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Imagen de Pexels. Licencia de uso. |
Me gusta mucho el blog de Jubilada Jane. Ella es de las
pocas que persisten en la blogosfera. Constante, una vez a la semana nos
deleita con una entrada. Irradia positividad y alegría. Que me imagino que sus
desajustes tendrá, pero siempre siempre emana una energía que hace que mi ánimo
se ponga por las nubes.
En una entrada reciente habla de las cosas que la ponen de buen humor y he decidido copiarle la idea porque necesito recordarme qué me alegra y qué me empuja a seguir cada día. No quiero que la negatividad gane la partida. Así que aquí van doce cosillas que me ponen de buen humor... vale, doce doce, con un poco de trampa.
Escuchar música. Hay canciones que me dan subidón aun
teniendo una letra deprimente: Winds of change, More than a feeling, Libertad, incluso el Adagio de Barber o el
Lacrimosa de Mozart, que son típicos de funerales, pero escucharlos lleva al
paraíso auditivo.
Pasar tiempo con mis perros y gatos. Como son de mis
padres y sólo paso tiempo con ellos cuando voy de visita, si tengo bajón llamo
a mi madre y le pido que me cuente sus aventuras del día. No es como
acariciarlos, pero me produce consuelo.
Chocolate. En cualquiera de sus formas menos en
helado. Y a pesar de comerlo de vez en cuando…
Haber perdido cuatro kilos. Esto ha sido orgásmico.
Cuando vi la báscula creí que me engañaba. Lo necesitaba más que el agua de la
piscina…
Nadar. Sólo el agua y yo. No pasa nada por estar
rodeada de gente, pero que sea desconocida y que nadie me moleste mientras
braceo.
Ponerme una mascarilla. Más allá del efecto que pueda
tener en la piel, es un momento de relax y desconexión. Pongo un poco de música
relajante o un podcast buenrollero y cuando me la quito soy otra… la mayor
parte de las veces.
Leer en un parque. Si puedo sentarme en el césped,
mejor.
Recibir un abrazo de alguien querido. Estar con mi
gente, salir con amigos, hablar de amoríos, de corazones rotos o enteros, de
sexo. Echarnos unas risas pase lo que pase.
Cocinar para mis seres queridos. Si es para mi chico,
eso ya no tiene palabras.
Tocar el piano, aunque se parezca más a aporrear las
teclas en mi caso.
Escribir. Cualquier cosa.
Y leer a Jubilada Jane. Leer vuestros blogs, ya sabéis
quiénes sois. Aunque ahora lo haga más en silencio.
Termino la entrada y no sé si me encuentro mejor, pero sé
que lo estaré.
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