Martes 9 de
septiembre de 2014
14.45h:
Estoy en la mitad del capítulo diez de Mad Men (primera temporada). Sufro
con cada capítulo de esta serie por la situación de las mujeres. Hoy no es una
excepción. En mi estado de concentración me pilla por sorpresa que la cabezota
de Ascensión asome por la puerta, como jugando al escondite. Tiene sesenta y
parece que tiene seis. Y además olvida que la que aparenta cuatro en este
despacho es Sandra y hoy no está. En esos momentos de infantilismo parece más
Heidi que la señorita Rottenmeier. Ojo
con eso que engaña a cualquiera.
Si normalmente me fastidia que se pase por aquí, que venga
en mi tiempo libre me fastidia aún más. Este capítulo no es el mejor capítulo
de los que llevo vistos (la cosa cambiará cuando pueda terminarlo). Me incomoda
un poco ese rollo de Don y Roger con las gemelas, pero quiero saber si al final
resulta que tienen dieciséis y los denuncian a los dos. El caso es que queda en suspenso porque la Rotten empieza a contarme sus problemas. Esta vez
son las guardias.
La mayoría de secretarias tiene que hacer una guardia al mes
el sábado por la mañana, siguiendo el mismo orden todo el curso y en septiembre
se cambia. Eso es así al menos desde que yo estoy aquí, supongo que para que a una persona no le coincida trabajar
en los mismos puentes año tras año. El cabreo de la Rotten viene porque antes
de vacaciones, aprovechando una oferta, compró los billetes para irse a casa de
su madre, incluidos los de este mes, sin tener en cuenta los cambios. Además,
al estar en un edificio nuevo sería un milagro que le tocara el mismo orden que
en el anterior. No sería nada terrible reconocer que se olvidó de los cambios
con la emoción por el descuento. ¿Cómo dices eso, Dorotea? La Rotten es
perfecta, sin debilidades, son los demás los que meten la pata.
Pasan cinco minutos, diez, luego quince y ya son las tres.
Quiero ir a dar un paseo para ver el sol y estirar las piernas y veo que esta
tía no se larga. Solución: picarla. Empiezo amablemente diciéndole que esos
cambios se producen cada año, que no son novedad. Como ella me replica que
están fatal sin darme ningún motivo consistente, mi paciencia llega al límite.
Le digo que esta vez el error fue suyo. No me hace falta mencionar que no tuvo en cuenta ni el cambio de edificio, ni
la injusticia que sería mantenerlo siempre igual. No quiero humillarla, sólo
decirle la verdad. Acusarla de que se ha equivocado la enciende más que si le
llamaran puta. Además, cuando viene aquí espera que le demos la razón en todo,
pero si no la tiene, no la tiene. Veo salir chispas de sus ojos. Al fin decide
irse, no sin antes decirme que no, que el error es de ellas (las que organizan
los turnos) y darme las gracias porque contarme las cosas le ayuda a airear la
mente. ¿Y qué pasa conmigo? ¿Me voy a terapia en la hora que me queda? Menos
mal que tengo el blog para desahogarme, da igual que me lean o no. Lo que me
ayuda es exteriorizarlo.
Antes de que recule, que no sería la primera vez, me levanto
y le digo que me voy a dar un paseo para airearme yo también. “Pues salimos
juntas”, dice emocionada. El enfado le ha durado nada, pero tengo en la mano el
cepillo de dientes, la excusa que me dará ventaja para que no me siga calentado
la cabeza también fuera.
18:09h:
Esther me envía un email: “Ahí viene la Rotten. No ha
entrado aún”. Bloqueo el PC, cojo el móvil, el jabón de manos y me voy
corriendo al baño.
A las 18:23 regreso al zulo. La oigo hablar con las chicas
de recepción, pero al poco rato se oyen unos tacones y a Teresa hablando con
una mujer. Le pregunto a Esther. Me confirma que está abajo usando el teléfono
de otra compañera. La tensión no desaparecerá hasta que ella se vaya.
Estoy harta de huir. Pero hoy no quiero verla más. Me
provocó un corte de digestión y no quiero que me amargue la merienda.
Miércoles 10 de
septiembre de 2014
14.25h:
Aparece la Rotten por tercera vez hoy y de nuevo en la hora
de la comida, de hecho, aún tengo el tupper delante y el tenedor en la mano. No
le importa. Hoy ha sido demasiado para algunos de los que trabajamos aquí. Organizó
una presentación en el aula del edificio, así que no salió en toda la mañana. A
estas horas, algunos tenemos la cabeza echando humo.
Primero me pilló cuando fui a buscar agua. Por suerte, tenía
que estar pendiente del catering y me dejó pronto. Después subió tres veces más
a darme el coñazo, una de ellas ahora. Mr. Lolas sale un momento y empieza a
preguntarme como una desesperada: ¿Qué me tenías que contar? ¿Qué me tenías que
contar? No me acuerdo, Ascensión. Sí, sí, ayer me dijiste que me tenías que
contar algo pero como estaba este niño no me lo contaste. Suena mi móvil. Pues no
me acuerdo. Que sí, que tenías que contarme algo. Como no quería que cogiera la
llamada empezó a hablar más alto. Perra. Tenías que contarme algo, tenías que
contarme algo.
Entre la presión que me estaba metiendo y el móvil sonando,
me costaba mucho hacer memoria. No sé lo que me dijo realmente, sólo oía “Tenías
que contarme algo” como si fuera una gallina. Al fin lo recordé, pero pasé de
contárselo. Una tontería que sé que a ella le encantaría, una maldad de
diablillo, pero por pesada se queda sin ella.
Deseo que hoy me deje tranquila por la tarde. Aunque sé que
los mantras, no funcionan.
Voy a tener una comida tranquila y a ver el cap. de Mad Men entero.
Voy a tener una comida tranquila y a ver el cap. de Mad Men entero.
— Dorotea Hyde (@DiablilloDoroty) septiembre 10, 2014
Oye, pues si puedes verte capítulos de lo que sea en el trabajo, seguro que tampoco está tan mal.
ResponderEliminarMad Men, no me enganchó nada, lo dejé en la 2º temporada. Y además me daba ansiedad, tanto fumar tanto fumar...
Ya te dije, dime la dirección que pongo firme a la Rotten esa :-P
O llamamos a "Virginia" a que le haga un trabajillo, je je...
Me come los comentarios hasta en mi blog :S
EliminarPara la Rotten un trabajillo mejor jajaja. Está claro que soy tonta y no soy capaz de manejarla. En realidad, aquí nadie es capaz de manejarla, no sé cómo se las apaña.
Mad men me ha enganchado, pero también me crea un poco de ansiedad, con el tabaco ¡y la bebida! Y sí, la veo en el curro, pero en la hora de la comida. Aunque por las tardes cuando me quedo sola sí tendría oportunidad de ver cosas. :D
Habérmelo dicho antes, mujer: tú te venías a Valencia a aguantar a mi familia y yo a dondequiera que trabajes a aguantar a la Rotten. Seguro que yo le caería fatal y me dejaría en paz y seguro que a ti te encantaría mi familia. Y solucionado :D.
ResponderEliminarBromas aparte, gracias por postear, me ha sentado bien. Y… chica es que no se me ocurre cómo librarme de gente así, de verdad. Ignorarla no funciona. Invéntate un novio. Uno muy malo. Y le vendes chismes y te haces la desesperada. Y así ella goza y te dejará más en paz. O al menos, no conseguirá averiguar nada que sea cierto. ¿Y no puedes ponerla por las nubes delante de alguien para que la asciendan y esté más lejos de ti? O que la degraden, lo que prefieras. No sé… Deja una fotocopia de un culo firmado por Ascensión en el buzón de su jefe y tal… Si tiene 60, ya ha de aspirar a alguna prejubilación la mujer *modo cutre-cruel on*
Y Mad Men está muy chula. Por las mujeres, no por los hombres. Sobre todo por Joan y Peggy, porque Betty está muy empaná la pobre. Un abrazo, guapa, y mucho ánimo :)
Jajaja, me encantan todas tus propuestas. La mía era dejarla en una plaza de Afganistán sin velo, pero llegamos a la conclusión de que desintegraría hasta al estado islámico. Hemos visto darse por vencidos a auténticos monstruos dentro de la empresa por ella.
EliminarSí, las Mad Women me encantan. Betty la pobre es que es una inocentona tremenda, me da mucha pena, pero no me cae mal.
Gracias por pasarte y me alegro de que leer esto te haya sentado bien :)