Pilates no la cancelo nada más que por urgencias. Sí, un tío en bolas es una emergencia. Sé que es un topicazo, pero a mí no me espera un maromo en casa con la cena hecha y llevando solo un delantal [Shhh, esto es secreto: a ellas tampoco]. Lo curioso de esta invitación es que apenas la conozco. Le ayudé un poco cuando llegó, y nos hemos tomado… ¿cuatro cafés en año y medio? Con Ana solo ha tomado dos y también la ha invitado.  Debo de ser huraña. Si me casara, no haría despedida de soltera en el trabajo, pero en caso de hacerla, no la invitaría porque no tengo ninguna confianza con ella. Quedamos esta mañana para un café sustituto de las cañas. Afortunadamente tanto ella como Sandra tenían que entregarle un trabajo a mi jefa así que fue corto a la fuerza. Lo agradecí. Sólo le dio tiempo a enseñarnos el vestido y poco más. Nada que me interese. En cambio Sandra y Ana hablaron más tarde por teléfono y la despellejaron al estilo Bolton. ¡Uf!