12:33h.
¡Tas!
Y nos quedamos sin luz. Sin electricidad, sin internet, sin
teléfono móvil y fijo. Menos mal que estamos en un bajo y teníamos agua.
Nos reunimos todas en la zona común de la entrada y pronto
llegaron compañeras de otras plantas, incluso de otro edificio para comprobar si
el problema era sólo de su lugar de trabajo. María
tomó la iniciativa por una vez y salió para comprobar la situación. Al regresar
venía con la noticia de que en nuestra calle todo el mundo estaba igual.
Un minuto después, el conserje nos decía que había contactado
con alguien de su pueblo y estaban igual. Otro minuto después bajó la
Mofeta y nos anunció, con esa superioridad que tanto le gusta, que el
problema era en toda España (más tarde supimos que no era en toda España, sólo
que la gente se olvida de las islas, Ceuta y Melilla casi siempre) y que en su
departamento se iban a casa. Porque al principio la cobertura telefónica
funcionaba algo. Luego variaba según la compañía. Nunca fue para tirar cohetes.
En mi planta alucinábamos, pero tuve la sangre fría de tomar
una decisión unilateral: largarme de allí sin pensarlo más.
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Paseo de la Castellana de Madrid (España). Al fondo, la Glorieta de Emilio Castelar. Autor: Luis García (Zaqarbal). Fuente: Wikimedia. Licencia CC BY-SA 3.0 |
Para llegar a la parada de donde salen los autobuses a mi casa me tocaba recorrer medio Madrid y desde que puse un pie fuera de la oficina estaba segura de que me tocaría caminar. Unos ocho kilómetros bajo un sol de justicia inusual en este momento del año. Nunca quise hacer el Camino de Santiago y miradme ahora.
En la puerta del edificio me despedí del conserje. Y el conserje
del edificio de al lado se unió a la conversación. Esto no tendría importancia
si no fuera porque creo que le gusto. No me preguntéis por qué se ha fijado en
mí, pero me lanza unas miradas que me dejan tiesa. No es correspondido, pero lo
he saludado varias veces al entrar o salir cuando está con el conserje de mi
empresa y nunca me ha dicho ni mu. Hasta el día del apagón. Se ve que las
emergencias nos hacen percibir la vida de otra manera porque hasta me dio
conversación. La ruta comenzó después de despedirme de él.
12:48h.
La primera etapa fue hasta la parada de metro más cercana para preguntar si tenían alguna información. Por el camino, pude comunicarme con mis padres por sms para saber si estaban bien. Como ellos tienen radio, también pedirles que me informaran de posibles novedades. A mi madre le dio tiempo a decirme que el apagón afectaba a la Península Ibérica y que mi padre había salido a por pan.
Desde lejos vi que la boca de metro estaba precintada. Aun así,
me acerqué por si podían darme alguna noticia. Debían de tenerlas, no se cierra
el servicio a los diez minutos si no se tiene la certeza de que la situación va
para largo, pero el de seguridad no soltó prenda. Comprendo que no estaba allí
para informar, quizás incluso tenía orden de no decir nada para no alarmar a la
población.
Intenté coger un autobús desde allí, pero cuando vi pasar un
par de ellos hasta arriba y el tercero, el que me servía a mí, ni siquiera hizo
parada comencé la peregrinación con resignación, paciencia y una bufanda fina
en la cabeza para protegerme de la insolación. Incluso con la bufanda, se me
quemó un trocito de frente, la que estaba despejada de pelo.
A partir de la plaza de Colón, cientos de trabajadores de la zona se unieron a los que ya bajábamos por el Paseo de la Castellana. Y en Cibeles, la maraña de gente aumentó aun más, turistas incluidos. Ellos, en sus vacaciones, sólo se preocupaban por hacer fotos, selfies y vídeos, con lo que implicaba para el tránsito de gente. Por un lado, entendía su despreocupación, por otro, me molestaba esa actitud de yo-quiero-mi-selfi-pase-lo-que-pase.
Mi crónica no estará ilustrada con fotos mías porque mi objetivo era llegar a la parada del autobús. Si os apetece ver fotos de ese día, me gusta la galería del diario 20 minutos. Dejo el enlace aquí. Sólo cuando llegué a mi ciudad, le saqué foto a una boca de metro porque ya mi situación se parecía a la habitual de cualquier lunes. Pero esto vendrá en una entrada futura.
En Neptuno me crucé con unos turistas franceses que no
hablaban ni torta de español ni inglés. Estaban muy perdidos, creo que además
de no saber cómo llegar a su destino, se preguntaban si aquella multitud era
normal. Los vi muy agobiados. Tengo mi francés tan oxidado que casi me dio un
colapso después de indicarles cómo llegar a la Puerta del Sol. Pero creo que pude
ayudarles. En general, el camino fue eso, recibir ayuda y ayudar a quienes
estaban tan perdidos como yo.
14:00h
En Atocha ni siquiera intenté lo del bus. Me dirigí
directamente al Paseo de Delicias. Algunos supermercados y tiendas estaban
cerrando. El sistema de pago por tarjeta funcionó durante todo el apagón, pero
sólo para quienes tuvieran electricidad. Los bares, en cambio, estaban a tope,
todo era fiesta. Nati dice que era gente que ve la vida de una manera más
relajada, para mí era gente que o no tenía obligaciones (recoger a los niños en
el colegio, por ejemplo) o podía llegar a su casa a pie o en coche. Sea lo que fuere,
parecía que estaban tomando el aperitivo del sábado.
Pero en momentos como este siempre hay gente superada por el
agobio, la tensión o quizás el alcohol. De un bar vi como sacaban a patadas a un
tipo violento como si el local fuera un salón del Antiguo Oeste. Detrás del tipo
salieron volando sus pertenencias. En cuanto besó la piedra de la acera, se
levantó para embestir la puerta del bar. Lo adelanté casi corriendo para no
verme involucrada. ¿Os imagináis cómo llegó a las nueve de la noche? Prefiero no
pensarlo.
La situación se complicó un poco para mí al terminar Delicias
porque no recordaba por dónde bajar a la plaza Elíptica, mi destino. Hacía
muchos años que no tenía que coger el autobús a casa y esa zona está muy
cambiada. Tampoco la ruta en bus es igual a la de un peatón.
Elegí una de las calles que seguían al sur y allí pregunté
al empleado de una floristería que estaba barriendo la entrada. Primero, no
concebía que quisiera seguir caminando. ¡¡Pero
si está más allá del río!! Pues sí, pero qué le vamos a hacer, el
río ya no va a desbordarse (hace sólo un mes de las lluvias que pusieron los
ríos de Madrid a punto del desbordamiento) y en cualquier caso, hay puentes,
¿no? Esto lo pensé, no se lo dije.
Él le pidió ayuda a un compinche que andaba por allí, que también fue muy amable, pero salió con lo mismo, que mejor cogiera un autobús al doblar la esquina, que eso estaba al otro lado del río. Y me acordé de la canción de Tam Tam Go, aunque la letra no tenga nada que ver con mi excursión.
Al llegar a la esquina pregunté por la parada del bus a la Elíptica. Una señora muy amable me indicó el sitio exacto, pero cuando llegué me di cuenta de que era una tontería porque me iba a encontrar la misma situación: autobuses saturados y gente cabreada porque los conductores no paraban.
Pregunté a varias personas qué calle me llevaría a la plaza Elíptica, pero nadie sabía. A mí cuando me preguntan por ciertas direcciones significativas cerca del trabajo, puedo dar las indicaciones, pero es como si esas personas fueran a trabajar en metro, dieran dos pasos y nada más. Así que en Legazpi, que además es un sitio que conozco, al que voy a menudo porque allí está El Matadero, me vi perdida y sin rumbo.
Toda una odisea, sin duda ! confio en que terminara bien la excursión : )
ResponderEliminarSaludos !.
Adelanto que terminó bien. :D Sí, fue toda una aventura, quién lo diría.
EliminarUn saludo.
La verdad que es todo un temita este del apagón. Aquí al principio hasta yo hacía bromas porque en Argentina o latinoamerica te quedes sin luz varios días es bastante normal. Pero yo no he vivido un apagón total...o sea, nos podemos quedar unas calles sin luz. Pero no toda la ciudad. Y una ciudad sin luz, pues eso,pensándolo bien da bastante cague. A ver, no es para ponerse histérico, creo yo...El tema de fondo es el miedo que nos están creando, y eso da para muchas paranoias.
ResponderEliminarLa caminata que te pegaste es tremenda...
En Galicia también estamos bastante acostumbrados a que esto pase. Yo no conocí una vida sin apagones hasta que me mudé a Madrid. Ahora no son tan frecuentes, pero mi familia y amigos sufren alguno gordo de vez en cuando. Quizás no tan bestias porque las antenas de telefonía móvil mantienen la señal, imagino que porque el resto del sistema eléctrico funciona. Pero vamos, que yo en casa tengo el kit de emergencias desde siempre, precisamente porque me crié en casas donde siempre había (Y hay) recursos para un par de días sin luz.
EliminarMe fastidia precisamente lo que cuentas, que no hay nada constructivo en la situación y se está utilizando para alertar a la gente en vez de buscar soluciones. Y estamos en un momento en que las conspiraciones son ley.
La caminata tremenda, pero a toro pasado, me sentó tan bien... :D
Un abrazo.
Qué entretenido e interesante relato para saber cómo se vivió desde el punto de vista de una ciudadana "a pie". Y vaya tranco que caminaste, lástima no pudiste hacer más fotos, pero comprensible, me da la impresión que caminaste bajo un fuerte sol. Qué joyita esa de los Tam Tam Go, me trae recuerdos de inicio de los 90's.
ResponderEliminarY qué buena que conozcas a los Panchos, esa canción tendré que escucharla. Un abrazo y que se venga esa parte 2!
Lo del sol fue lo peor. Me gusta caminar, quizás no una distancia tan larga del tirón, pero hasta la mitad sí. Y luego me sentí muy bien.
EliminarClaro que conozco a los Panchos. No hacen mi música favorita, pero son un clásico. Y esta canción en concreto me gusta muchísimo.
Ya hay parte 2 y en un par de días la tercera y última. :D
Desde luego, con el tiempo que hace que no cojo un autobús, tendría que pensar primero como se hacía.
ResponderEliminarEso me pasó a mí. Cojo de vez en cuando algún urbano, pero ahora mismo no controlo para nada las líneas ni las paradas. Y luego todo el mundo quitándome la idea de irme al intercambiador a pie. :S
EliminarUn saludo.
dorotea, al lado de eso, otros paseos largos que podamos dar en futuras quedadas te parecerán un juego de niños! ;)
ResponderEliminarcreo que a todos nos pasó un poco lo mismo, nos fuimos dando cuenta gradualmente de la amplitud del apagón.
el tipo violento del bar, quizá era uno de estos flipados que con cualquier excusa sueltan sus opiniones políticas y sus teorías de la conspiración, como no estaba el horno para bollos alguien le pidió callar y se lió... quién sabe.
ahora voy a leer la segunda parte. abrazos.
p-d: qué buena esa canción de tam tam go, ya me gustaba en su momento y ahora más.
Jajaja. Hice ya el entrenamiento, pero al revés. ¿No se debe entrenar con distancias más cortas? Yo empecé dándolo todo. :D
EliminarUn abrazo enorme.