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viernes, 2 de diciembre de 2022

El éxito laboral

Euro (Christopher Lotito)
Hace unos meses quedé con Paula para tomar un café. No coincidimos muy a menudo, así que el tiempo que nos vemos no llega a nada, para ponernos al día rápidamente y poco más. En ese café, mientras le contaba en qué andaba metida con mis manzanas (y ella es una de ellas) me preguntó si no me gustaría serlo también, que por cómo hemos trabajado, cree que se me daría bien. Unas semanas más tarde, Sandra me dijo que yo sería una buena manzana porque puede no gustarme hablar en público, pero lo disimulo lo suficiente para que no se me note y, además, lo hago bien. Me quedé un poco perpleja porque no haría ese trabajo ni por todo el dinero del mundo, pero ellas tienen una percepción de mí completamente diferente a la que tengo sobre mí misma.

Estamos en un mundo bastante centrado en los ascensos y en el éxito laboral, al menos en ciertos entornos. Es frecuente que se premie a los empleados subiéndolos de peldaño: un cambio de título, un buen montón de responsabilidades, aunque no siempre una subida de sueldo (que se lo digan a Sandra). Nuevos puestos en los que la gente no rinde de la misma manera aunque esté preparada porque nadie se ha parado a pensar que esa persona era buena en su trabajo porque le gustaba, se le daba bien o se sentía cómoda, pero no le gustan las nuevas tareas, o detesta hablar en público o quizás lo suyo no es gestionar a los que antes eran sus compañeros.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Reflexiones antes de las vacaciones

Gato frente a pantalla de ordenador
Best Seat in the House, de Cats by Moonwhiskers
En los últimos meses he escrito muchísimo para el blog, pero apenas he escrito otra cosa, ni siquiera el taller de escritura fue muy fructífero. De pronto, las tornas han cambiado: me cuesta encontrar la inspiración para escribir una entrada mientras estoy desatada escribiendo relatos e historias (que probablemente no llegarán a nada). Creo que uno de los motivos de que me cueste encontrar temas para el blog ahora es que suelo hablar de mis aventuras y desventuras en el trabajo. El problema es que el mes de julio ha sido tan asqueroso que por un lado prefiero olvidarlo y por otro no quiero ser cansina escribiendo de nuevo en negativo para los valientes que se asoman por aquí (no penséis que esto va a ser para siempre 😊).

viernes, 16 de septiembre de 2016

Reflexiones: el machismo que no se ve

Hace unas semanas leí en algún sitio en la red que al parecer se montó un revuelo tremendo porque el hijo de Charlize Theron se disfrazó con una peluca de Elsa, la princesa de Frozen. Podría decir que me da igual de qué se vista ese niño, en cierto modo es así, pero por otro lado me hago la pregunta ¿por qué no puede vestirse de Elsa? ¿Tan aberrante es que un niño se disfrace de niña cuando es absolutamente normal que una niña se disfrace de niño? Yo me disfracé de princesa un año, pero también de payaso, y de chino, y de gran inquisidor. En este último no me hace falta remarcar el masculino en negrita porque nunca hubo una gran inquisidora.
Niños. Niño tocando el acordeón. Niña posando de rodillas
Untitled, de Giuseppe Milo

Hace poco más de una semana quedé con una amiga escritora. Las dos estamos peleando por terminar un guion de largo. Le pasé una de las obras que estoy escribiendo y me señaló un par de diálogos que le parecían sexistas. Mientras los escribía me daba cuenta de que lo eran, pero cuando escribo la primera versión no pongo filtros de ningún tipo. Tampoco sería extraño que ese carácter sexista pasara inadvertido. Es algo escondido en un nivel mucho más profundo de mi yo consciente, algo que mamamos desde que somos pequeños, que nos rodea. Aunque cuando se forma nuestra personalidad adulta podemos rebelarnos contra la herencia social, sale en ocasiones como esa, y sale porque está ahí aunque no lo veamos.