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jueves, 5 de marzo de 2015

Fingir en el tren da morbo

¿Estáis seguros de que esta gente está haciendo algo de verdad en sus móviles o solo fingen?

Últimamente en el tren he visto un comportamiento un tanto peculiar, al menos a mí me lo parece. Empezó el día que el pedorro tamaño Obélix me comprimió como un acordeón. Este Obélix, además de tener un tamaño descomunal, ocupaba más sitio porque no se quitó el abrigo e iba con los brazos casi en jarras toqueteando su móvil. En un principio pensé que iría jugando, pero mi lado cotilla pudo con mi lado educado y racional y eché una miradita a su pantalla. Estaba buscando en su lista de contactos de Whatsapp. Subía y bajaba por la lista sin sentido, de pronto le dio un golpe de dedo y subió velozmente. Entró en una conversación antigua, no sé si leyó algo, salió al momento. De nuevo se puso a mover la lista.

Ese fue su entretenimiento durante el viaje. Me llamó tanto la atención que incluso se lo comenté a Circe. Ella tiene un punto de mala leche. No creía que fuera a causa del aburrimiento sino que el pobre estaba más solo que la una, “normal, con ese olor”, y tan solo quería mostrar a los demás que no, o quizás simplemente mostrárselo a sí mismo. No le hice mucho caso, al fin y al cabo, la única que lo miraba de reojo era yo y veía perfectamente la jugada.

lunes, 24 de marzo de 2014

(In)Comunicación

De lo que voy a escribir hoy, no es un asunto sólo de la ofi, es un problema general en el que he pensado (más) desde hace unos meses. Hace unas semanas vi Una pistola en cada mano, de Cesc Gay y desencadenó la necesidad de escribir sobre ello aunque no sea novedad. Una pistola en cada mano es una película sencilla, más teatral que cinematográfica, dividida en varios bloques que parecen cortos y que se conectan en la escena final. Mucho diálogo, no se para de hablar. Antes de terminar te das cuenta de que tanto palique es la excusa para tapar unos problemas de (in)comunicación profundos. Y esto me lleva a lo que vengo observando en la gente a mi alrededor: lo incomunicados y solos que en realidad estamos.

 Una pistola en cada mano