Dorotea corre en una carrera

Start- Kilcock 10 Mile 2019, de Peter Mooney

No sé qué se me pasó por la cabeza, pero el caso es que organizaron una carrera en la empresa y me apunté. Así de fácil y así de loca.

Faltaban tres meses y yo sin preparación. Diez kilómetros y dos modalidades: correr y caminar. No penséis que iba a correr, pero aun así me puse a entrenar. Claro, luego vino la caminata por el apagón y la tenía más que superada.

Siempre he sido muy independiente. No me gusta que me mangoneen y tampoco mangoneo. ¿Que le pido a alguien que venga conmigo a algún sitio y no quiere? Pues vale, no voy a insistir, aunque sepa que la otra persona quiere precisamente eso. Creo que mi gente cercana lo sabe y no se frustran si no ruego.

Es curioso porque hace poco mis compañeras de departamento me dijeron que la líder del grupo era yo. Y me quedé a cuadros. Justo por eso. Porque cuento lo que voy a hacer e invito a la gente a acompañarme, o no, a veces simplemente cuento, pero ni insisto, ni motivo, ni trato de convencer.

La razón de esta explicación es que escribí en el chat de grupo que me había apuntado y detrás de mí se inscribieron todas menos Sandra. Ella no mueve el culo ni para salvar la vida. No, la Rotten por suerte tampoco, pero a ella no la incluyo cuando hablo del grupo y de nuestras actividades. Y así empezó nuestro intento de entrenamiento. Aunque los únicos que entrenamos de manera efectiva fuimos Mike y yo. Mariela va mucho al gimnasio, pero no hizo entrenamiento específico. Las demás no movieron el culo.

Llegó el día y sólo nos presentamos Mike, Mariela y yo en la línea de salida. Gisela tenía gripe, Nati se rajó sin contemplaciones porque el miedo escénico pudo con ella y a Anita la habían despedido una semana antes.

Sufrí como pocas veces en mi vida porque fui más rápido de lo que podía. Me recordó a las carreras de resistencia en el instituto sólo que aquí no había gente para humillarme como en el insti, en cambio, había gente para apoyarnos. Debo decir que nunca había entendido lo del ánimo de la afición hasta ese día. Los gritos de la gente eran como un chute de energía.

Mike y Mariela tenían que haber corrido, pero no me dejaron sola. No me habría importado, pero su compañía fue una motivación más para seguir y terminar. Ese era mi objetivo. Participar y superarme a mí misma. Y lo conseguí.

Medio edificio se enteró de que iba a participar (porque me encargué de difundirlo, claro) y todo el proceso fue muy divertido. Me he quejado muchas veces en este blog de mis compañeras o del ambiente de trabajo. Por suerte ahora el grupo es bastante bueno y preparando esta carrera nos lo pasamos de fábula. Esa diversión y estrechar lazos con gente que merece la pena fueron los otros dos premios.

No sé si repetiré porque me veo con kilos y años de más, pero me alegro mucho de haberlo hecho aunque sea una sola vez.