Jueves 15 de febrero de 2018
18:20h
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Pulga, de Lady Orlando |
Suena el teléfono. Todas las entradas del diario de
Ascensión, la Rotten, comienzan de manera parecida, con una llamada o una
visita. Suena y suena, estoy a punto de no cogerlo, pero estoy pendiente de una
llamada. Como siempre, tengo el teléfono tapado por la CPU, no veo quién llama,
vivo confiada. El caso es que lo cojo sin mirar el nombre y ahí está, con su
vocecita de niñita-vieja, medio susurrada. Soy idiota a más no poder. ¿Por qué porras
he descolgado?
Hola, Dorotea, ¿no has cogido la gripe? Así de sopetón. Una
pena que no la tenga, por fin me tomaría ese café con ella para pasársela tosiendo
sin taparme la boca. A continuación sigue
preguntando por mi estado, que si llevo mejor el trabajo. El control, ahí está.
Le digo que sí, pero es solo parte de mi estrategia. Si cree que voy a ir a
tomar café con ella solo porque puedo respirar, y dormir, e irme a mi casa a la
hora que me corresponde, está muy equivocada. No me conoce. La próxima vez que
llame estaré alerta, miraré esa maldita pantalla y no cogeré. Y le devolveré la
llamada dos días después diciéndole que estoy otra vez hasta el cogote, ahogada
y con tal estrés que no tengo ni vida, como ella. Bueno, me ahorraré el como
ella.
18:25h
Cinco minutos y ya terminamos conmigo. No voy a contarle
nada sobre mi vida y ella no va a preguntarme más. Eso era lo justo para saber
si puede llamarme en quince días y presionar para lo del café, lo justo para no
parecer una maleducada egoísta y lo justo para empezar con lo que más le
interesa sin parecer una desesperada. Este es el patrón que se repite en todas
sus llamadas antes de hablar de las pulgas. No, ya no hay, bueno sí, en el
edificio donde trabaja sí. Larvas. Sigue con el ritual de sacudirse a todas
horas. Releo lo que llevo escrito y esta entrada del diario parece igual a
otras sobre ella. ¿Por qué decidirme entonces por el mismo tema? Porque después
de lo de siempre, llega lo nuevo.
Mañana tiene cita en alergología. Hace justo un año le
comió el coco a su doctora para que le recetara la vacuna contra la alergia a
los ácaros. No sé si ácaros y pulgas tienen relación a nivel alergológico, ella
llegó a la conclusión de que sí montando un laboratorio en casa, observando a
los animales en tubos de ensayo. Si veía las larvas en las moquetas, estaba claro
que usaría esos súper poderes oculares para otros fines. No creo que use
microscopio. Su tesis es que si pulgas y ácaros conviven en el mismo hábitat,
el remedio para la alergia a las pulgas tiene que ser similar (o el mismo) que
el de la alergia a los ácaros. Lo que no dice es que todo convive con los
ácaros, pues están en todas partes y que, en este caso, conviven juntos porque
ella los metió en tubos de ensayo modificando las condiciones naturales. A
veces me gustaría ver su casa, otras preferiría ver una película de terror
antes que entrar en ese piso. Y odio las pelis de terror. Total, que se fue con
esta historia al especialista y no sé si la doctora que la atendió decidió que
todo tenía sentido o simplemente pensó que su mente se quedaría más tranquila
con la vacuna, porque se la recetó y le dijo que volviera en un año para ver
los resultados. Y en esas está la mujer. Contándome entusiasmada, mientras yo
voy escribiendo mentalmente estas líneas, que le va a decir que el tratamiento
es un éxito, que ya no le atacan, ni le salen ronchas. Aunque sigue sacudiendo
la ropa porque están ahí.
18:40h
Nos acercamos peligrosamente a menos cuarto. Lleva quince
minutos hablando y sin intención de cambiar de tema o parar. De la vacuna ha
pasado al informe sobre las pulgas que ya ha terminado. No sé muy bien qué va a
incluir. ¿Técnicas de exterminio? ¿Maneras de evitarlas? ¿Remedios para las
picaduras? Sacudir la ropa mil veces al día va a estar incluido. Ha vuelto a
repetirlo, y probablemente se despedirá con eso, como un mantra. Es su frase
mítica en vez de “Que la fuerza te
acompañe”, “Sayonara, baby”, “Hola, me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a
mi padre, prepárate a morir” o “Francamente,
querida, me importa un bledo”. "Adiós, Dorotea, no
te olvides de desnudarte y sacudir la ropa al entrar y al salir". ¿En el informe
también recomendará lo del desnudo? Mi teoría sigue siendo que si se desnudara
más (no sé si ella pillaría el eufemismo de echar más polvos) vería menos pulgas.
Vaya, qué pena, he perdido el hilo por divagar. Creo que ha
vuelto a lo de los desnudos y sacudir la ropa. La conozco y sé que está deseando
que lea su informe. Lo está haciendo para… uf, me falla la memoria, no sé si
para un centro de salud de Murcia, o para el sistema sanitario de toda la
comunidad. No sé cómo conoció a alguien de allí, se hizo pasar por experta y se
lo encargaron. Muchas veces he pensado que, igual que ella va de entendida
máxima en el tema, el que habló con ella se puede hacer pasar por médico. Por
supuesto, no descarto que todo sea mentira. A estas alturas ya no me creo nada
de lo que cuenta. Y sobre el informe, no pienso leerlo, ni siquiera si me lo
pide abiertamente, ni siquiera si me da una copia. No es que me niegue a
aprender sino que no quiero tener más vínculos con esa señora. Hace unos años
hubo una plaga de pulgas en la región donde viven mis padres, bestial. Por
aquel entonces había tres perros en casa y un par de decenas de gatos. Las
pulgas nos invadieron, bajo el colchón, entre las sábanas, entre los cojines de
los sofás, saltando a la mesa mientras comíamos en el patio. Las eliminamos sin
problemas, que no me venga esta a dar lecciones de limpieza, higiene y
paparruchas.
18:45h
Ahora me dice que me deja porque ya son menos cuarto y hace
un rato que me tenía que haber ido. Si piensa que salgo a las seis y media,
primero, que no me llame diez minutos antes de salir. Y segundo, que no me
suelte el rollo pasada la hora cuando estoy intentando cortarle desde hace
quince minutos. Intentando. Debería colgarle directamente, aunque volvería a
llamar y no me dejaría trabajar. Igual que cuando te atrapa por la calle y te
sigue mientras tú intentas escapar.
Dorotea, lo tuyo es la novela, un blog se te queda corto, ¿a que si?
ResponderEliminarSaludos.
Sí, jajaja. Con la historia de La Rotten me habría gustado escribir algo más largo, pero no consigo alejarme lo suficiente, así que de momento se quedará por aquí.
EliminarUn abrazo.
La Rotten siempre es una maravilla leída. Luego ya en persona debe ser el terror. Y el teléfono al que te puede llamar es una bomba de relojería. Qué imprudencia cogerlo así, de cualquier manera. Realmente tiene una manía compulsiva. Está fatal. El problema es que si le quitas su manía no tiene por qué ser tonta así que vigila con su capacidad para convencer. Te puede hacer creer que hay pulgas y ácaros o que estos no te van a dejar vivir.
ResponderEliminarLo que más me hace ver que está fatal, más que su manía, es la forma en que piensa que los demás la comparten. Tiene una falta de empatía total. O por lo menos equivocada.
El tratamiento ese no le va a servir de nada. Necesita otro tipo de medicación menos externa. La que seguramente no querrá. Fuerza, Dorotea, mucha fuerza y paciencia. Un abrazo.
Lo has clavado, Sergio. Un par de personas por aquí se atrevieron a decir (las admiro) que lo suyo es un problema psiquiátrico y se puso hecha un basilisco. Y no es que no vea todos esos bichos, es que no están. Ahora trabajo en el edificio donde empezó todo y nunca me han picado. Y sobre su falta de empatía, como siempre tiene la razón, para qué va a empatizar. No me libro de ella ni a la de tres, pero una parte de la culpa es mía por ser tan descuidada.
EliminarUn abrazo y gracias!!
Eres una novela muchacha
ResponderEliminarescribe un libro
y lograrás cosas que con un blog no puedes
Un beso a la distancia
Admiro tu texto
abrazos
Mil gracias, Recomenzar. De verdad que me encantaría escribirlo, pero aún no es el momento. Tengo que poner distancia primero con esta historia. :)
EliminarUn beso enorme.