"Hoy en día todo trabajador de empresa es marketing e imagen de la misma" #18jgi
— Julián Marquina (@JulianMarquina) 10 de noviembre de 2016
Cuando llegué a esta empresa me llamó la atención que no
todos los despachos estaban identificados. Los que no tenían el nombre de su
ocupante junto a la puerta eran en muchas ocasiones un gran misterio. Puertas
cerradas que, según mi volátil imaginación, ocultaban negocios ilícitos,
espionajes industriales, personajes inventados, polvos furtivos… La realidad es
que esas personas eran “nadie”.
Nunca aspiré a tener un cartelito de esos en la puerta. Estuve ocho años y medio encerrada en un zulo que debería ser un almacén. En esas circunstancias, no se dan señales a las visitas de que en ese agujero hay personas. Después de la mudanza, tampoco pensé que me identificarían. De hecho, junto a nuestra puerta, había dos soportes que se quedaron vacíos. En junio, cuando nos llegó la noticia de la llegada de Celia, Sandra se apuró a sugerir que deberíamos pedir que pusieran nuestros nombres. Necesitaba ese cartel para sentirse alguien y, sobre todo en ese momento, marcar su territorio diciéndole a la nueva que podría ocupar un asiento pero nunca sería de las nuestras. Como siempre, no movió un dedo para enviar el email, simplemente lo suelta para que otros lo hagan por ella. Su falta de autoestima se lo impide. El miedo, la vagancia puede que la acompañen, así otros ponen la cara frente a los huesos duros de roer y nunca recibe palos.
What was my name again?, de Mrs Noyesno |
“Los identificadores solo son para los directivos”. Esa
única frase en un email, como si por escrito no se percibiera el tono cortante
e hiriente, a Celia y a mí nos hizo un pequeño rasguño, a Sandra la dejó herida
de muerte. No entiendo que un nombre en la puerta sea un privilegio. Se trata
de indicarle a la gente de fuera qué hay detrás, que no tengan que vagar
perdidos por los pasillos ni se vean en el apuro de tener que llamar a un
desconocido que quizás está en una reunión. De hecho, no se indica el cargo en
ese trozo de cartulina, supuestamente para igualar a esos directivos que tienen
un ego grande como una torre y autoestima convertida en arrogancia. Si de
verdad se tratara de igualar, los eliminarían todos o los pondrían en todas las
puertas. Unos sí y otros no es hacer diferencias y establecer niveles. En
realidad, es de eso de lo que se trata: contentarlos haciéndoles creer que son iguales entre ellos, siendo superiores a la gente normal. Y cuando
hacen una excepción y al becario
de comunicación le ponen cartel de directivo, ¿entonces qué tenemos que
pensar?
Name plate, de Michał Kosmulski |
Y como no le hacía falta ese cartel, se dispuso a
responderle a Alicia. Sorprendentemente el email era bastante educado aunque,
por supuesto, tenía unas cuantas faltas de ortografía que me causaron pavor y un
par de dardos con veneno, justo esos dos que querría lanzarle a su marido a la
entrepierna. Por suerte, Alicia estará curtidísima en tratar todos los días con
gente frustrada como esta. Le dio una contestación educada que la dejó clavada
a la silla y le dijo que lo consultaría. Porque la clave de todo esto, es que Alicia
no es quién decide, sin embargo, Sandra traslada la culpa a quien le conviene
para poder protestar. Esto no es una compañía telefónica, aquí sabemos a quién
podemos recurrir, solo que ella no tiene huevos a hacerlo.
Al final nos pusieron los nombres en la puerta un par de
días después. Ayer entró alguien por equivocación y se echó atrás tras abrir un
poco la puerta y verme a mí. Sandra, totalmente ilusionada porque el cartel
funciona. No, el tipo ni leyó el cartel, pero no fui capaz de sacarla de su
error y tampoco merece la pena esa lucha. Que siga en su burbuja.
NOTA: John/Jane Doe es el nombre que reciben en el sistema judicial estadounidense aquellas personas de las que se desconoce su identidad o aquellas de las que no se puede usar su nombre real.
NOTA: John/Jane Doe es el nombre que reciben en el sistema judicial estadounidense aquellas personas de las que se desconoce su identidad o aquellas de las que no se puede usar su nombre real.
Vaya, qué historia tan interesante sobre lucha y triunfo. Pero contada así la supuesta heroína que ha luchado por vuestros nombres no queda muy bien. Y es que es normal que te produzca escepticismo todo esto. Al final todo es una cuestión de ego. Pero cuanto más necesitas luchar por una placa y más te satisface tenerla, peor tienes el ídem. El que se siente alguien no necesita demostrarlo todo el tiempo ni necesita que lo localicen antes (esto suele ser incluso contraproducente en el mundo laboral).
ResponderEliminarY lo de tratar a tus iguales como basura y a los de arriba temerles es un clasicazo que no pasa de moda ni de espacio geográfico. Y va más allá del trabajo. En fin, yo ahora conozco a Sandra. Ella tiene un nombre para un desconocido(aunque no una cara, le pondré una cuando tenga tiempo). Ella sigue siendo la misma. No ha ganado en importancia. Y hay gente que se hace un nombre para peor. Podría seguir horas con esto, da mucho juego. Saludos, Dorotea.
Sí, lo mismo me pasa a mí. Me ha costado muchísimo condensarlo porque si me dejara llevar, no acabaría, además, el tema de la autoestima está muy relacionado con otras de las historias que he contado de ella y tuve que resistirme para no mencionarlo y no irme por las ramas :D
EliminarA mí la identificación me da igual. Mientras que ella sufre por ser una desconocida, yo sufro porque cada vez que alguien me conoce es para endosarme un marrón. Puedo entender que es necesaria para la gente que viene de fuera (que luego se salta las identificaciones a la torera o van a la izquierda cuando les han dicho a la derecha) pero prefiero pasar desapercibida aunque ello también tenga sus consecuencias.
Un abrazo.
En mi trabajo todos teníamos nombre y cargo en un cartelito encima de la mesa. No todos nos sentíamos bien, esas distinciones de rango en un equipo que trabajaba codo con codo en todo momento, creaban mal ambiente. Una entrada muy interesante y real como la vida misma.
ResponderEliminarSí, te entiendo. A mí me gusta pasar desapercibida. La suerte que tenemos es que estamos en el tercero y no se van a pasar por aquí mucha gente, pero si lo saben, por muy justificado que esté ese papel, a muchos/as les va a fastidiar.
EliminarGracias por pasarte, Elena. Un abrazo.
Te gusta pasar sin que te vean
ResponderEliminarmaravillosa revelación de alguien inteligente
gracias por dejar tus huellas en mi escrito
un abrazo
Sí, me siento bastante incómoda siendo el centro de atención.
EliminarHa sido un placer pasar por tus escritos, me encantan. Me alegra que sigas pasando por los míos :)
Besos.
me gusta como escribes
ResponderEliminarun abrazo enorme