viernes, 7 de julio de 2017

Semana de encuentros inesperados

La Rotten, un personaje del que he hablado muchísimo en el blog porque me las hizo pasar canutas, vuelve a hacer acto de presencia. No llegó a irse del todo de mi vida. De vez en cuando me llama con la excusa de preguntarme qué tal estoy para que yo devuelva la pregunta y contarme todas sus historias pulguiles. “No quiero hablar de eso”, pero siempre, siempre, acaba en ese punto monopolizando la conversación. Por suerte las llamadas son poco frecuentes y se acabaron las visitas sorpresas, aunque nadie sabe a quién se puede encontrar más allá de las fronteras de la empresa.

lunes, 19 de junio de 2017

Una dedicatoria a las miradas

Me encanta hablar de miradas. Si alguien se pasa por aquí de vez en cuando, lo sabrá, aunque hace algo más de año y medio que no incluyo un post en esa etiqueta. Esta será la séptima entrada en “Miradas”, unas cuantas más si busco “mirada” o “miradas” en el contenido, además de las que no incluyen la palabra pero hablan sobre el tema. No solo me gusta hablar de ellas, también otorgarlas y recibirlas, aunque a veces la timidez me impida expresarme todo lo que quisiera y simplemente me quedo en un estado neutral y aburrido que me hace parecer sosa o desinteresada. En cualquier caso, las buenas miradas son de las pocas cosas que hacen más llevadera la jornada.

Los ojos hablan por nosotros, incluso dicen cosas sin que nos demos cuenta, sin permiso. No tienen por qué ser tímidos y pocas veces son mentirosos aunque nosotros lo seamos. Tampoco hace falta mentir, sino estar en una situación delicada, querer ocultar algo y zas, movimiento de ojos que ya nos ha delatado. Y aunque hay miradas que asesinan y sería preferible evitarlas, es un alivio, en esas situaciones en que no se sabe qué decir, que los ojos digan te comprendo, no te preocupes, todo se va a solucionar, estaré a tu lado, lo siento mucho. Es una maravilla, que puede llegar al éxtasis en ocasiones, encontrarse a alguien que con un brillo especial te diga: eres guapísim@, quiero seguirte al fin del mundo, me pones un montón, echaría un polvo contigo ahora mismo, te quiero. Únicamente con las chispitas que salen de su iris, con una casi imperceptible dilatación en la pupila pueden hacernos temblar; con un ligerísimo movimiento visual recorren tu cuerpo y te hacen olvidar lo que está pasando a tu alrededor. ¿Nunca habéis sentido eso?

martes, 23 de mayo de 2017

Subida de temperaturas para el verano

De pronto tengo calor. No por la temperatura ambiente ni por una insolación, aunque todo contribuye a ponerme al borde de una calentura de las gordas. La causa, debo confesar, es el maromo que está ahora mismo en la puerta del recinto, con traje azul marino y camisa blanca. Venga, voy a ser sincera, ahora mismo no tiene la chaqueta, pero eso está muy cerca de que se quite la camisa también y me pone en una situación hormonal delicada.

Maniquí en la puerta de una tienda
Sin título, de Daniel Sivinjski
No es especialmente guapo, no es muy alto y podría cambiarse el corte del pelo, ¿será, entonces, por el uniforme? A mí me van mucho los uniformados, pero siempre he sido más de marinos, policías y guardias civiles con traje de montar, con esos pantaloncitos ajustados y botas altas marcándolo todo. Uf, me pongo mala de pensarlo. ¿Veis? Sigo caminando hacia el límite. Si escribiera con pluma, la tinta se habría corrido por todo el papel.

viernes, 5 de mayo de 2017

Picores: el síndrome de las mudanzas no deseadas

Fue un pequeño susto. El miércoles cogí el tren como siempre para volver a casa y sentí un cosquilleo en mi mejilla, como la caricia de un delicado fantasma. Me toqué suavemente, casi con pudor y, al mirarme los dedos vi un pequeño bichillo de una especie que desconocía (no, no raro, es que no tengo ni idea de bichos). Hacía un poco de calor, sudaba por el esfuerzo previo y todo empezó a picarme. La caricia en la mejilla se extendió por todo el cuerpo en pocos segundos y se convirtió en urticaria sin contemplaciones. Y con la urticaria vinieron los recuerdos: la Rotten y su mudanza, las pulgas imaginarias, los sarpullidos, la locura del grupo…

viernes, 28 de abril de 2017

El secreto de la nueva mudanza

Ayer recibí una llamada de mi jefa: nos mudábamos. Y empezó el culebrón. En esa llamada me dijo que el cambio de oficina era inminente, que pidiera cajas y embalara porque el viernes siguiente (y yo entendí el cinco de mayo) tenía que estar todo listo. Casi me da un pasmo. No solo porque todo era demasiado apresurado, sino porque irme del edificio donde he pasado la mayor parte de mi tiempo de los últimos nueve años, supone un enorme cambio y una tristeza.

viernes, 7 de abril de 2017

La banda sonora de los libros

Como siempre, la última semana antes de las vacaciones se hace eterna. Pensamos más en los viajes, las maletas, los planes que se van a organizar se viaje o no, intentamos no perder ni un pronóstico del tiempo. Esta vez, en mi caso, a todas estas “preocupaciones” se les han unido dos variantes excepcionales: el último tramo de mi convalecencia y la pérdida de uno de mis pendrives. La recuperación ha ido a buen ritmo pero los antibióticos me han dejado hecha polvo. Hacía tantos años que no los tomaba que ya no recordaba cómo te quedas cuando terminas el tratamiento. Dos días después, se me siguen cerrando los ojos incluso tecleando. Y lo del pendrive… bueno, eso me ha fastidiado de veras.

The Boss tocando para Nosotros, los de entonces.

viernes, 31 de marzo de 2017

La urraca enfadada, ¿qué le pasará a la urraca?

Sandra se ha enfadado conmigo… otra vez. Me cansa. Ya he perdido la cuenta de las veces que van, pero es la primera en el neozulo. Cuando no es el centro de atención o no haces lo que ella quiere, se cabrea y se lo toma como algo personal. Tiene la vista tan fijamente metida en el minúsculo agujero de su ombligo, que cree que el mundo se mueve para ella. Nunca me dice el motivo, que sería mucho más saludable (si lo hubiera). Simplemente deja de hablar. 

viernes, 17 de marzo de 2017

Lo que me inspira la música (9): Té y café



Lo ha visto nada más entrar. Escoge, entre las mesas vacías, la que está frente a él. Levanta la cabeza cuando la camarera se acerca a tomar nota de la comanda, pero en realidad no las ve a ninguna de las dos. Ella observa cada uno de sus movimientos, escasos, breves, mientras la camarera deja la taza, la tetera y se aleja contoneando las caderas. Él se limita a pasar las páginas y a remover un café que ya debe de estar frío.

La chica sirve la infusión. Le gusta tomarla hirviendo, con un toque de miel y soplar antes de llevarse la taza a los labios e imaginarse que lo está besando a él. Sopla. Quema. Su barra de labios se derrite en contacto con la porcelana. Sopla. Lleva su mirada a través del cristal, al sol refugiándose entre las colinas más allá de la ciudad, a las luces que comienzan a aparecer y que prefiere imaginar como pequeñas luciérnagas de colores. Sopla.

La camarera enciende la televisión. El volumen atronador después del partido de la noche anterior, les llena los oídos con la música de cabecera de Caso abierto, se cuela incluso en la cabeza de él, que levanta la vista hacia el televisor. Cuando la camarera quita el volumen, sus pupilas se deslizan también a través del cristal. Nara los ha invadido a los dos. La recrean nota a nota en sus mentes, forman un camino imaginario y ondulante que guía sus miradas hasta que se cruzan en el cristal. Ella mira los ojos marrones de él. Él mira los azules ojos de ella. Una pequeña esperanza para ella, que termina su té esperando que mañana la música aparezca de nuevo.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Lo que me inspira la música (8): Día internacional de la mujer


Odio las injusticias y las desigualdades. Odio las malas noticias y que el mundo sea una mierda, odio que me atragante el desayuno y que me cueste tanto desconectar para no hundirme y poder seguir con mi vida.

Odio a la gente que vive en una burbuja, aunque en cierto modo los envidio por poder aislarse y vivir en su propio mundo happy flower. Pero odiaría vivir sin hacer nada, sin poner mi granito de arena para solucionarlo. Odio a los pasotas, a los que van por la vida dándoles igual si pisan una flor o una cagada de perro. Odio a los que protestan por “todo” siendo mentira. Protestan por joder, por hacer daño, por molestar, porque están llenos de mezquindad y les gusta ver el sufrimiento que causan con sus protestas idiotas y sin sentido, pero luego no protestan por problemas importantes y se escudan tras un “no tengo opinión sobre eso” para no tomar partido. Porque tomar partido es difícil, a veces estás solo/a ante los demás para y por defender tus ideas.

viernes, 3 de marzo de 2017

Sueño que escribo desde una burbuja

Para este post había elegido un tema serio a la vez que loco, iba a darle un toque divertido y era picante por sí solo. Me llamó tanto la atención la noticia en la que me iba a inspirar que se lo comenté a todo el mundo y tanto va el cántaro a la fuente…, al final se la casqué a quien no debía, a alguien que no quiero que aparque por aquí sus posaderas. Hablar del tema significaba que podría buscarme y localizarme. Y me vi de nuevo en una crisis de ideas, con la presión adicional de contar algo interesante porque me di cuenta de que este es mi post número cien.