Me
levanté un poco más tarde de lo habitual para un jueves. Había huelga de
estudiantes, pero debía de tener alguna práctica que hacer porque sobre las
ocho y media estaba preparándome el desayuno. Una de mis compañeras de piso vino corriendo a la cocina, alterada y pálida. Las dos volvimos inmediatamente
al salón donde las dos tazas de leche se quedaron frías. Creo que no hice nada
en todo el día, solo recuerdo las terribles imágenes repetidas una y otra vez,
como si el tiempo se hubiera parado, y las llamadas que entraban a duras penas
porque las líneas estaban colapsadas. Las cuatro intentando llamar a casa para
decir que estábamos bien porque ante una situación como aquella, nuestros
padres estarían preocupados aun sabiendo que no teníamos por qué coger el tren
a esa hora.
Tres años después, empecé a trabajar en el departamento de documentación de una cadena de televisión. Desde entonces, el tren forma parte de mi rutina diaria. Había pasado un tiempo, ya no entraba en el vagón mirando los estantes portaequipajes buscando mochilas abandonadas. Entonces, comenzó el juicio. El juez Bermúdez como presidente de la sala, los acusados en la pecera, los testigos… Trabajaba en la sección de Nacional. Los vídeos del juicio tenían que estar minutados con preferencia. Mis seis meses allí fueron estupendos, aprendí muchísimo, conocí a dos buenísimas amigas y me lo pasé genial, pero el minutado de esos vídeos, escuchar testimonios crudísimos, por no hablar de imágenes que nunca quise ver, es algo que siempre irá conmigo.
Hoy hace
diez años. No quería escribir sobre esto porque todo el mundo escribe y habla,
pero el corazón me lo pidió. No puedo coger el tren pensando en lo que pasó,
pero a veces es inevitable. Esos días tengo miedo y otros incidentes se quedan en nada comparándolos
con ese miedo. Me acuerdo de las víctimas, también de las que sobrevivieron (a veces sólo recordamos a los muertos).
Supongo que no han podido coger un tren otra vez, que su vida ha quedado
destrozada y marcada, que les costará salir de casa y que ellas sí van buscando
mochilas por todas partes. Me entra mareo sólo de pensarlo.
Y lo peor de todo es que ese horrendo crimen no está resuelto del todo sigue estando rodeado de muchas incógnitas ,organizadores intelectuales, conspiraciones etc,etc.... espero que algún día se sepa toda la verdad.
ResponderEliminarNo creo que se sepa todo. Para mí el mayor misterio es qué pasa dentro de las cabezas de los que lo organizan. No consigo explicármelo y mucho menos entenderlo.
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