Lunes 27 de abril de
2020
Hoy recibí una
llamada que esperaba, pero que pensé que tardaría un poco en llegar. Mi padre
se ha puesto pachucho y tengo que ir a ayudarles. Ya tengo el billete de tren,
viajo mañana. Estoy muy preocupada. Toda la tranquilidad con que viajé en
transporte público antes del estado de alarma, se ha esfumado de pronto. ¿Y si
lo pillo y se lo llevo? Lo peor es que no puedo ponerme en cuarentena porque
tengo que acompañar a mi padre al hospital de otra ciudad. Por eso voy, porque
mi madre ahora mismo no puede llevarlo. Y con mi padre bajo mínimos tengo que
echar una mano. Todos los motivos por los que no viajé cuando esto empezó a la mierda. La única diferencia es que llevo encerrada en casa mes y medio y claramente no estoy enferma.
En el sofá ya se
amontonan algunas cosas de las que me he acordado y que no quiero que se me
olviden, sobre todo el gel y las toallitas desinfectantes. También el aro de
Pilates, pero no creo que quepa. No quiero llevar la maleta grande para pasar
un poco más desapercibida; realmente algo imposible llevando una maleta roja.