viernes, 28 de octubre de 2016

Los hombres de La Otra

Cuando Sandra llegó al zulo aún estaba la Lolas. Por aquella época yo les contaba a mis amigos las aventuras de aquella peculiar mujer, pero como Sandra empezó también a hacer de las suyas, enseguida sus anécdotas acompañaron a las de la Lolas. Mis amigos preguntaban ¿Eso también lo hizo la Lolas? No, La Otra. Y La Otra le quedó, excepto en el blog, donde es Sandra.

Perfil de las sombras de pareja de la mano.
Silhouettes, de Nikos Koutoulas
Han pasado unos cuatro años y de pronto, sin avisar, aquella época volvió a nosotras. Muy alterada, qué fuerte, qué fuerte, y su mano moviéndose como si quisiera darme mil tortas, me anunció que Mr. Lolas acababa de enviarle un wasap. “¡Se ha casado y vuelve a España!”. Cómo le brillaron los ojos en aquel momento. Puede que su candidato a amante esté casado otra vez, pero ella se ilusionó con su regreso como si le dijera que venía a verla. Lástima que se vaya a Alicante. “Pasará por Madrid de camino, ¿no?”. Lo que yo decía, ilusionada.

viernes, 14 de octubre de 2016

La boda de Violeta

Foto antigua de boda
ca_20150210_008, de Costică Acsinte Archive
Violeta se ha casado. Estaba tan desesperada que se presentaba diciendo hola, soy Violeta y quiero casarme y tener hijos porque se me va a pasar el arroz, como si estuviera en una sesión de alcohólicos anónimos. Le da igual ser buena en algo, esa era su única meta en la vida. Cosas educacionales. Después de mucho insistirle a su novio, con el que está desde hace once años y convive desde hace unos cinco, el muchachín se arrodilló, sacó un anillo y, entre lágrimas (de ella), le pidió que fuera su esposa. El sábado pasado cumplió parte de su sueño. Celebraron la boda civil, únicamente “para la familia”, luego los invitaron a un banquete con tarta nupcial. Ella con vestido blanco, sencillo pero con cola. Será el verano que viene cuando celebren la boda religiosa en el país de Violeta y se ponga “vestido de princesa”, organice una boda de cuento de hadas con miles de flores y un fotógrafo de verdad.

viernes, 7 de octubre de 2016

¿Pasos para calentar una pizza?

Tengo que reconocer que me he equivocado. Mi radar ha fallado. No voy a decir estrepitosamente. No de momento. Acabo de saber que el nuevo tiene un hijo con una mujer, aunque eso no quiera decir mucho. Lo triste del caso es que no parece muy afectado (siendo generosa al describirlo) por no vivir en la misma ciudad que él y apenas verlo. Eso me dice mucho de él como persona. No sé por qué me siento tan triste por ese niño que no conozco, no entiendo por qué al oírselo decir se me puso una cosa en el estómago.

Hombre joven en monopatín. Niño en patinete.
Father and son, de Guilherme Nicholas
Por otro lado, empezó a contarle a Sandra (yo escuchando por el rabillo de la oreja, justo por esa pequeña rendija que queda entre el auricular y el pabellón auditivo) que el sábado fue a verlo y que como no tenían juguetes en el hotel construyeron un paracaidista con un muñeco de McDonalds y una bolsa de basura. El tipo se dedica al diseño, es creativo, al menos sabe solucionar ese problema infantil de la falta de juguetes. Estaba casi a punto de olvidar su desinterés cuando su historia dejó a su hijo de lado y se centró en él y en el muñequito molón, en lo guay que había quedado, en el éxito que había tenido entre los niños del parque. Su monólogo se centraba en él. En mi texto falta su tono, que lo es todo. Puedo decir “qué guapa” y el que me escucha sabe por el tono si lo digo con sinceridad, ironía, envidia, tristeza o varias de ellas mezcladas en un acorde. Eso falta y es vital.