Dos días para las vacaciones. No tengo mucho lío y me aburro
un poco, pero tampoco soy capaz de terminar el libro que empecé para leer en el
rato de descanso. Muerte en Venecia,
un tostón, con todos mis respetos al señor Mann. He de reconocer que tiene un
par de párrafos que hacen que leerlo merezca la pena aunque el resto sea
infumable. Uno de ellos está ahora pegado a mi cpu. No me hace falta leerlo,
simplemente lo miro, sé lo que dice, me recuerda que no debo cometer el mismo
error dos veces. Y no, por dios, no se trata de enamorarme de un niño, eso es
asunto del señor Aschenbach. Lo mío es tan fácil de resolver como actuar en lugar de no
hacer nada.
Dos días. He cogido una nueva costumbre: hacer algo de
relajación (meditación me queda demasiado grande) a media tarde. Pero Sandra
también ha cogido una nueva costumbre: quedarse después de su hora. Y son
incompatibles. Qué curioso, ¿no? Que tenga que quedarse pero por las mañanas no
pare de darme el coñazo. Esa es una vieja costumbre que ha recuperado. Como Ana
ya no está en el mismo despacho que nosotras, me utiliza de amiga, de paño de
lágrimas, de terapeuta, de consejera. Espero que no me pregunte si tiene que ir
al baño o no porque lo va a pasar muy mal. ¡Por fin se va! Ah, no, está haciendo
el tiempo… qué triste no querer salir del trabajo porque tu destino es
una mierda de familia.
Llévame lejos... usa tu magia..., de Tonymadrid Photography |
Dos días. Tengo bajón de chocolate. Sandra
me dio una mala noticia sobre David.
Usa mi hombro, alivia sus penas y luego me suelta la bomba. El italiano
buenorro tiene depresión. No he dejado de pensar en ello, me da pena. No es
alguien a quien conozca demasiado, no pertenece a mi círculo más íntimo y hace
ya algún tiempo que no coincidimos habitualmente, de hecho, la última vez que
nos encontramos fue antes de las vacaciones de verano. Aun así, no puedo evitar
sentirme triste. Analizo cada momento que estuve con él, si mis meteduras de
pata pudieron afectarle, porque pequeños detalles para mí pudieron llegarle
magnificados. Cuando estamos mal, todo nos parece peor de lo que es, aunque en
realidad no fui tan importante como para que un rechazo mío le ayudara a
hundirse aún más. Quizás es eso lo que busco con esta serie de pensamientos:
creer que supuse algo, es el egoísta que llevamos dentro.
Puede que exista un país de las maravillas, de Jonathan Tarello |
Dos días. Respiro hondo. Magdalena fue lo primero que vi al
llegar y casi lo último al irme. Se pegó a mí porque se olvidó la tarjeta de
entrada pero parecía que era ella la que me estaba haciendo un favor.
Metomentodo asquerosa, irrespetuosa, hablándome cuando ve que estoy al
teléfono como si fuéramos viejas amigas, como si nunca me hubiera insultado, irrumpiendo en mi vida como una ola de temporal porque una diva como ella tiene que estar en
el centro de la vida de los demás por narices, tenemos que dejar lo que estemos haciendo para atenderla. Ana y Sandra dicen que se porta como una madre. ¿Qué van a decir? Son como ella en versión joven.
Un día. A Sandra casi le da un jamacuco histérico porque
acaban de avisarla que hoy sus hijos tienen actuación. Vale que se moleste,
pero los shows que está montando últimamente por cosas pequeñas como esta, no
los quiere ver nadie. Hasta he sido un poco borde cuando, después de recibir
respuesta del colegio a su email, empezaba con el drama otra vez. Se ha ido sin
despedirse. Que no vuelva.
Un día, un maldito madrugón y una semana entera.
¡Aish!, vacaciones. Yo las acabé la semana pasada y ya las estoy echando de menos. Y lo peor de todo es que me temo no volver a disfrutar de otro periodo vacacional hasta, por lo menos, el año que viene. Disfruta, mujer, disfruta. Y piensa que no es una semana, sino nueve días.
ResponderEliminarPor cierto, me apunto la NO recomendación del libro. Si diera la casualidad de caer en mis manos, prometo soltarlo como si fuera veneno.
Es increíble el efecto de las vacaciones, ya toda la semana pasada está olvidada :D Aunque tienen otro efecto: cuantas más tienes,más quieres :D. La verdad es que el libro... uf!
EliminarDel libro que mencionas vi la película y me aburrió mucho. Y mira que tengo aguante con cosas que mucha gente considera tostones. De Mann leí su montaña mágica? Aquel libro sí tenía momentos interesantes acompañados de otros que no tanto... ah, bueno, más o menos como el que mencionas.
ResponderEliminarSobre tus vacaciones se te ve la esperanza hasta en alguna foto primaveral. Pero tampoco escatimas el lado oscuro. La compañera falsa, la compañera loca a la que ya no tienes tan cerca gracias a una moqueta, el compañero depresivo que... (bueno, no considero tanto egoísmo lo que mencionas al respecto pero claro que todo llevamos un egoísta dentro, si no, no podríamos defendernos del mundo, nuestra primera misión es para con nosotros mismos, nos han fabricado así, no es culpa nuestra). Estas vacaciones creo que me tocará trabajo doble pero también mucho escaqueo para leer así que mantengo el ánimo alegre. Ni se te ocurra pensar en la vuelta al trabajo hasta el primer café de la mañana del día que recomiences. Sé más egoísta. Que te vaya muy bien.
Gracias, Sergio. De momento ni acordarme de la vuelta, tengo demasiados planes. Ánimo con las tuyas, aunque teniendo tiempo para leer, se lleva mejor. Eso sí, no cojas Muerte en Venecia, jejeje. He conseguido la peli, aunque igual que tú me han dicho que es aburrida. No va a caer en vacaciones.
EliminarEn cuanto a lo que mencionas del egoísmo, tienes razón, aunque a veces se nos olvide. Debemos pensar en nosotros mismos primero para ayudar a los demás. Y sí, fue una semana de altos y bajos, aunque más aburrida que otra cosa.
me encantan dos dias poco tiempo intenso en los dias de tu maravillosa vida
ResponderEliminarGracias, Recomenzar. Dos días no es nada, pero qué largos se hicieron. Las vacaciones, en cambio, volaron.
EliminarUn beso