El chat y la rana

Se supone que esta soy yo (Spoiler: no).
Al menos llevo zapatos en los pies.
Imagen creada con Copilot,
con lo que eso implica

Me parece que no es necesario decir que la inteligencia artificial está en la boca y en las letras de casi todo el mundo, al menos del mundo con acceso a internet. Excepto Sandra, que vive en la inopia. Pero la historia de Sandra y ChatGPT da para otra entrada que no creo que escriba, aunque sería para morirse de la risa.

La empresa donde trabajo no quiere ser menos que nadie. Igual que fue una de las primeras en cerrar cuando empezó la pandemia y la primera en abrir cuando todo era todavía bastante turbio, ahora quiere ser la primera en tener su propia inteligencia artificial. Además de inventarse una pose nueva de “somos los primeros en” entre sus competidores, parece que quieran hacerle la competencia a ChatGPT (aunque ésa no sea su área de actuación).

No es un secreto que desarrollar una tecnología de este tipo no sólo requiere mucha pasta, también a los mejores. Eso también es pasta, claro, y aquí los sueldos no son muy altos, así que no sé cómo lo quieren montar.

El caso es que empezaron prohibiendo el uso de ChatGPT para usos laborales y han instalado el chat de Bing personalizado. Se supone que este chat no utilizará los datos que pongamos en las conversaciones para entrenar a la IA y tampoco se verán aireados en otras conversaciones. Aún no lo he probado demasiado, sólo para generar imágenes como juego. Utiliza la tecnología de Dall-E y los resultados son decentes, pero el servicio se queda colgado con mucha frecuencia. Y casi nunca hace lo que le pido.

A la petición de adaptar una foto mía, acompañada con una descripción textual para que no haya dudas de lo que quiero, siempre me dibuja con pinta de niña, delgada como un fideo y me pone los zapatos rojos sobre una mesa, en una estantería o sobre mi nariz, pero nunca en los pies. Si le insisto en que quiero a una mujer que ronda los cuarenta, entonces se pasa al otro extremo y dibuja a una mujer de unos sesenta. Si le recuerdo que quiero a alguien con sobrepeso, entonces dibuja a una mujer con tetazas, pero que tiene cinturita de avispa. Y tiende a colocarme la compañía de un maromo, aunque le diga expresamente que quiero que la mujer de la fotografía esté sola. Primero el maromo es un anciano, luego pasa a poner a mi lado a un hombre joven y termina por poner a un adolescente, como si yo fuera el retrato de Dorian Gray de este acompañante y cuanto más envejece mi caricatura, más rejuvenece él.

En ese punto intento tener una conversación seria con él (tras ver las tetas enormes que ha dibujado no tengo dudas de que es un tío, perdónenme mis lectores masculinos por mis prejuicios) y le digo sutilmente que tiene una base de datos muy sesgada, todo de tías buenorras, jovencísimas y con tetazas. Y que tener tetas grandes no significa tener sobrepeso. No es posible razonar con él, pero supongo que ya lo sabíais y esto no es un spoiler. Lo que sí puede ser sorprendente es que me acusa de tener prejuicios por el peso de la gente o su edad y que él tiene que ser lo más imparcial posible. No comment.

De este chat pasamos a la Rana. Es nuestro asistente en Teams y le llamamos así porque es un bicho que parece una rana, aunque no lo es. El dichoso bicho no habla bien español. Cuando le pongo las cosas en inglés para que no tenga que traducirlo a su manera no lo reconoce porque previamente le he hablado en español. Me encanta usar la ironía y el humor. Por supuesto no entiende ni jota, pero tampoco me responde de manera literal.

El gran problema de esta última es que nos la han metido a presión y está sin entrenar, supongo que para que fuera más baratita. Por supuesto, quieren que la entrenemos nosotras y yo, salvo un par de usos muy específicos, paso. Como en casi todo, no se trata de que una pase. Una relación es en dos direcciones y siempre habrá una conexión si una de las partes (la otra) se empeña en seguir. Y esto es lo que pasa con la Rana, que la muy perraca tiene una iniciativa propia apabullante. A la Rotten le ha cambiado varias reservas de salas de reunión y a mí me ha enviado las incidencias informáticas de otra compañera. Imaginad que fuera algo confidencial.

A pesar de mis desencuentros con estas inteligencias y a pesar también de mis bromas, suelo ser educada. No por nada he crecido con Terminator. Si algún día dominan el mundo espero que recuerden que fui cortés y las traté bien. Porque ya veis, también entre las artificialidades hay niveles y aptitudes. E igual que nos preguntamos como esta o esa otra persona han llegado a donde están a pesar de su poca inteligencia, supongo que con éstas pasará igual. Si no, la rana, no habría llegado ni a la fase de renacuajo y miradla, croando gilipolleces tan feliz.