viernes, 26 de febrero de 2016

Ocho razones por las que merece la pena subir escaleras (y bajarlas)

Damas, caballeros, diablos de toda clase y condición: presten atención porque voy a tener la osadía de llevarle la contraria a un gran físico en mi siguiente post defendiendo que subir tres pisos de escaleras (y bajarlos) sí merece la pena. Y además voy a tener el morro de utilizar sus propias palabras en uno de mis argumentos.

Hace unos días que estoy leyendo Por amor a la física, de Walter Lewin. Sí, el mismo que me inspiró la sexta entrega de mis minicuentos. Este señor, doctor en física, fue profesor en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y, al parecer, sus clases eran antológicas, televisadas, con unos índices de audiencia altísimos (al menos para estar orientados a minorías) y con un enlace propio en Wikipedia. Sus cursos abiertos online son de los más vistos, la gente le escribe en masa para consultarle dudas, mostrarle los resultados de sus experimentos y él responde a cada uno de ellos. Una auténtica estrella con supernova incluida (eso podéis investigarlo vosotros mismos, que me voy por las ramas).
mujer subiendo escaleras
I see 3 office ladies, de hyperspace328
En el capítulo 9 del libro, “Conservación de la energía. Plus ça change...” dice que la energía que gastamos (se refiere a una persona con una actividad física moderada o incluso baja) haciendo las tareas habituales es tan pequeña que podríamos ignorarla a la hora de equilibrar lo que comemos. Creo que se refiere a que para hacer la colada o pasar la aspiradora no nos hace falta meternos una hamburguesa entre pecho y espalda. Hasta aquí de acuerdo. Es en su demostración cuando empiezan las discordancias. Pone el ejemplo de los tres pisos, justo los que yo tengo ahora hasta mi oficina.

Debo empezar dando el dato que él calcula previamente: un cuerpo humano genera 10.000.000 de julios al día aproximadamente, es decir, algo más de 2 millones de calorías (ojo, kilocalorías, todo muy sencillo, ¿a que sí?). Suponiendo que subimos 5 veces al día esas escaleras, que pesamos 70  kilos (qué optimista), que la altura es de 10 metros y siempre recordando que la gravedad es 9,8 redondeada a 10, tenemos un gasto de 35.000 julios.

E = mgh = 70 x 10 x 10 x 5 = 35.000

1 Caloría = 4,2 julios , 35.000 / 4,2 = 8333,333333333333 Calorías

Ahora no sé si tirar confeti o cortarme las venas. Porque ¿qué son 35.000 julios entre 10 millones? Nada. En palabras de Lewin sólo “un tercio del uno por ciento del total”. Genial, al menos es algo más que la nada que decía yo. Pero espera, aún queda la bajada, ¿no? No, tampoco. Al bajar “esos 35.000 julios se liberan en forma de calor en tus músculos, tus zapatos y el suelo”.

[No sé si lo pilláis, pero podéis leerlo en las fotos de las páginas que para eso se supone que Lewin lo explica de lujo. Empieza en el último párrafo d la página 196].



Entonces, ¿por qué seguir subiendo escaleras y ser la pardilla del edificio aunque todo el mundo te diga qué bien, qué bien y te den una palmadita en la espalda?

  1. Porque el ascensor apesta y, a no ser que vaya cargada o haciendo malabares con la taza de la infusión, es mejor respirar aire ligeramente más limpio.
  2. Porque a veces en el ascensor te encuentras a gente que no quieres tener en una distancia corta.
  3. Porque en las escaleras puedes encontrarte a gente que no te encuentras de otra manera. Si te apetece charlar, te paras. Si no, siempre puedes meterte en el baño para disimular. Y si estás en un edificio que no es el tuyo, puedes alegrarte la pestaña.
  4. Porque activas la circulación después de mucho tiempo sentada. Si no te levantas en toda la mañana ni para ir al baño, ni para beber agua, ni para calentar la comida como hace Sandra, puedes tener el síndrome de la clase turista. Se trata de salud independientemente del gasto energético que suponga.
  5. Porque cuando lo repites muchas veces, notas que ya no te fatigas tanto y puedes empezar a subirlas al trote. Salud otra vez.
  6. Porque aunque generas pocos julios, entras en calor.
  7. Porque subirlas sigue implicando más trabajo y por tanto más gasto que apretar un puto botón.
  8. Y porque “puede que no parezca mucho pero los julios enseguida van sumando”. Probablemente algunos argumentarán que está sacado de contexto porque lo dice en relación a un experimento anterior, pero granito a granito se consiguen cosas.
Probablemente podría encontrar alguna más, pero ocho están bien, son suficientes. Sé que las matemáticas están ahí, evidentemente no puedo discutir con el doctor Lewin que un tercio de un uno por ciento es una mierda, pero prefiero acogerme a su afirmación del punto ocho. Si voy juntando ese tercio de uno por ciento a otros pequeños gestos, puedo llegar a tener un 5%. Y si eso nos alegra el día cuando nos lo hacen como descuento en un libro, también será una alegría en el descuento de mis calorías. Porque TODO SUMA.

8 comentarios:

  1. bueno Dorotea, al margen de lo que opine ese señor y el disgusto que te ha causado, me gusta mucho la presentación de tu blog. voy a pinchar en Rotten a ver qué me encuentro je, je...

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    1. Qué sorpresa al ver tu comentario :) Disgustito ya pasado. No hay mejor terapia que escribir. Uf, sobre la Rotten te encontrarás unas cuantas cosas jajaja. Besos.

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  2. Di que sí. Si nos creyéramos lo que dice Feynmann, podríamos no sentir ningún remordimiento al decir las frases otro bollo, otra croqueta, otro churrito... Total, sus calorías en proporción a la ingesta que de todos modos vamos a hacer en el día son insignificantes :) Y todo cuenta (por desgracia)

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    1. Después de mirar quién es Feynmann y ver que es un premio Nobel tengo que decir que estos señores desprecian demasiados decimales jajaja. Y que conste que con las croquetas no siento ningún remordimiento, ya lo sabes.

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  3. Yo las escaleras las vengo subiendo allí donde las veo desde tiempos antediluvianos. Soy un gran enemigo de las conversaciones meteorológicas de ascensor. O de sus silencios incómodos. Las calorías no me preocupan tanto. Los informes van variando. Hace poco escuchaba que solo por dormir ocho horas ya has perdido 300 calorías. Y que no es lo mismo comer antes de las tres de la tarde que después (se engorda más después). Pero sí, las escaleras sí suponen algo real. Por mi experiencia, mis hermosas piernas de acero son hijas de esos esfuerzos (yo las subo de dos en dos y a paso rápido).

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  4. Yo no sé a qué viene tanto escándalo con las palabras de este tipo. Los datos que aporta son tan manipulables como cualquier otro. Es más, si te fijas en el último párrafo de la página 198, nos explica que el rendimiento que sacamos de una ingesta es del cuarenta por ciento, el resto se pierde en calor. O sea, que te puedes comer dos croquetas y a tu cuerpo no le parecerá ni tan siquiera haberse comido una entera, sino el ochenta por ciento de una croqueta. ¡Vaya chollo!

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    1. Lo que de verdad me gustaría saber con certeza es que todo es tan fácil como lo pinta, cosa que no es posible porque cada organismo tiene su propio funcionamiento. No estoy segura de que mi cuerpo pierda esa gran parte en calor :S Sí, sería un chollo :D

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