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Señalización de My Way, de Rommel Davila |
Por eso, en mayo de 2024 yo aún tenía la opción de
apuntarme. Si soy sincera, con ganas locas de dejar mi trabajo actual, pero con
cero motivación por irme al otro lado sabiendo estos detalles.
Me inscribí. Subí los pocos méritos que tengo que dan puntos y pagué las tasas. Y de pronto…
El sistema se cayó y mi pago no aparecía reflejado en el formulario. Escribí al email de ayuda y me dijeron que subiera el justificante en el apartado del examen de 2022, que los revisores verían lo que había pasado y lo darían por bueno, pero tampoco me dejaba. Sólo me quedaba el periodo de subsanación.
Estuve pendiente de él dos meses y no lo vi por ningún lado
y, sinceramente, cuando llegaron agosto y las vacaciones, me olvidé de todo.
Habría seguido así, pero en septiembre me encontré con una amiga que me
preguntó cómo iba. Me “obligó” a asegurarle que lo revisaría de nuevo, aunque
después de tanto tiempo yo lo veía perdido.
Llegué a casa y cumplí mi palabra y mi sorpresa fue que
estaba en las listas de admitidas para el examen. Pero había algo más: tendría
que examinarme dos semanas después. Casi morí. No me daba tiempo ni a
aprenderme los nombres del consejo de ministros, mucho menos a aprenderme la
constitución.
Mi estado anímico empeoró cuando salieron a la luz nuevos trapicheos en forma de preguntas filtradas para las pruebas de informadores la semana siguiente, el examen aplazado, testimonios de trabajadores criticando la situación. Si mi motivación era cero cuando me matriculé, ahora estaba en negativo. No quería ir. No quería hacer el ridículo, además, aquello que siempre había sido una especie de sueño era ahora una desmotivación más.
Mi cuerpo se rebeló y caí enferma. Mi mente se peleaba
consigo misma. Mucha gente a mi alrededor me decía que fuera a probar y ver
cómo era, pero es que ya había pasado por eso. Esa vez no tenía que ser la de
prueba si no la de ir a por algo. Sólo tenía ganas de llorar, pero todas las
partículas de agua de mi cuerpo estaban centradas en formar mocos y flemas.
El día anterior no sabía qué me molestaba más: ir sin
estudiar o tener que ir al culo del mundo y perder todo el día para no aprobar.
Mi lado Jekyll decía que, ya que había pagado, tenía que ir. Mi lado Hyde
presionaba para que me escaqueara. Al final no sabía si iría hasta que no
llegara el momento de salir.
[Continuará...]
A veces hay que hacerle caso al lado Hyde, aunque parezca mentira.
ResponderEliminarTu historia ha despertado mi interés.
Un abrazo.
:D Me alegro de que te haya picado la curiosidad. Ya ves que tengo esto abandonadísimo, pero a ver si este viernes publico el desenlace.
EliminarUn abrazo.
Great blog
ResponderEliminarEspero que hayas ido! Estoy seguro que sí y lo leeremos a ver como te fue.
ResponderEliminarPasaba a desearte unas hermosas navidades y que la pases bien, saludos amiga bloguera...
Igualmente, JLO. Tengo esto un tanto abandonado y ni siquiera me he pasado como otras veces por los blogs amigos a felicitar el año. Espero que me perdonéis.
EliminarUn abrazo y, a pesar de ser ya 30 de enero, espero que tengas un gran año.
ResponderEliminarInteresante continuará. Las oposiciones están cargadas de accidentes asi...
Lo que habrá por ahí y no sabemos. :D
Eliminarya recuerdo cuando nos contaste esta historia. :( si te dicen que el pago no se ha hecho efectivo, asumes que no te puedes presentar y no estudias, para qué? tanto trámite burocrático desanima a la gente, y eso sin contar que pueda haber alguna mano negra...
ResponderEliminarespero que, más tarde o más temprano, puedas cumplir tu sueño y nos lo puedas contar por aquí. abrazos!!
Ojalá que sí, Chema. A veces la desilusión puede con una.
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