Hoy me hago la víctima

Estoy triste. Es cierto que no es la mejor época de mi vida, pero siempre intento sacar algo positivo de las cosas para no hundirme. Hoy no puedo. David y yo hemos terminado nuestro proyecto, mañana vendrá a recoger unos papeles y ya no lo veré más. Trabajamos en la misma empresa, en edificios diferentes que no están ni a doscientos metros de distancia. Nunca me lo encuentro. Quizás es porque tenemos horarios distintos, porque salimos en direcciones opuestas o porque él pasa mucho tiempo de viaje. El caso es que mañana será la despedida (definitiva).

Cuando hablé de él en otrao casión dije que había sido un placer que se fijara en mí y no en alguna de las arpías. Es cierto, pero no es suficiente. En aquel momento había otra persona en mi vida y eso me limitaba. Ahora querría más. Creo que le gusto, noto que cuando entro en su despacho se alegra de verme, pero sólo lo creo. No me da una señal clara para lanzarme… ¿o esa es LA señal y yo soy la torpe más torpe? Lo veo tan tímido, creo que nos haría falta más tiempo. Quizás debería lanzarme igualmente. Si la cago y tenemos que vernos de nuevo en unos meses, ¡qué más da!, iré armada de un cuchillo para cortar la tensión que por desgracia no será sexual.

Voy a hacer el esfuerzo de ser positiva. Aún me queda ese pequeño encuentro. Si viene temprano me pillará sola en el despacho. Podría ser la ocasión perfecta, aquí no hay cristal en la puerta. Pero ya que estoy sincerándome, debo contarlo todo. En dos meses sabremos el resultado, a él le llegarán las comunicaciones en papel, me las enviará escaneadas y adiós para siempre, a no ser… a no ser que la respuesta sea negativa.

Negativa… Quizás… No, no, Dorotea, ni lo pienses que también es malo para ti. Si es negativa… en unos meses volveríamos a encontraros (si no me despiden antes por falta de resultados) y tendría una nueva oportunidad. La vida de momento no me ha dado segundas oportunidades, va siendo hora, ¿no? ¡Sí! Sólo que si la respuesta es negativa, lo pasará mal, lo he visto en otros y no quiero que a David le pase lo mismo. No me va a pedir consuelo, como mucho me consultará las posibilidades que tenemos en el futuro. Sin embargo, no puedo dejar de pensar: que no salga, que no salga, que no salga. ¿Soy mala por desearlo y encima repetirlo como un mantra? Además de estar triste, me siento mal por pensar así. Se ve que hoy tengo el día victimista.