martes, 17 de junio de 2014

Cómo las cosas nos afectan más de lo que pensamos

Lunes 16 de junio de 2014
17:39h

Hace tres meses y un poquito di por terminada la “historia” de David, aunque confieso que no perdí la esperanza del todo. En aquel post comentaba que mi última oportunidad era la entrega de los papeles que estaban en mi poder. Ese momento nunca existió. Fueron pasando los días y las semanas. Hace un mes me escribió un email pidiéndome que se los enviara por correo interno. Esos papeles suelo llevarlos yo misma y ni siquiera los dejo en los cajetines, sino que los entrego en mano. Pero en este caso me enfadé y los envié sin preocupaciones ni remordimientos por si se perdían. No me confirmó si le habían llegado o no. Me lo tomé como algo personal. Ni siquiera tiene que desviarse para ir de su casa al trabajo o al revés, sólo cambiar la ruta. Sí, me sentó fatal que no quisiera volver a verme porque el mensaje era claramente ese. Por muy ocupado/a que estés, siempre se buscan excusas para ver a la persona que te gusta. Tenía el asunto más o menos olvidado, pero ese fue el detonante para alejarlo definitivamente de mi pensamiento… Bueno, vale, a  veces regresa porque algo me lo recuerda, unos ojos iguales a los suyos, o la misma colonia. ¿Joder, tanto me afectó? Pues se ve que sí.
A finales de mayo empecé a preocuparme. A mediados era la evaluación del proyecto y a finales tenían que haber llegado las notificaciones. Y él ni pío. ¿Tanto le cuesta contactar conmigo? Es cierto que esta historia me ha afectado de un modo personal, pero ante todo es trabajo y nunca he dejado de hacerlo lo mejor que he podido (excepto en el envío de los dichoso papeles). ¿No puede él dejar de lado lo que sea que siente y ser un poco profesional?

Le di un margen de dos semanas y esta tarde le escribí. Otra confesión: me puse nerviosa. Si es que no tengo remedio. Pero… antes utilicé uno de los ases que llevo guardados en la manga. Tenía que saber. Entré en la aplicación online donde se meten los datos y donde ponen el resultado: positivo parcialmente. Hay tres opciones y dos de ellas siguen sin evaluar. Tienen que haberle llegado las cartas oficiales o se tienen que haber puesto en contacto con él para subsanar lo que parece un problema. Dudo mucho que lo haya arreglado por su cuenta. Lo habitual es pedirle ayuda a la empresa para que lo gestione, no ha habido una excepción en seis años. Y la persona que la empresa ha decidido que lleve estos asuntos soy yo. Me enrollo y me enrollo más, no paro de pensar por qué coxx (hay que ver que mal hablada me vuelvo cuando me enfado) no me ha pedido ayuda. Me da igual que pase de mí, ya no quiero la opción que él representa, pero me cabrea porque puede estar creándonos un problema a los dos.

Ahora estoy esperando su respuesta. 

4 comentarios:

  1. Nenaaaaa, el curro es curro, averigua qué coxx ha pasado con esos papeles, que te puede caer la del pulpo si se han extraviado...ja,ja,ja.
    Y luego ya solucionarás lo de "los ojos iguales qu elos suyos"
    Ayyys, qué pardillas nos volvemos cuando nos gusta un chato poderoso...

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    1. "Ayyys, qué pardillas nos volvemos cuando nos gusta un chato poderoso..." Y qué lo digas, jajajaja. A ver si se me pasa pronto porque a veces me desconozco.

      No me ha vuelto a reclamar los papeles, eso es que llegaron. No es la primera vez que alguien los pierde y me quiere echar el marrón a mí :S

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    2. Como voy de atrás hacia adelante, espero ver un desenlace feliz. Y cuando digo feliz, es que le hayas dado carpetazo a este tontín que no parece tenerte en cuenta. Hummmm....

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    3. Totalmente cerrado. Si volviera a aparecer no estoy segura de no abrir la puerta de nuevo, pero de momento tiene un par de candados puestos :D

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