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jueves, 10 de abril de 2014

¿Será envidia? ¿Soledad? ¿O qué?


Rainy, por « м Ħ ж ». Atribución-NoComercial-SinDerivadas 2.0 Genérica (CC BY-NC-ND 2.0)
Rainy, de « м Ħ ж »

Cuanto más solitaria se siente una persona, más a menudo se ducha o se baña, más caliente le gusta que esté el agua y más tiempo se queda bajo la ducha. Lo que eso nos dice es que las personas solitarias están reemplazando, sustituyendo el calor social que no tienen en su vida, que les hace sentirse solos, por calor físico”.

Estas palabras son del profesor de psicología en Yale, John Bargh, en el minuto 16:50 del documental El cerebro automático: el poder del inconsciente (es el segundo de dos documentales sobre el funcionamiento del cerebro) y vienen de perlas para lo que iba a escribir sobre mi semana en el trabajo.

Antes de hablar el profesor Bargh, se ve a una parejita en la ducha. Pensé cuánto me gustaría estar en su lugar, ya hace algún tiempo que no me toca. Y entonces, ¡zas!, aparece Bargh soltando esa retahíla. Inmediatamente aparecieron en mi mente las imágenes de mis duchas este invierno, en las que no cierro el grifo del todo mientras me enjabono porque siento frío. Vivo sola desde hace años, me gusta, me siento bien llegando a casa y teniendo todo para mí. Sin embargo, esa ducha del documental hizo click como lo hicieron otros pequeños detalles últimamente. Un click como este provocó que me bajara de la noria hace exactamente cuatro meses. Cuatro meses y un día. Pero parece que echo de menos estar allí arriba más de lo que pensaba.

viernes, 21 de febrero de 2014

La guerra contra el aburrimiento

En este zulo-despacho todo el mundo se aburre. Excepto la Mofeta cuando trabajó aquí, al César lo que es del César, aunque puede que ella le encontrara una utilidad lúdica alternativa al Excel, como esos jueguecitos que te enviaban los amigos para adivinar de qué serie era la melodía. El resto, dedicamos una parte de nuestro tiempo laboral a mirar nuestro correo electrónico, leer la prensa, tuitear, hacer alguna compra en internet, actualizar Facebook y cotillear el de los demás, mandar whatsapps como posesos, ver vídeos de Youtube, mirar trapos y zapatos, seguir la liga de fútbol, tener conversaciones interminables por teléfono, ligar, mirar la cámara de la guardería como si fuera un programa de Gran Hermano y, por supuesto, escribir entradas de blog para poner a todo el mundo a caldo. La diferencia entre unos y otros es el nivel de incordio a los compañeros. El premio a los mayores incordiadores nos lo llevamos Mr. Lolas y yo sólo porque tenemos que respirar en este zulo. ¿No da pena que La Otra tenga que compartir despacho con dos personas? Es para llorar, pobre.

martes, 19 de noviembre de 2013

Pastelitos y agua

En Cortejo humano, uno de los blogs que sigo, se ha hablado bastante de pagafantas y calientapollas, sobre todo en un contexto nocturno de ligoteo. Sin embargo, estos especímenes nunca dejan de ser lo que son y te los encuentras en cualquier ámbito de la vida. Sólo hay que observar un poquito, al fin y al cabo, los flirteos se dan en todas partes. Comparto despacho con uno de cada especie: Mr. Lolas y La Otra. Él es el marido de La Lolas, una compañera que se fue hace unos meses y que le pone los cuernos con un amigo. Y La Otra… pues eso, la de la otra mesa. Poco a poco se han ido haciendo “amigos”, es decir, salen juntitos a por una cocacola y coquetean sin esconderse delante de todos los del edificio.