viernes, 17 de diciembre de 2021

Déjà vu improvisado

Todo parece repetirse.

Aunque algo es similar, es distinto.

Ha habido varias olas. Quizás es que no en todas estábamos trabajando presencialmente y por eso no comentamos, pero volvemos a sentir lo mismo que en marzo de 2020, antes de irnos para casa por tiempo indefinido. Les dije que ahí fuera nada es igual y creo que no lo va a ser (ojalá no me equivoque), pero la inquietud dentro es la misma y el miedo libre.

viernes, 3 de diciembre de 2021

Es de bien nacidos ser agradecidos

Mujer, Stop, Cebra, paso de peatones

What's Black & White & Tread All Over?, de Sam Breach

En España, lo miremos por donde lo miremos, parar en un paso de peatones y cederle el paso a una persona es obligatorio según las normas que regulan la circulación y el tráfico (se puede consultar, por ejemplo, el Real Decreto 1428/2003, o el Real Decreto Legislativo 6/2015). Sí, hay excepciones, pero justo en este caso, la excepción confirma la regla. Es obvio que saltarse esta norma a la torera es casi imposible de sancionar, pero es una falta durante tu examen de conducir. No tan grave como lo sería cargarte al peatón, solo te quitan un puntito que, sumado a otros, causan el suspenso. Lo sé por experiencia propia (lo del punto, lo otro que cada quien imagine).

Últimamente han aparecido varios comentarios en mi timeline en Twitter al respecto. Gente que opina que se debe agradecer a quienes paran en el paso cebra. Es de bien nacidos, ser agradecidos. Hace unos años, al menos en España, pudimos ver un anuncio en el que un padre y una hija discutían por esa razón. Quizás quienes estáis leyendo estas líneas pensáis igual y es muy respetable. Incluso a mí, que no soy de esa opinión, se me escapa de vez en cuando un gesto con la mano cuando alguien respeta mis pasos sobre esas rayas, pero no hay que agradecer algo que otra persona debe hacer porque es su obligación. La amabilidad no entra en juego, si acaso el egoísmo.

viernes, 19 de noviembre de 2021

Seis grados de separación

Six Degrees Could Change The World, de Tang Yau Hoong

La teoría de los seis grados de separación afirma que cualquier persona del planeta puede conectarse con otra a través de cinco intermediarios, la sexta es la persona final. A mí me parece un poco chorrada, lo suficiente como para haber pasado bastante tiempo con amigas estableciendo esas cadenas y habernos echado unas risas. Era carne de blog y al fin tengo una excusa para escribir sobre ello... gracias a la Rotten, porras.

La teoría fue propuesta por un escritor húngaro, Frigyes Karinthy, en su relato Cadenas (Láncszemek), publicado en 1929. Lo que parecía impensable en una época donde la gente no viajaba tanto y no estaba intercomunicada por redes sociales, ha pasado a ser dedicación de alguna gente, con la realización de proyectos de investigación, o una página donde se muestran las conexiones de Kevin Bacon con los actores y actrices incluidos en IMDB, después de que él mismo declarara que había trabajado en tantas películas que conocía de primera o segunda mano a todo Hollywood.

jueves, 4 de noviembre de 2021

La Niña Amargada se queda el fin de semana

Tantrum, de Lovelorn Poets
La hija de una amiga lectora de este blog tiene una capacidad extraordinaria para tratar con niños pequeños. Siempre la he admirado por eso. Ahora es una adolescente, pero ya con siete u ocho años, cuando la conocí, tenía una sensibilidad especial con los bebés. Nunca olvidaré cómo trataba al hijo de otra amiga, cómo le cogía las manitas y le hablaba con tanto cariño y tanta dulzura. Verlos era una preciosidad. Sé una pequeña parte de la educación que le da su madre, es parecida a la que me daba la mía y yo no tengo para nada esas capacidades. Así que supongo que una parte de cómo nos comportamos con los bebés lo llevamos dentro. Pero una cosa es no tener afinidad con las personas en sus primeros años de vida y otra lo que pasa en casa de mi vecina de al lado.

El fin de semana de difuntos fue movido en el edificio. Mi vecina tuvo visita. Vino su hija, la que está fuera, pero como viene a ver a su madre se largó todo el fin de semana de juerga y la dejó con su niño, un bebé de apenas dos años. Por supuesto, la Niña Amargada se apuntó al grupo. Su madre la deja en casa de la abuela siempre que puede, pero la Amargada tampoco puede permitir que su primito se lleve en exclusiva todas las atenciones de la abu, aunque sea dos veces al año y ellas estén juntas siempre.

sábado, 30 de octubre de 2021

La sala de reuniones: fuera de control

Mi sitio prestado, Dorotea Hyde
Desde hace un par de meses, según nuestro puesto de trabajo, podemos trabajar uno o dos días en casa. Si la situación pandémica se normaliza alguna vez, parece que podríamos quedarnos un día en casa, aunque no me lo creo hasta que lo vea. De todos modos, prefiero ir a la oficina. Siento que la casa se me cae encima, que las paredes se van estrechando hasta que al final de la jornada el techo ya toca mi coronilla aun estando sentada. Y tengo que sufrir a la Niña amargada (la nieta problemática de mi vecina) por las tardes y eso es más de lo que cualquiera puede soportar.

viernes, 8 de octubre de 2021

¿Sabes dónde...?

Lost?, de Janne Räkköläinen
Una vez más, cuando estaba a punto de entrar en la estación para ir a trabajar, alguien se acercó a preguntarme por una calle. Un chaval joven que, en este caso, acudió a quien pensó que podría orientarle mejor: alguien que supuso que vivía por la zona porque estaba entrando, y no alguien que estaba saliendo y que supuso que llegaba allí solo para trabajar. Y sí, vivo por esa zona, pero la calle ni me sonaba. Tampoco me sé muchos nombres de calles cerca del trabajo, además las confundo unas con otras y las cambio de posición. Me avergüenza un poco todo esto, pero aun así indico muy bien a la gente cómo llegar.

Quizás no sepa los nombres, pero conozco bastante bien tanto el barrio donde vivo como el barrio donde trabajo, los he pateado y he callejeado, así que suelo preguntar adónde se dirigen en concreto y es lo que hice también esta vez. Al enseñarme el mapa en Google, pude decirle hacia donde tenía que ir. A veces la gente me dice: voy a la iglesia, o voy a esta clínica de fisioterapia, o voy al INEM y ya está, hecho. Un día hasta me puse a discutir con un viejo que se inmiscuyó en mis indicaciones a la biblioteca. Su argumento era: ¿Me lo vas a decir a mí, que estuve allí? Y el mío: Yo también, varias veces. Acabé gritándole a la chica cuando se alejaba: hazme caso, entra por la valla roja. Y es que es por la valla roja. La valla negra, por la que decía el señor que tenía que entrar, es de un instituto. El error lo puede tener cualquiera, pero lo adecuado es ser prudente y no organizar una discusión y menos en plan gallito: me lo vas a decir a mí. Pues sí, se lo digo las veces que haga falta.

viernes, 1 de octubre de 2021

#LeoAutorasOct 2021: diez autoras interesantes

Hoy empieza octubre, el mes de las escritoras. Hace cinco años que la Biblioteca Nacional de España en colaboración con la Asociación Clásicas y Modernas y la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (FEDEPE) comenzaron a celebrar el Día de las Escritoras. El objetivo era reivindicar y sacar a la luz el trabajo de las escritoras enterradas bajo el polvo y las telarañas que la historia y los sesgos (o sus propios maridos o familia) apilaron sobre ellas.

Ese mismo año, un grupo de tuiteras lanzó la iniciativa #LeoAutorasOct. Consiste en leer autoras (aunque también autores, utilizando la -e- como distintivo del neutro, no del masculino tradicional) para saltarse esos sesgos que ponen delante de la nariz obras de hombres con prevalencia sobre las obras de mujeres.

martes, 14 de septiembre de 2021

Acto de bienvenida 4ª ed.: Normalidad y punto

Vaso de agua
Glass, de MrHayata
Estuve pensado qué iba a ponerme unos dos meses porque muy poca ropa me sirve. Me compré un vestido. La compra fue un lío porque no podía probarlo en la tienda y tuve que cambiarlo dos veces hasta que di con la talla que me iba bien. Y al final lo descarté, improvisé y opté por algo casual, tampoco hay que ir de tiros largos, la gente ya no lo hace y el humor no estaba para ponerse elegante y pintarse el ojo. Eso sí, elegí una parte de arriba roja.
 
El mal humor fue in crescendo durante toda la semana. Me ponía enferma tener que ir por ser en un sitio cerrado en el que habría una multitud y por tener que estar rodeada de gente sin mascarilla. Felicitaciones a los que hacen botellón y tan pichis. Yo no estoy preparada para eso. Y este evento no deja de ser un botellón, solo que con licencia y en el interior.
 
Llegué con tiempo porque no sabía muy bien cómo llegar al nuevo edificio (al final no trabajo allí), además, antes quería saludar a una amiga. Me perdí: cogí el atajo que no era. Tuve problemas para entrar porque el sistema me decía que no estaba registrada. Parece que a los empleados antiguos nos dejan de lado y no pienso hacer nada por registrarme ni por darles una foto para que utilicen los indicadores biométricos de mi jeta. Tanta antelación para llegar con el tiempo justo y creo que fui la última en entrar, aunque nadie se dio cuenta.

viernes, 3 de septiembre de 2021

A pesar del ruido

La vuelta al trabajo después de las vacaciones suele estar marcada por esperanza. La esperanza de que tras el descanso las cosas sean diferentes, de que hayan cambiado un pelín, de que nuestras compañeras y nuestras jefas vuelvan como la seda y no sean tan porculeras, de que al fin haya una motivación para levantarse, de que el transporte público funcione bien por una vez. La misma esperanza que se tiene cuando se comen las uvas en año viejo y esperas que el año nuevo sea diferente, mejor. Solo que el año nuevo es un segundo después y estás igual, pero con la copa de champán medio vacía (con suerte) en vez de estar medio llena. 

jueves, 29 de julio de 2021

Huelga de consumo eléctrico

Hace unas semanas entraron en vigor nuevas tarifas de la luz por tramos horarios identificados con un código con color:

ROJO para las horas pico con el precio más caro;

VERDE para las horas valle con el precio más barato; 

AMARILLO para las llanuras con un precio intermedio. 

 

Los fines de semana y los festivos son tarifa verde, pero los días laborables, las horas pico, por supuesto, corresponden a los momentos de más uso, cuando hacemos la mayor parte de las tareas del hogar y, desde marzo del año pasado, las horas en las que trabajamos en nuestra casa.

Si usas un par de electrodomésticos a la vez en las horas rojas, la factura puede dispararse unos cuantos euros sin darte cuenta. Y no se trata de que nos empujen a planchar a las once de la noche o a hacer la colada de madrugada impidiendo dormir a los vecinos, es que habrá en casas que dos personas trabajen a la vez utilizando cada una su ordenador, luces, puede que impresora, más el aire acondicionado o ventilador ahora en verano y la calefacción en invierno. Eso es lo que se van a ahorrar las empresas. 

viernes, 9 de julio de 2021

La reina del cotarro

Reina Alicia en el País de las Maravillas
Reina, de Patrick Emerson
Llegué a la oficina temprano y cuando abrí el correo tenía dos convocatorias de reunión para esa mañana, las dos enviadas por Diana, mi jefa. La primera se solapaba con nuestra reunión semanal del lunes y terminaba justo antes de una reunión que había programado con otra persona (una amiga de Don voz sensual). La segunda reunión estaba puesta de una a una y media, pero me extrañaba que fuera a ser tan corta.

Dos minutos para las diez y apareció la Rotten. La semana no puede empezar sin que ella aparezca por aquí dos minutos antes de mi reunión semanal. Le dije que me estaba conectando y se fue.

Llegué primera. Pasó el tiempo, y pasó, y pasó. Diana no apareció ni avisó. 

lunes, 15 de marzo de 2021

Cero

 

Un año.

 

Doce meses.

 

365 días.

 

Cero ánimos.

 

Cero ganas de escribir.

viernes, 19 de febrero de 2021

Covid-19, Diario de un encierro (24): Reuniones, malditas reuniones

Lunes 8 de febrero de 2021

Por tercera vez Diana, mi jefa, me ha dado plantón en nuestra reunión de puesta al día de los lunes. Me fastidia que no me avise porque mientras estoy pendiente de si se conecta o no, no puedo avanzar en nada. Normalmente le doy un margen de quince o veinte minutos y luego me desconecto. Si quiere hablar conmigo ya me llamará.

Media hora más tarde de la hora de inicio saltó un aviso de llamada perdida en Teams de Diana. Pensé que era raro porque era del mismo minuto en que estaba mirando la pantalla. La llamé y me desvió al buzón de voz, así que me conecté a nuestra reunión y seguí a la mío. Cinco minutos después Sandra me escribió un mensaje para decirme que estaba en una llamada con Diana, que no lograban añadirme a ella. Les confirmé que estaba frente al ordenador que me llamaran cuando quisieran, pero pasaba el tiempo y no había aviso. Cuando al fin me llamaron mi jefa me pidió dos cosas: la primera, que revisara por mi cuenta una tabla que teníamos que revisar las dos (ella, más bien). Le pedí que me dijera en qué quería que me fijara y noté que le sentó mal. La segunda, que en la reunión de la tarde… Y eso fue el remate porque no supo decirme claramente qué quería de esa reunión y también le sentó mal que le preguntara. No sé para qué me llamó. Nos lanzó a Sandra y a mí a una jaula de leones. Tres minutos antes de terminar la jornada me llamó para saber si estábamos vivas… o enteras. Y de paso me puso otra reunión para mañana.

 

lunes, 1 de febrero de 2021

Covid-19, Diario de un encierro (23): A las diez en casa

Miércoles 27 de enero de 2021

Decidí que hoy me quedaría en casa a trabajar. Primero decidí que quería comer caliente y que iría solo por la tarde, pero por la mañana me había quedado dormida, desayuné un poco más tarde y no me apetecía comer temprano para llegar a tiempo a la oficina, así que cambié de opinión y me quedé. Aun así, tenía que salir a clase de inglés.

Al salir de la estación vi la tienda de El corte inglés que hay enfrente de la academia y recordé que quería mirar un juego de toallas. Desde que volví a Madrid en septiembre, organizo mi vida para coger lo mínimo posible el transporte público. Aprovecho que tengo que ir algún sitio por “obligación”, como las clases de inglés o la sesión de fisio, para hacer recados por la zona, así que hacía tiempo que necesitaba unas toallas nuevas, pero no había tenido la oportunidad (ni las rebajas) de ir en busca de unas hasta hoy. Era el día perfecto porque no iba cargada con la mochila del trabajo ni con el ordenador, así que me puse una nota en el móvil para después de la clase y, al salir, allá me fui.

miércoles, 27 de enero de 2021

Covid-19, Diario de un encierro (22): La tercera ola

Calle de Madrid todavía sin limpiar, Dorotea HydeDorotea Hyde

 

Lunes 18 de enero de 2021

Me tocó ir a hacer la prueba de covid para poder ir a trabajar a la oficina. Como abrieron las instalaciones de la empresa el miércoles pasado, pensé que las calles estarían mejor, pero algunas estaban en muy mal estado. Otras estaban decentemente bien, con caminitos pegados a las casas. Tenías que elegir entre no patinar en el hielo o que no cayera algo sobre tu cabeza. Pero lo que más me impactó fueron las calles que todavía estaban cubiertas de nieve porque dan una idea de cómo fue la nevada regalada por Filomena. Me costó llegar. 

 

viernes, 15 de enero de 2021

Las tartas de queso

Tarta de queso.
Tarta de queso (bueno, media), de Dorotea Hyde
¿Qué pasa si tenéis todo organizado para preparar la comida, que tiene que estar lista a una hora determinada para empezar a trabajar en punto, pero alguien lo boicotea todo? A mí me dio por gritar como una energúmena. Y es que la vida en la casa de los demás puede ser un poco más complicada, aunque esa casa sea la de tus padres y la sientas como propia. Cuando pasé unos meses aquí el año pasado, tuvimos un margen para organizarnos y adaptarnos, así que después de un par de semanas tanto mis padres como yo intercalábamos nuestras distintas rutinas como en una trenza perfectamente hecha.

Después de las vacaciones de Navidad, decidí quedarme un par de días más en casa de mis padres aprovechando que puedo teletrabajar. Solo eran un par de días, así que para qué íbamos a hacer la trenza, para qué íbamos siquiera a peinarnos. Pero claro, sin planificar nada era muy difícil comer a una hora decente para evitar sentarme frente al ordenador con el bocado atascado en la garganta. De llegar a tiempo a las clases de inglés ya ni hablo. Cuando estoy en casa cocino el día anterior para tener la hora del descanso lo más despejada posible. Sé que soy un poco como Phileas Fogg en ese sentido, pero mi costumbre de comer a las dos choca con las tres que ha establecido mi padre y ya no digamos con la falta de conciencia horaria de mi madre. Cada quien por su lado y todo un desastre. Así y todo, conseguí llegar a la mitad de la clase de inglés del trabajo, aunque engullendo más que comiendo y pasando un buen agobio. Y no fueron esos los peores días.