De lo
que voy a escribir hoy, no es un asunto sólo de la ofi, es un problema general
en el que he pensado (más) desde hace unos meses. Hace unas semanas vi Una pistola en cada mano,
de Cesc Gay y desencadenó la necesidad de escribir sobre ello aunque no sea novedad.
Una pistola en cada mano es una
película sencilla, más teatral que cinematográfica, dividida en varios bloques
que parecen cortos y que se conectan en la escena final. Mucho diálogo, no se
para de hablar. Antes de terminar te das cuenta de que tanto palique es la
excusa para tapar unos problemas de (in)comunicación profundos. Y esto me lleva
a lo que vengo observando en la gente a mi alrededor: lo incomunicados y solos
que en realidad estamos.
Una pistola en cada mano