jueves, 18 de febrero de 2016

Lo que me inspira la música (6): Cuestión de física


Simplificando, el principio afirma que, para flujos de líquido y de gas, cuando aumenta la velocidad del flujo disminuye su presión.*

Mira el amanecer y sus pensamientos vuelan hacia las nubes grisáceas que empiezan a tapar el cielo. Imagina las alas del avión, subiendo y bajando los alerones. ¿Estará relacionado con el principio de Bernoulli?

  
There you’ll be le parece sosa. No sabe si porque no pega nada bien con el libro de Walter Lewin, porque aborrece la película o porque realmente no tiene gracia. Siempre la transportaba al verano del 2001, cuando su amiga Ana fue a ver Pearl Harbor. Estaba enamorada de un vampiro y se divertía mucho más cuando en sus cartas le contaba sus encuentros y desencuentros en el portal que cuando le hablaba sin parar de Ben Aflleck. La canción ya no significa nada y eso la sorprende. Aunque se acaben, casi todas las relaciones aportan algo. Está claro que la relación con Ana no le dejó nada, desapareció tan rápido como un avión del baúl de los recuerdos importantes. Quizás debería quitarla del ipod.
   




* Walter Lewin. Por amor a la física. Barcelona: Debolsillo, 2014, p. 93.

viernes, 12 de febrero de 2016

La guerra de las cien rosas

Hace un par de semanas Sandra y Mari Pili, la recepcionista de las mañanas, tuvieron un nuevo encontronazo. No se soportan. Tienen el mismo tipo de relación conflictiva que la vieja de la limpieza y yo. Llegó un paquete para Sandra y, como siempre, Mari Pili pasó de avisarla. Aprovechó que bajé a por agua para pasarme el recado. Sandra, ni corta ni perezosa, le soltó “¿Te sabes mi extensión, no?” cuando fue a recogerlo. La otra le replicó y Sandra le volvió a repetir la pregunta.

En ninguna guerra, al menos en las oficinescas, hay bandos neutrales. Aunque no quieras te ves salpicada igual que cuando hay tormenta y, si no tomas partido por un bando u otro da igual, ya se encargarán tus compañeras de incluirte en el bando que más les convenga dependiendo de si te quieren a favor o en contra (si no te incluyen, peor, porque van todas a por ti). En esta guerra Mari Pili me pone en el bando de Sandra porque compartimos agujero. Si soy sincera, creo que la razón la tiene Sandra y, aunque no voy a inmiscuirme ni loca, ellas se encargan de ponerme en medio.

jueves, 4 de febrero de 2016

Lo que me inspira la música (5): Ojos verdes

Mediodía. Sala de espera del salón de belleza. Vacía. De fondo, una emisora con música. Termina una canción ochentera a la que no ha prestado atención. El libro la tiene atrapada como un imán hasta que empieza a sonar I want to know what love is y rompe el maleficio.



La mirada perdida en la puerta de la calle que parece abrirse a los recuerdos más recientes: su primer encuentro cuando él le pidió un bolígrafo, el último cuando la besó después de proponerle una cita. Su primera cita en meses. ¿Por qué no ser sincera con una misma? La primera en un par de años. Y ahí está en ese salón, esperando a que le hagan la cera completa por si pasa algo. Tiembla, tiembla pensando en sus ojos verdes que un día la vieron brillar a través de la niebla.

viernes, 29 de enero de 2016

Tiempo de tormenta

sombra de hombre con paraguas de colores, gotas de lluvia en una ventana
Rain man, de Bjørn Giesenbauer
Es difícil encontrar tema sobre el que escribir. A veces tomo notas con ideas en un par de palabras, otras espero a que pase algo por la ofi para empezar a escribir, en la época de la Rotten y su circo de pulgas escribí algunas entradas en forma de diario, de hecho, las titulé Diario de un ascenso, juego de palabras con su nombre. No suelo conservar aquellas que escribo y no publico. Sólo reciclé una que transformé en cuento y ésta. La empecé el dieciséis de diciembre y estuve a punto de borrarla, no lo hice por una de esas casualidades que parecen mágicas y aquí estoy, sirviéndome de ella. Y es que la tormenta ha vuelto.

Sandra tiene un problemilla con su trabajo. La entiendo. Aunque no hacemos lo mismo, no nos dedicamos a nada entretenido, estimulante o enriquecedor. A veces tengo la sensación de estar en una especie de cadena de montaje oficinesca de la que es difícil salir. Por eso busco cosas para hacer fuera. Ella tiene a sus hijos, su vida fuera de aquí son ellos, pero ¿es suficiente eso para llenar a una persona?

martes, 19 de enero de 2016

Adiós, zulo

Hay una expresión en inglés que dice No news is good news. Suelo decir algo parecido en español cuando, en el trabajo, me preguntan por las novedades y no las hay. Si pasa algo suelen ser marrones, bajadas de sueldo, viejas de la limpieza que se extralimitan o encuentros en la cuarta o quinta fases con extraterrestres que nunca han salido de la Tierra. Para mi alter ego real es una porquería, para el blog es una maravilla porque se nutre de todo lo que sufro. A veces pasan cosas positivas y, de hecho, como excepción, voy a hablar de una ellas.

Redoble de tambores y un par de cañonazos, por favor:

¡ME CAMBIAN DE DESPACHO!

Fuegos artificiales de color azul
Blu, de Conan

martes, 22 de diciembre de 2015

Volviendo la vista atrás

Árboles con luces de Navidad
Christmas lights, de Laura Bittner
Se acaba el año. Siempre lo he imaginado como un círculo, quizás como una elipse como la de la Tierra alrededor del Sol, con los extremos juntándose, bien pegaditos para que no se diferencie el principio del final. Si no me paro a pensarlo diría que estoy como empecé y, en realidad, no estaría mintiendo. Sigo en el mismo trabajo, en la misma casa, con el mismo estado de salud y el mismo estado civil, incluso con el mismo color de pelo. Lo básico. Sin embargo, quiero ir al detalle.

He conseguido que mi dieta funcione, así que he adelgazado y mis análisis han mejorado. La Rotten ha dejado de acosarme, me llama de vez en cuando, pero es totalmente tolerable. En realidad no, mi estado de salud no sigue siendo el mismo porque ahora no necesito ir a terapia. Mis viajes en tren son completamente fríos, aburridos y decepcionantes. Las clases de inglés están dando sus frutos. He comenzado a escribir de nuevo y he conocido gente con la que compartir ideas. Además, nos han comunicado que nos van a cambiar de despacho y, aunque la mudanza aún no se ve en el horizonte, ya tenemos uno asignado (con ventana) en el mismo edificio en el que estamos. Aún no sé si será para bien o para mal. Si lo pongo en una balanza, la ventana es lo único en la pesa de los positivos, pero prefiero no adelantar acontecimientos.

La reflexión de esto es que cambiamos sin darnos cuenta. Físicamente la gente me dice que estoy diferente. Yo me miro al espejo y, casi rozando la mentalidad de anoréxica, me veo exactamente igual. Psicológicamente ni siquiera soy capaz de ver el cambio, aunque supongo que todas las experiencias vividas han dejado su huella.

Esto va a ser corto. Sólo quedamos tres personas por aquí y todo está en silencio. Antes de irme retomaré una vieja costumbre: merendar con Circe antes de salir. Hoy celebramos el año nuevo por adelantado y, gracias a la magia del solsticio de invierno, todo vuelve al punto en que comenzó nuestra amistad.


Feliz año a todos.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Conjuntivitis: historia del oculista aprovechado

Ojo cerrado dibujado. Pestañas postizas
Falsies, de Theen Moy
Llevo una temporada en que parezco Doña Pupas, desde el atropello hace dos meses. A los dolores consecuencia del accidente tengo que añadir el estrés. Al final el cuerpo se resiente por las preocupaciones de la mente y nos salen cosas que en principio no tienen relación. Esta historia es sobre el último problemilla, una conjuntivitis. Hace unos días se la estaba escribiendo a una amiga por mail. Me había preguntado qué tal en el oculista y al contarle la historia culebronesca pensé: ¡Ostras! Esto tiene que estar en el blog. Así que allá voy.

El día doce de octubre me levanté con el ojo izquierdo como un tomate. De cerca, podía apreciarse una media luna de rojo aun más intenso abrazando cariñosamente el iris. Me preparé pronto y fui a urgencias al centro de salud. La doctora tenía tanto miedo a que la contagiara que me vio el ojo desde el otro lado de la mesa. Con el colirio que me recetó mejoré, pero recaí dos veces más sin haberme curado del todo, incluso el problema afectó al ojo derecho, envidioso de su compañero. Tanta recaída me hizo pensar que podía ser algo externo lo que estaba causando todo eso y no un virus. Así que al tiempo que recaía, analizaba lo que pasaba a mi alrededor. ¿Y dónde estoy la mayor parte del día? Sí, aquí en el zulo.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Me confieso: Me gusta Jack Black


Es hora de que confiese: me gusta Jack Black. No es sólo que me guste, me pone a mil. Me lo paso muy bien con muchas de sus películas y además acabo con unos calores que me arrastran directamente a la ducha. Si tuviera la oportunidad de conocerlo y no fuera tan cortada, le tiraría los tejos descaradamente para llevármelo a la cama. No sé si es porque me hace reír, por su mirada pícara o porque su música acompaña a un guionista a lo más alto de un escenario en The Holiday. Pero me pone. Para los que no seáis muy cinéfilos y no sepáis de quién estoy hablando, podéis ver fotos suyas de todo tipo en su galería de IMDB.  Ahora mismo prefiero babear con su trabajo en este anuncio (que por cierto, se le podría sacar mucha chicha o mucha mierda, pero mi blog no va de eso, no en este momento):



viernes, 13 de noviembre de 2015

Las cotorras frívolas

Mis compañeras llevan dos semanas que no callan. No puedo concentrarme, no puedo trabajar. He tenido que hacer unas búsquedas de información, leerme unos cuantos artículos del BOE. Me llevó como cuatro días lo que tenía que haber hecho en uno. Tampoco podía desahogarme en mi cuenta de Twitter porque si Sandra se pone de lado ve mi pantalla. Y se pasa todo el día de lado para hablar con Ana. Escribir un post queda descartado por el mismo motivo. ¿Qué hacer? Comerme los mocos. Así que he estado dos semanas sin hacer prácticamente nada de curro, intentándolo pero sin avanzar. Ha sido como volver a los tiempos de la Lolas pero sin sacar el cabreo a la red.

Señora de la limpieza hablando por teléfono
Trabajando duro, de Dorotea Hyde.
Los importantes temas en los que emplean toda la mañana son: el divorcio de Gwen Stefani; las Kardashian, ya sea su culo o su dinero; un trabajito de diseño que Ana le está haciendo a Sandra; otros cotilleos, sobre todo cotilleos, aderezados con recetas de lasaña, planes para ir de compras en horario laboral y las carcajadas de siempre viendo vídeos. Sí, las carcajadas han vuelto. De vez en cuando se les una la Arpía, que ha perdido el móvil y viene a informar puntualmente de su cero avance en la búsqueda. Y la semana pasada tuvimos que aguantar las gestiones telefónicas de Sandra poniendo en alquiler su piso. De nueve a tres deben de estar calladas una hora discontinua.

Por esto y por otras cosas me siento una perfecta inútil. La desmotivación reina en mi día a día aquí. Lo único que me mueve es saber que esto paga mis clases de inglés en las que me lo paso genial y que cuando salgo tengo un par de proyectos de lo que realmente me gusta esperándome. No sé si lo hago bien o mal, pero al menos disfruto. En fin, que tampoco se puede esperar mucho de un sitio en el que la señora de la limpieza habla por teléfono desde la recepción (véase foto). 

jueves, 5 de noviembre de 2015

Lo que me inspira la música (4): Luces en la carretera




La gran ciudad le encantaba, con sus cuestas empinadas cayendo al mar, las luces, las calles nunca desiertas. Había sido una visita relámpago para participar en un concurso de grupos musicales. Solo les había dado tiempo a tomar un chocolate y cantar. Volvía a casa con la alegría descafeinada de ser los únicos participantes en la categoría infantil y no haber pisado las calles más que unos pocos minutos. En el microbús, todos iban en silencio, durmiendo tras un día intenso. Él sentado delante, junto al conductor y su esposa, vigilando la carretera, protegiendo del sueño al que conducía. Creía en su inocencia que, si no se dormía, el conductor tampoco lo haría.

Era la época en que la autopista todavía no estaba ni en papel. La circulación era bastante densa, sobre todo en dirección a la ciudad, a la fiesta. Al final, ni las luces que venían en sentido contrario, ni sus ansias por mantener los ojos abiertos impidieron que echara una cabezadita. No fue muy larga. La falta de movimiento lo despertó. Incluso con su corta edad comprendió que no era normal la caravana en su carril y el vacío en el de al lado. No sabía lo que pasaba en la parte de atrás, pero notaba que sus acompañantes de vanguardia tenían el estómago tan encogido como él.

El avance era muy lento, no sabía si quería llegar a donde estuviera el problema. Inevitable. El punto crítico lo señalaron unas luces naranjas en silencio y los gritos de unos hombres dándose instrucciones unos a otros, desesperados por salvar una vida de un montón de chatarra. No miró en detalle cuando el microbús se detuvo, prefirió quedarse con la idea de un final incierto pero feliz.