jueves, 22 de diciembre de 2022

La despedida (2): El evento oficial y los desaires

Hojas de un libro arrugadas

Old dictionary paper curls, de Narisa

Hay gente que tiene amigos en el trabajo. Van juntos a tomar café a media mañana, comen juntos a menudo, se llaman continuamente para consultarse temas laborales y otras cosas, se dan apoyo mutuo en caso de tener una persona subordinada conflictiva y, podría pensarse que, en caso de una celebración, si a una de esas personas le toca organizar algo para la otra, podría querer hacerle algo bonito y un poquito más especial que a los demás por ser su amiga, y se implicaría personalmente.

Hace unas semanas Sandra coincidió con Ángela, nuestra antigua jefa y amiga íntima de Diana. Sandra, que no puede ser más pánfila, cometió el error de preguntarle si iban a preparar algo para la despedida de Diana, nuestra jefa saliente. Ángela dijo que sí, pero viendo cómo se desarrollaron las cosas después, creo que lo decidió en ese mismo momento. No quedaba mucho tiempo para fin de año y aún no tenían ni fecha, ni espacio, ni lista de invitados.

Dije que Sandra cometió un error porque Ángela se tomó aquella pregunta como una oferta para colaborar. Que ya hay que tener imaginación para hacer esa deducción, pero es lo que pasa con la gente con morro. A partir de ese día empezó a acosar a Sandra para que le dijera nombres de compañeros con los que Diana se llevaba bien para invitarlos, como si ella fuera una desconocida en vez de su amiga íntima. Le endosó la tarea de decidir (ay, que me muero de la risa, decidir) qué tipo de libro de firmas regalarle: con fotos, sin fotos, escrito a mano o a ordenador, una libreta (¡una libreta!), un puñado de hojas encuadernadas (no comment)… Sandra tuvo que gestionar el pedido y conseguir las firmas en una empresa que está totalmente descentralizada porque la otra se lavó las manos.

Por supuesto, Sandra me preguntó mi opinión para cada opción que consideraba. Incluso me preguntó de quién era amiga Diana. Por favor, que no me haga reír, lo que yo tengo es la lista de la gente que la odia, y no la puedo pasar así como así. Esa sí sería una buena fiesta, todos celebrando y emborrachándonos porque al fin se larga. Llegué a detestar tanto el tema que, cuando llegó el libro de firmas, estuve a punto de tirarlo al asfalto. Y creo que debí hacerlo porque entonces Sandra se empezó a volver loca con conseguir que nuestros compañeros firmaran. Por supuesto, no hizo caso de mi sugerencia de escribir un email a la gente para que viniera a firmar a su sitio y cuando llegó el día, solo tenía media docena de firmas. Pero claro, es por estas cosas por las que a ella la han ascendido y yo sigo donde estoy, porque ella sabe pensar en la dirección correcta y decide sin dudar, con confianza.

Ya solo faltaban la sala y el catering. Ángela escogió como fecha para el sarao el día en que Diana iba a asistir a su última reunión con los jefes de grupo, así que se empeñó en que el lugar de celebración fuera en el mismo edificio. El problema es que no se puede comer y beber en todas las estancias. En ese edificio, por ejemplo, solo se puede poner catering en una estancia en el sótano (¡el sótano!), con una capacidad para veinticinco personas. Rechazó varias sugerencias de Mike, que habría podido conseguir otras salas bonitas, luminosas, aireadas y con espacio suficiente para que no nos morreáramos al meternos un canapé en la boca. Ángela dijo que no a todo como si el evento fuera para un orco y no para su amiga del alma.

Así que allá fuimos, al sótano, como quien va a las mazmorras. Apretados, con un calor insoportable (imagino que la caldera andaba por allí cerca), aunque al menos teníamos todas las bebidas que quisiéramos para capear la temperatura y el aburrimiento de esperar a que terminara la reunión.

La Rotten no quiso perdérselo, pero se negó a entrar en la habitación con la excusa de que tenía moqueta (mentira, era puro plástico) y pretendía que yo estuviera pendiente de ella. Lo que faltaba. Y estuvo a punto de joder la sorpresa porque se quedó en un descansillo por donde tenía que pasar la comitiva. No le va bien si no destaca.

Una mano y una pierna con pantis a rayas verdes y blancas, yacen bajo una silla. Al lado una botella de whisky vacía.
Toasted, de Apionid

Puedo decir que, a pesar de la temperatura alta, los apretujones y los agobios, salió bien.  Comida y bebida abundante (porque lo encargó Mike, pero al menos la jefa cutre dio el visto bueno), Sandra pudo conseguir algunas firmas para su libro, a mí me salió un ligue y encontré a gente a la que hacía siglos que no veía. Mike, Pablo, Sandra y yo casi cerramos el cotarro y los del catering me prepararon un tupper con cositas que sobraron, aunque yo solo les había pedido la tortilla.

Y diréis. ¿Y los desaires? ¿Dónde están los desaires si todo salió tan bien?

Cuando Diana entró en la sala y se encontró con todos nosotros aplaudiendo fue muy emocionante, se le saltaron las lágrimas y todos acabamos llorando por contagio (yo de alegría, otros a saber por qué). Entonces soltó un pequeño discurso, tan rebuscado que tengo la teoría de que lo tenía preparado. Estoy segura de que imaginó que le harían algo así en sus noches sin dormir y lo practicó hasta gastar la almohada para que pareciera natural.

Les agradeció a los jefes de grupo su apoyo durante todo este tiempo, un rollazo en el que no tuvo la decencia de dedicar ni un simple gracias a las personas que conformábamos su equipo, que la apoyamos de verdad en el día a día, le ayudamos en todo, le aguantamos su tiranía y sus locuras. Sé que no tendrá una palabra dedicada para mí, pero no era yo, éramos el grupo del que presumía siempre con tanto énfasis que claramente estaba tapando algo. Era Sandra, a la que esclavizó hasta sacarle la última gota de sangre. Era Mike, al que le habría hecho lo mismo si se hubiera dejado. Todas y cada una de nosotras al final la soportamos y le facilitamos las cosas, aunque no nos cayera bien.

Tampoco abrió el regalo. Sandra se lo dio dos veces. La primera quizás no era el momento, todavía estaba abrumada, agobiada por estar todo el mundo a su alrededor. La segunda, soy testigo, se fue por la tangente colgándose la bolsa de la muñeca y cambiando de tema. Aún estamos esperando las gracias por ese detalle cuya búsqueda casi me desquicia. Si lo pienso, no podía irse de otra manera: fastidiando a la gente.

viernes, 16 de diciembre de 2022

La despedida (1): La elección del regalo y los números rojos

Colgante calavera
Este es el que yo compraría
(Ilust.: FreeFunArt)
Quizás, si lleváis algún tiempo visitando estas páginas, recordéis la entrada Primera persona del plural sobre la incapacidad de Sandra para hacer cosas sola que, en su caso, está íntimamente ligada a su incapacidad para tomar decisiones. Sigue en las mismas, pero hay algo más fuerte en su personalidad que se impone a la imposibilidad de decidir: cumplir y quedar bien. En esos momentos se pone a tomar decisiones como una loca. 

Cuando nuestra jefa, Diana, anunció que se jubilaba, Sandra empezó la campaña para comprarle un regalo. Llevamos muchos años juntas, la conozco mejor que a la mayoría de mis amigas más íntimas, así que desde un principio sabía que me iba a pedir ayuda igual que sabía que no pensaba involucrarme salvo en lo esencial porque esa serpiente venenosa no se merece ni agua.

Todo este asunto me ponía del mal humor. Comenzó con un presupuesto que aumentó gracias a una trampa. Nos sugirió diez euros para el regalo y cinco para unos pinchos, pero cuando RRHH anunció que se haría un pequeño acto oficial, siguió contando con quince euros por cabeza sin consultar y eso no me gustó. Aportando diez euros conseguiríamos una cantidad suficiente para un buen regalo. Cuando le di mi parte le advertí (amenacé) que no pensaba poner ni un céntimo más. No es que yo sea cutre, lo que pasa es que a Sandra no le han cortado la luz más de una vez por llevar bien las cuentas.

viernes, 2 de diciembre de 2022

El éxito laboral

Euro (Christopher Lotito)
Hace unos meses quedé con Paula para tomar un café. No coincidimos muy a menudo, así que el tiempo que nos vemos no llega a nada, para ponernos al día rápidamente y poco más. En ese café, mientras le contaba en qué andaba metida con mis manzanas (y ella es una de ellas) me preguntó si no me gustaría serlo también, que por cómo hemos trabajado, cree que se me daría bien. Unas semanas más tarde, Sandra me dijo que yo sería una buena manzana porque puede no gustarme hablar en público, pero lo disimulo lo suficiente para que no se me note y, además, lo hago bien. Me quedé un poco perpleja porque no haría ese trabajo ni por todo el dinero del mundo, pero ellas tienen una percepción de mí completamente diferente a la que tengo sobre mí misma.

Estamos en un mundo bastante centrado en los ascensos y en el éxito laboral, al menos en ciertos entornos. Es frecuente que se premie a los empleados subiéndolos de peldaño: un cambio de título, un buen montón de responsabilidades, aunque no siempre una subida de sueldo (que se lo digan a Sandra). Nuevos puestos en los que la gente no rinde de la misma manera aunque esté preparada porque nadie se ha parado a pensar que esa persona era buena en su trabajo porque le gustaba, se le daba bien o se sentía cómoda, pero no le gustan las nuevas tareas, o detesta hablar en público o quizás lo suyo no es gestionar a los que antes eran sus compañeros.

lunes, 21 de noviembre de 2022

Adiós a Dorotea en Twitter

Dorotea Hyde nació el 13 de julio de 2012. Fue ese día cuando empezó a tuitear sobre las conversaciones telefónicas de mi compañera de zulo, la Lolas. Aquello se me quedó pequeño y por eso, un año y un poquito después, el 19 de noviembre de 2013, se estrenó en este blog con una entrada titulada Pastelitos y agua. Nueve años justos desde entonces. Nueve años de entradas más o menos continuadas, momentos en los que llegué a pensar que el blog ya no tenía sentido, como cuando Mr. Lolas dejó de trabajar; también algunas crisis del papel en blanco; amores, desamores y calabazas; algún que otro cuento, incluida una incursión en el género erótico; una pandemia (madre mía, ¡una pandemia!) que me llevó al encierro y casi a la locura; una jefa maltratadora y una crisis personal que me empujó a un periodo sin escribir y a pensar que quizás ya no volvería; incluso un par de trolls.

martes, 15 de noviembre de 2022

Segunda oportunidad

Puerta abierta. De fondo, luces de colores
Leave it open, de Tim
Nino y yo hemos tenido una relación de tira y afloja desde el día que nos conocimos. Le he dado muchas vueltas a nuestro primer encuentro porque creía que tenía la clave de su comportamiento conmigo. A veces gestos normales para una persona pueden ser ofensivos para otra de una cultura diferente. Nunca saqué nada en claro y de ahí salió mi primera entrada sobre él con mis impresiones sobre el asunto.

Cuando empezamos a colaborar, se soltó un poco al comunicarnos por email, era hasta majo, como decía todo el mundo, aunque evitó contactar conmigo para entregarme unos documentos y usó una intermediaria. Estuve a punto de hacer la misma jugada para devolvérselos, pero decidí no escurrir el bulto.  Hace unas semanas acudí a un evento en el edificio donde trabaja y pensé que era la ocasión perfecta. Le escribí y le pregunté si le venía bien que nos viéramos antes del sarao. Él también iba a ir, pero no quería que tuviera que cargar con los papeles entre copa de vino y canapés. Y debo confesar que quería verlo sin toda esa gente a nuestro alrededor, solo por si acaso me atrevía a cantarle las cuarenta. Spoiler: no me atreví. ¿Alguien dudaba?

viernes, 23 de septiembre de 2022

Lo que venga no puede ser peor...

Cada mañana al despertarte, tu mente le da la orden a tu cuerpo de que no se le ocurra moverse ni un ápice. Cuando al fin logras levantarte, no te apetece desayunar, encuentras mil y una cosas que hacer por casa con tal de no meterte en la ducha y no es que no quieras asearte, es que cuando lo hagas, estarás un poco más cerca de tener que salir. Caminas despacio, no corres cuando ves venir el autobús, así que lo pierdes delante de tu nariz. Por supuesto llegas tarde para enfrentarte a un día que se hará eterno. Cada minuto de la jornada desearás que se jubile, que ya no esté ahí supervisando cada mínimo detalle de tu trabajo y del trabajo de los demás para que las cosas funcionen mejor. ¿Mejor? Hay cosas que no pueden funcionar mejor, pero ella quiere desafiar el frenado en la curva de crecimiento. Quiere ser Dios, en cambio solo consigue desorganizarlo todo. Cuando al fin llegas a tu casa por la noche, pones una sonrisa para tu familia, aguantas las lágrimas, intentas dedicarles tiempo de calidad, pero en tu interior más profundo y oscuro quieres que todo se quede en silencio, que cada uno se vaya a lo suyo para poder atiborrarte con lo que sea, lo que pilles. Un yogur, la media barra de pan que ha sobrado, si encuentras un relleno que poner entremedias mejor, ese chocolate que has comprado para tus hijos. Porque comer es lo único que calma la furia, el asco, ese millón de hormigas rojas que te corroen el abdomen, las tripas. Hasta que no te sientes empachada, hasta que te cuesta hasta respirar no dejas de sentir las patitas a mil en tu interior. Cuando creas que estás calmada vendrá la culpa por el zampe. Y ella, la bruja, la seguirá, formando un batiburrillo de pesadillas aun estando despierta que probablemente harán que necesites ayuda para dormir. Ojalá se jubile. Que se jubile de una puta vez. Con ese mantra te caes en un sueño ligero, desasosegante, pero al menos la olvidas por unas horas porque su jubilación no acaba de llegar y al día siguiente repetirás el ciclo imposible de romper.

viernes, 15 de julio de 2022

Bienvenidas a la sala de control

The control room, de Jonathan Haeber

Probando, probando. ¿Me recibe alguien?

Crrrrrr… Crash, crash, jrrrr…

Hola, hola. Parece que ya.

Dorotea informando desde la Sala de Control.

Estoy en un nuevo espacio. Hace más o menos un mes me avisaron de que me tenía que mudar por obras en la planta donde trabajaba. El despacho donde estoy es zona de paso al de mi jefa, así que ve si entro, salgo, hablo y oye si tecleo o hago clic con el ratón. Me he dado cuenta de que cuando estamos solas suele cerrar la puerta de su oficina, pero cuando está Sandra (comparto espacio con ella… otra vez) la tiene siempre abierta. Y Sandra siempre está. No se levanta ni a mear.

viernes, 17 de junio de 2022

La lupa

Lupa/marcapáginas
Extracto de la foto de Yoon viakstudio
Hace unos meses, la Rotten me dijo que iba a pedir una lupa cuando hiciera el pedido de material de oficina. Desde que somos una empresa cero papel han recortado bastante el catálogo, así que no había lupas. Mejor dicho, la empresa papelera tenía lupas, pero no disponibles para nosotras. De hecho, cuando ella dice que antes las había, creo que estaba mirando la web en general y no nuestro perfil, pero claro, no tengo pruebas.

Inmediatamente le escribió a la encargada y le montó el pollo (esto se daba por sentado, me parece). La encargada, Alicia, que es terca como una mula y dura como una piedra le dijo que podía ponerse como quisiera, pero no había lupa. Estoy segura de que si la Rotten se hubiera dirigido a ella de una manera más suave, habría conseguido la lupa, pero como sus comunicaciones son “diplomáticas y elegantes” (de las que comienzan guerras), se quedó sin ella.

viernes, 3 de junio de 2022

Dos opciones

Ilustración, flor en forma de corazón en la boca
Autora: Judite B

Entró por sorpresa mientras estaba trabajando con la Rotten. Dije un hola discreto, para no quedar como una maleducada y al mismo tiempo mostrar cierta indiferencia. Casi ni lo miré. Me sumergí en mi pantalla de nuevo, pero él no se dio por vencido y me saludó expresamente HolaDoroteacómoestás. De carrerilla, quizás más decidido de lo que en realidad estaba, pero amable, como si nada hubiera pasado. Como si ahora yo fuera la mejor del mundo porque hice mi trabajo genial. Como si quisiera llamar mi atención. Como… 

... Como si le gustara...

Le contesté por educación y le devolví la pregunta. Me di cuenta de que mis sensaciones empezaban el camino hacia el odio porque no se me ha pasado el enfado, pero también un cosquilleo en la tripa por verlo después de varios meses. Esos ojos oscuros y dulces sonriéndome por encima de la mascarilla, clavados en los míos… Mierda. En mi imaginación, mi cabeza se despeñó con todo su peso hasta mi ombligo. Nadie se dio cuenta, pero me hice una bola.

jueves, 12 de mayo de 2022

De versión en versión (2): El violador

Carte campaña ¡Ni una! Ayuntamiento de Madrid
¡Ni una!, de Dorotea Hyde

Dorotea:

Aún estaba hablando con la señora Hyde, preguntándole qué tal habían amanecido ella y el señor Hyde. Le encanta contarme dramas nada más levantarse. Tenía que ser algo que la animaba a enrollarse más de lo normal, la guerra en Ucrania o algo sobre una serie que estamos viendo, porque eran casi las diez cuando oí las voces y aún estaba al teléfono. Una planta de diferencia (esto lo supe después), más los auriculares encajados en mi oído haciendo vacío, más mi madre cotorreando, amortiguaron el volumen y el tono de la algarabía de fondo. Sentí que había jaleo, pero no sabía si era bueno o malo. Los gritos de alegría a veces no se diferencian de los de dolor o terror. De pronto, Merche, la señora de la limpieza, salió al descansillo. La siguió corriendo Marisol Marinube. Como entraron y no me dijeron nada, seguí a lo mío.

 

Marisol Marinube:

Tienes que cerrar las puertas. Había un hombre masturbándoseenelportal. Luego siguió a una de las chicas de la planta de abajo, ¿no oíste el jaleo? Al parecer intentó llevarla al ascensor, pero ella se dirigió a las escaleras y subió y pudo pedir ayuda.

martes, 15 de marzo de 2022

Dos años

Dos años.

Dos años desde que se aprobó un estado de alarma que nos encerraba a casi todos en casa, que paralizaba el país, que pretendía protegernos de un peligro invisible que sigue ahí, que ha matado a más de cien mil personas en España. Cien mil. La ciudad donde nací más la ciudad de al lado. Cinco veces el pueblo de mi padre. La mitad de la ciudad donde vivo.

Algunas personas pensaban que aquello, inesperado, inimaginable, iba a cambiarnos porque salíamos a aplaudirles a los sanitarios a las ocho y todo el mundo era guay. En realidad, yo también lo pensaba, pero no iba en la misma dirección que ellas. Sabía que no saldríamos de esta ni siendo mejores, ni aprendiendo nada, aunque reconozco que pensé que cambiarían algunas cosas respecto a nuestro sistema sanitario. Sí, han cambiado, pero a peor. Dos años después seguimos cometiendo los mismos errores. O peores porque ahora sabemos lo que hay que hacer, pero no lo hacemos.

lunes, 7 de marzo de 2022

Traición

Lego Darth Vader Stormtrooper
Bon voyage, my friend, de Nukamari
Hace un año comencé a colaborar con Dani en un proyecto. Diana, mi jefa, lo controla absolutamente todo desde hace unos dos años y no tengo apenas libertad de movimientos (aunque yo por detrás…), así que ella fue quien decidió cuándo presionarlo, cuándo dejarlo, cuándo machacarlo otra vez y cuándo abandonarlo del todo. Tan maja. Para ella solo somos engranajes metálicos, sin alma, de una cadena de suministros.

Los proyectos que gestiono no son gran cosa. Aparentemente no tienen grandes beneficios y es una pesadez sacarlos adelante, no obstante, un resultado positivo en uno de estos es imprescindible para tener acceso a otros más jugosos. Esto es lo que pasó en el caso de Dani: necesita rematar esto para entrar en otra cosa, solo que mi jefa lo dejó de lado y se armó una gorda. Lo que me extraña es que nadie haya montado un pollo antes porque no es la primera vez que ella hace eso.

viernes, 18 de febrero de 2022

Cumpleaños en casa

Cuarteto de rosas, de Dorotea Hyde
Como siempre por estas fechas toca el cumpleaños de Sandra y Jekyll. El día anterior me puse en guardia porque Sandra me escribió para proponerme un café y me soltó que Diana, nuestra jefa, seguramente se uniría. Ni borracha paso ni un minuto de mi día con esa mujer [Mi día. Sí, vale, vale]. Así que aproveché que me tocaba teletrabajar para quedarme en casa y rechazar la proposición. Para que no quedaran dudas —que siempre les quedan a pesar de todo— le dije textualmente que lo último que me apetecía era pisar la oficina el día de mi cumpleaños [Mi… Tengo que disimular. Mmm…] y ya que tenía la oportunidad, no iba a perderla.

Llegó el dichoso día. Desde las nueve en punto empezaron a llegar una retahíla de mensajes que preferiría no recibir. Tuve que responder a la mayoría de ellos: del departamento de recursos humanos, de mi antigua jefa, de mi jefa actual, de mis compañeras… Entonces empezó una especie de acoso por parte de mi jefa y por parte de Sandra (su mensajera), para saber si estaba en casa o en la oficina, como si una no hubiera leído mi primer email y como si la otra no hubiera recibido el recado; como si mi palabra no valiera nada, como si por repetirlo, yo fuera a decir que sí. Sí, sé que estoy muy susceptible, pero cuando trabajo en casa pasa eso. Sufro control continuo para saber si estoy o no, y si no, para saber dónde. Dónde. 

viernes, 4 de febrero de 2022

Nino sigue siendo majísimo

 

Imagen de Moloch2511

Todo el mundo sabe que Nino es majo, incluso quienes se hayan pasado alguna vez por mi blog. Mis compañeras más cercanas están enamoradísimas de él, mi jefa babea en cuanto lo ve (iba a decir algo más fuerte, pero debo mantener las formas, pero os podréis imaginar…). No puedo negar que con ellas es majo, se sienten alagadas como si estuvieran flirteando, de hecho, algunas de ellas lo hacen, aunque no es recíproco, él no es de esos que van ligoteando por la vida. Es agradable y simpático, pero nada más. Por supuesto, todas dan por hecho que también me cae bien, pero quienes os habéis pasado en algún momento por esa entrada enlazada, sabéis que lo nuestro es otro cantar.

Ha pasado algún tiempo desde la última vez que tuvimos contacto, un intercambio de correos, la única ocasión en la que fue agradable conmigo y no escurrió el bulto, incluso llegué a pensar que al fin había superado lo que sea que le pasa y que podría guardar las formas para que el trabajo salga adelante. Inocente. Me temo que ha vuelto a las andadas.

viernes, 28 de enero de 2022

De lo positivo al hundimiento (en soledad)

Imagen de top_ntp777396
Hace casi dos semanas del positivo de la Rotten. En este tiempo hemos pasado por varias fases. He usado la primera persona del plural porque todas hemos sufrido, ella de una manera, las personas de su entorno de otra, pero todas y cada una de nosotras lo pasamos mal en el proceso.

Lo que empezó siendo algo de síntomas suaves, unas décimas, poco apetito y unos mareos ligeros, se fue agravando de tapadillo. Y lo de tapadillo no lo digo porque la enfermedad estuviera ganando en el interior sin apenas dar síntomas exteriores, sino que la Rotten nos ocultaba información. La conozco muy bien, para bien o para mal, mejor que a algunas de mis mejores amigas. Son muchos años juntas. Y sabía que no me lo contaba todo, al tiempo que el tono de su voz y su forma de hablar me indicaban su empeoramiento día a día.

lunes, 17 de enero de 2022

Vivir en positivo

Test de antígenos
Rapid antigen test kit, de elias.mahmoud74635586
Año nuevo, vida vieja. Terminaron las vacaciones y volvimos a trabajar. Pero antes, debido al avance imparable de ómicron, tuvimos que pasar por la enfermería de la empresa para hacernos un test. El mío era el tercero en poco más de dos semanas. Primero uno de antígenos antes de irme de vacaciones. Luego una PCR entre Navidad y Año Nuevo porque tuve síntomas. Y este para empezar a trabajar. Con tanto control y tan poco salir, no esperaba otra cosa que un negativo. Pero hubo alguien que se llevó una sorpresa.

Fui con la Rotten. Llegamos y había una cola larguísima que doblaba la esquina. Nosotras teníamos cita, pero daba igual porque allí estábamos mezcladas citas y no citas, no hacían distinción y el orden de entrada era el de llegada. La Rotten que si tenía frío a las piernas, que si llevaba unos días con dolor de garganta, que qué cansancio. Salimos y fuimos a caminar para hacer tiempo mientras no salían los resultados. Por el sol, Doroty, por favor, por el sol. Así que nos dimos una vuelta por el barrio y, cuando ya casi había pasado una hora y llegamos a una sombra, me paré un segundo para ver si ya teníamos los resultados. Negativo.

Doroty, no entiendo lo que me pone.