Jueves 15 de febrero de 2018
18:20h
Pulga, de Lady Orlando |
Suena el teléfono. Todas las entradas del diario de
Ascensión, la Rotten, comienzan de manera parecida, con una llamada o una
visita. Suena y suena, estoy a punto de no cogerlo, pero estoy pendiente de una
llamada. Como siempre, tengo el teléfono tapado por la CPU, no veo quién llama,
vivo confiada. El caso es que lo cojo sin mirar el nombre y ahí está, con su
vocecita de niñita-vieja, medio susurrada. Soy idiota a más no poder. ¿Por qué porras
he descolgado?
Hola, Dorotea, ¿no has cogido la gripe? Así de sopetón. Una
pena que no la tenga, por fin me tomaría ese café con ella para pasársela tosiendo
sin taparme la boca. A continuación sigue
preguntando por mi estado, que si llevo mejor el trabajo. El control, ahí está.
Le digo que sí, pero es solo parte de mi estrategia. Si cree que voy a ir a
tomar café con ella solo porque puedo respirar, y dormir, e irme a mi casa a la
hora que me corresponde, está muy equivocada. No me conoce. La próxima vez que
llame estaré alerta, miraré esa maldita pantalla y no cogeré. Y le devolveré la
llamada dos días después diciéndole que estoy otra vez hasta el cogote, ahogada
y con tal estrés que no tengo ni vida, como ella. Bueno, me ahorraré el como
ella.