lunes, 22 de abril de 2024

Encuentro bloguero primaveral

La Plaza de España (Madrid). Imagen de la fuente central.
Sábado por la mañana en la Plaza de España, de Dorotea Hyde
Me levanté temprano. Puse el despertador, pero no llegó a sonar porque los sábados me despierto a la hora de siempre sin ayuda externa. Hice lo justo por casa y salí con tiempo porque no quería llegar tarde. Pero la vida en el transporte público es siempre una incertidumbre.

Primero perdí el tren delante de la nariz y luego me pasé de estación. Cuando haces cada día la misma ruta tienes grabado el ritmo interior del trayecto: los acelerones y las paradas, la luz, los sonidos. En Atocha decidí dejar de leer para estar atenta y no dejarme llevar por la rutina de la semana laboral, pero se me ocurrió comprobar el plano una vez más para saber por dónde salir. Eso es lo que pasó, que me enfrasqué en la ruta por los nervios de no llegar mal. ¿Sabéis lo mejor? Que bajo los túneles nunca tengo cobertura. Pues ese día me dejó mirar el dichoso plano. Así que no es que llegara tarde, es que no llegué.

Llamé a Devoradora de libros desde Nuevos Ministerios y nos reorganizamos. Cogí el metro y, cuando llegué a mi destino, esperé en el lugar de encuentro original para no despistarme demasiado. A los pocos minutos tenía un mensaje de Devo: había llegado. Y al fin pudimos abrazarnos.

No sé cuántos años hace que nos seguimos, nos leemos y comentamos. Creo que nos encontramos gracias al blog de Sergio. Hace unos meses contactó por email conmigo para hacerme una consulta y de esas dudas que no sé si pude resolver, llegamos a una mañana de sábado primaveral en Madrid.

A los pocos minutos nos encontramos con Chema en el lugar de encuentro. Más abrazos. A Chema lo sigo desde hace pocos días por un fallo técnico mío, pero lo había leído en muchos blogs amigos. Que ahora recuerde, al menos en el de Devoradora de libros y el del Albada. Y siempre me había llamado la atención por el icono que tiene para identificarse: uno de los personajes más conocidos del tebeo español de hace unos años, un clasicazo: Esther y su mundo.

Dimos un paseo por una de mis zonas favoritas de Madrid: el templo de Debod, pero le prestamos poca atención porque lo que más nos apetecía era hablar y conocernos. Aunque te lleves bien con alguien en el mundo virtual, en persona la conexión puede ser diferente. Diría que en este caso no fue así. Rajamos como loros como si nos conociéramos de toda la vida… bueno, Devo y yo como loras, Chema es mucho más callado, pero creo que la sensación a la que me refiero nos invadió a los tres.

También nos dio tiempo a tomar algo, incluso con un equivalente al roscón de Reyes, que no es imprescindible, pero siempre le da un punto más a cualquier cosa. Y en menos de nada, teníamos que separarnos otra vez. El tiempo, que parece una ficción que se escapa por la mínima rendija, nos estaba jugando la mala pasada de hacernos regresar a nuestros nidos, pero íbamos cargados de emociones y muchas ganas de volver a encontrarnos.

Esta vez me he permitido traer un tema que aparentemente no encaja en mi blog por dos motivos. El primero, esta es la primera vez que he conocido en persona a otros blogueros y, aunque no tenga relación en sí con el tema del que escribo (mi trabajo), sí la tiene con el blog en sí mismo. El segundo motivo es que, como todos sabéis, hemos pasado malas épocas de troleos. Se ha ido gente por eso, hay quien ha pensado en dejarlo. Pero ¿sabéis qué? Todavía queda esperanza. Personas que merecen la pena, personas con las que no sólo te tomarías el café sin acompañamiento sino con las que no hace falta tomarse nada, sólo estar. Ojalá algún día pudiera conoceros a los demás. No pierdo la esperanza 

viernes, 5 de abril de 2024

Presión y reflexión

Cancelado, de Dorotea Hyde

El último día antes de las vacaciones de Semana Santa recibí una llamada de mi jefa, que no me llama nunca. Imagino que no es necesario decir que no era para desearme una buena semana. Si hubiera sido así, no estaría escribiendo esta entrada. Lo que quería decirme era que el jefe de uno de los departamentos con los que trabajamos (o deberíamos estar trabajando) en proyectos la estaba presionando para que gestionáramos dos con ellos porque no tienen ninguno y están celosos.

Vale, ninguno de los dos dijo que estaban celosos, pero aquí hablemos claro: lo están. Están celosos, cabreados y se sienten discriminados con respecto a los departamentos que tienen proyectos en marcha. ¿Pero sabéis qué? Me importa un comino que lo estén y que mi jefa sienta presión. Si ese departamento no tiene proyectos es culpa suya. Ella es quien organiza a principios de año quién entra en el saco. Que apechugue. Y a ellos ya les vale tardar tanto en reclamar, cuando se han visto ahogados.

viernes, 22 de marzo de 2024

Me quedo con mi cara

Autor: geralt
Hace unos años se abrieron un par de edificios en la empresa en los que implantaron un sistema de reconocimiento facial para el acceso. Por supuesto, no nos pidieron permiso para aprovecharse de nuestros caretos. Simplemente cogieron la foto que habíamos dado para la tarjeta de identificación y la incluyeron en el sistema.
 
Todo el mundo estaba encantado. Yo eché sapos y culebras por la boca, pero no pude hacer nada. Ni siquiera cuando entró en vigor el RGPD (Reglamento General de Protección de Datos) y firmé que no autorizaba el uso de mi fotografía pude conseguir que la retiraran. Cinco años y medio desde que no les firmé la autorización, cinco desde que recibí las amenazas veladas para que rectificara mi decisión.

lunes, 11 de marzo de 2024

Vigésimo aniversario

Interior del Monumento a las víctimas del 11M en Madrid
Monumento Victimas del 11M, de Fermín R.F.
Hace veinte años.

Veinte.

20

Miro atrás y parece que fue ayer, aunque por suerte ese día está cada vez más borroso en mi memoria. Sí recuerdo a la perfección cuando una de mis compañeras de piso vino corriendo a la cocina, donde yo preparaba el desayuno, y me dio la noticia con espanto. Cómo corrimos al salón y no despegamos el culo del sofá en toda la mañana y buena parte del día. Puede que los detalles ya no sean tan nítidos, pero sí lo son las sensaciones de dolor, de espanto y miedo.

Una buena parte de quienes vivíamos en Madrid en aquel momento (e incluso muchas personas que no vivían allí) conocíamos a alguien entre las víctimas o los supervivientes de aquel día (192 y unas 2000), si no directamente, sí en el segundo eslabón de la cadena. Este es mi caso. Una de mis mejores amigas del instituto perdió a una de sus primas. Lo pienso, pienso en cómo acabó esa chica de poco más de veinte años, y se me revuelven las tripas. Igual que se me revolvieron cuando trabajaba en la televisión y me tocó minutar los vídeos del juicio, allá por el 2007.

Un horror.

EL HORROR

viernes, 23 de febrero de 2024

Malditos bombones

El regalo, de Dorotea Hyde
Cuando escribí la última entrega sobre la jubilación de Diana, mi jefa anterior, la titulé Parece que ahora sí, ADIÓS. Pero la conozco lo suficiente como para haber expresado, ya en la primera línea, mis dudas sobre su marcha definitiva. Estaba segura de que aparecería de nuevo.

La primera vez fue hace un par de meses para ayudarle a Carmina, mi jefa actual, y de paso meterme en un lío. Por desgracia no escribí sobre esto, pero fue un follón tremendo que me puso contra Carmina una vez más. La segunda fue hace sólo unos días. Y aquí estoy.

miércoles, 7 de febrero de 2024

El equipo crece: la nueva secretaria de Pablo Ojete

Tres tazas de café entre plantas
Foto de Nathan Dumlao en Unsplash

Hace unos meses se jubiló Marisol Marinube, secretaria de Pablo Ojete. Aunque avisó con varios meses de antelación, la empresa no empezó a buscar a su sustituta hasta el último momento para no tener que pagarle el mes de agosto. Eso le dejaba a Marinube una semana en septiembre para formarla. Fue suficiente… para que la nueva renunciara.

No sé si la decisión de marcharse vino antes o después de salir corriendo al baño a llorar, tampoco sé si fue por el maltrato típico del Ojete, por una actitud similar por parte de Marinube o una mezcla de las dos. Mis compañeras no supieron darme detalles. Lo que sí sé con seguridad es que había una tensión en esa planta que se notaba hasta por teléfono. Llamé a Marinube para despedirme y decirle que no podía ir a la despedida porque estaba enferma y me contestó de manera tan cortante que me dejó medio desangrada en mi sala de estar (ya he fregado varias veces con lejía por si algún día tiene que entrar la científica).

viernes, 12 de enero de 2024

El chat y la rana

Se supone que esta soy yo (Spoiler: no).
Al menos llevo zapatos en los pies.
Imagen creada con Copilot,
con lo que eso implica

Me parece que no es necesario decir que la inteligencia artificial está en la boca y en las letras de casi todo el mundo, al menos del mundo con acceso a internet. Excepto Sandra, que vive en la inopia. Pero la historia de Sandra y ChatGPT da para otra entrada que no creo que escriba, aunque sería para morirse de la risa.

La empresa donde trabajo no quiere ser menos que nadie. Igual que fue una de las primeras en cerrar cuando empezó la pandemia y la primera en abrir cuando todo era todavía bastante turbio, ahora quiere ser la primera en tener su propia inteligencia artificial. Además de inventarse una pose nueva de “somos los primeros en” entre sus competidores, parece que quieran hacerle la competencia a ChatGPT (aunque ésa no sea su área de actuación).

No es un secreto que desarrollar una tecnología de este tipo no sólo requiere mucha pasta, también a los mejores. Eso también es pasta, claro, y aquí los sueldos no son muy altos, así que no sé cómo lo quieren montar.