Yes please, de Allert Aalders |
Cuando salgo al patio veo a uno de los participantes sentado
en una silla al sol, con la cabeza baja como si estuviera mareado. Debe de
estar haciendo algún ejercicio. Desde que me lo han contado tengo cada vez más
tentaciones de gritar y hacer ruido. Es una lástima que hoy no lleve tacones
para molestar, aunque sigo teniendo la boca dispuesta para hablar, sobre todo
si alguien menciona Juego de tronos, el tema estrella de
las últimas semanas. Creo que es la falta de sexo la que me está llevando a ese
nivel. Tendría que buscarme un amante aficionado a la serie para matar dos
pájaros de un tiro. Le tengo echado el ojo a uno, pero falla en el tema serie.
Mal.
Tránsito de Mercurio por delante del Sol, de José Miguel |
Hay alguien más en la empresa que irrumpiría en esa sala
llevando con gusto un altavoz, alguien que se jubila y ha decidido enviarnos en
un adjunto una despedida un tanto desasosegante. Lo abrí por la curiosidad
enfermiza que me invade hoy. Esperaba un testamento digno de los treinta años
que llevaba aquí, pero sólo había una fotografía del tránsito de Mercurio ante el Sol y una docena de líneas cargadas de veneno. La Rotten
me contó que era bastante malas pulgas. A lo mejor esta vez tengo que darle la
razón. Durante estos años ha sido como Venus transitando delante del Sol, el
paso por aquí lo ha calcinado (al menos no está tan calcinado como Mercurio),
lo han hecho sentirse minúsculo y en soledad. Vaaaale. Me siento así a
menudo, pero jamás enviaría un email de despedida diciendo que no doy ni agua a
los que no me quieren. Si no les doy ni agua, no necesito anunciarlo, están
muertos de sed, es redundante. Éste tendría que meterse en la clase del silencio.
Nunca es tarde.
Hay más gente con aversión al silencio. Una es la Rotten, que me
llamó a primera hora de la mañana. Creo que Circe y yo volvimos a invocarla.
Sigue como una cabra. Quiere ponerse la vacuna contra la alergia a los ácaros
porque un brujo mendigo le ha dicho que puede aliviarle lo de las pulgas. Puede que sea cierto, aunque en su estado creería hasta en los unicornios
y, sobre todo, cree en ese médico loco desde siempre, no es debido a la
desesperación por una cura imposible. A veces me entran dudas y pienso que quizás está enferma desde que la
conozco y no supe ver que lo estaba. Veo tan difícil que rompa ese vínculo que
le alimenta la locura, que no sé si algún día dejará de ver larvas y pulgas. En
cualquier caso, está aún más necesitada que yo, al fin y al cabo, de momento no
veo visiones. Su cumpleaños es en octubre. Me da tiempo a ahorrar para
regalarle un vibrador.
Blah, de Flood G. |
Sandra es la otra que tiene ganas de palique. Otra
necesitada. Si es que al final todo se reduce al sexo... He descubierto que usa
un segundo teléfono, supongo que para que su marido no le siga ciertos pasos. Cuando
sale de palique deja el oficial en el neozulo y su marido la llama como un
histérico tanto al fijo como al móvil. Sí, lo miré y vi el careto del tipo en
la pantalla. Prefiero no describir cómo es porque estoy condicionada por la
repulsión que siento, que viene dada por la repulsión que siente ella. Cuando
se va a casa, lo deja en el cajón de la oficina. Oigo cómo le llegan los
mensajes. La primera vez casi me volví loca pensando de dónde venía la
vibración. Con el segundo timbrazo me di cuenta de la jugada. Es lógico que lo
deje ahí. Él revisa todo, incluso los papeles hechos bola en el suelo del
coche. No se va y casi es la hora del té. Me daría igual si no quisiera hablar.
Ha venido con mucha energía del paseo. Voy a tener que seguirla, estoy
intrigada de verdad por esas llamadas que no quiere que su marido conozca.
Al final he alargado el descanso para no aguantarla. Se ha
ido a las seis. ¡A las seis! No sé si sabía que nuestra jefa no está aquí desde
las cinco y media. Eso también le importa bastante, no sea que nadie se entere
de que está haciendo horas extras jugando a marcianitos. ¡Marcianitos! Marciana
ella.
interesante tu texto como todo lo que escribis un placer leerte y gracias por tu hermoso comentario
ResponderEliminarMil gracias a ti por pasarte por aquí, Recomenzar :) Un beso.
EliminarCon lo que me gusta a mí el silencio... Es un bien preciado que curiosamente mucha gente desprecia. Estoy por irme un día de vacaciones a un desierto. Dicen que es el lugar donde se experimenta el silencio más extraordinario del mundo. Allí no existe ni un mísero grillo que lo quiebre.
ResponderEliminarA mí también me encanta. Ahora, por ejemplo, que estoy sola en la ofi, es una maravilla. Puedo ser bastante parlanchina en ciertos momentos, pero intento no hablar por hablar. Yo las vacaciones las tenía pensadas en Marte, pero últimamente está muy solicitado.
EliminarSaludos!