Esta noche me cogió el frío y me levanté con dolor de
espalda, justo en el punto que se contracturó hace un año en el
accidente de bici. Me costó levantarme, pero después de hacer unos
estiramientos, pude moverme. El dolor está siendo un compañero inseparable, al
menos hasta que por la noche pueda tomarme una pastillita.
Wie Musik Grenzen überwindet,
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La salida de la estación fue una odisea. En el andén, siempre
voy contra la marea de gente. Nadie se aparta. Yo tampoco, a ver si me voy a
caer a la vía porque vengan cinco personas contra mí. Hoy menos. Cualquier
mínimo movimiento de desplazamiento era imposible. Aun así, subí
a pie el primer tramo de escaleras. No, esta vez no era por mantener la
línea. Bueno, qué porras, un poco sí que era por eso, pero cuando llegué al
segundo, me sentía tan incómoda, que sucumbí y me monté en las mecánicas. Por mis entradas anteriores, no sé
si queda lo suficientemente claro que soy normal, por si acaso,
aclararé que no tengo ojos en la parte trasera de mi cabeza. Como los demás,
tengo únicamente los dos de la cara. A veces giro un poco el cuello para mirar
de reojo si puedo “cambiar de carril”, pero es absolutamente imposible que
pueda ver lo que viene detrás de mí. Esta aclaración va por la chica del chelo
que subió en esas escaleras mecánicas por el hueco de la izquierda, a pie, apurada.
¿Visualizáis un chelo? No pasa nada, para eso está la foto. En
la imagen no se ve la pica para apoyarlo en el suelo o quizás no la tiene,
porque es de quita y pon para guardarlo en el estuche. El de esta chica era para
llevar en la espalda, así que el ancho de la base ocupaba buena parte del
ancho de la escalera. La chelista subió tan campante. Los que ya estábamos, nos
convertimos en maestros del contorsionismo por un momento para no ser
atropellados y, al mismo tiempo, no caernos por la barandilla. Lo mejor de todo
es que hay otras mecánicas al lado que iban vacías, pero claro, la tentación de
hacer pagar a los demás lo que sea que tengamos enquistado en nuestro interior
es más grande que la sensatez de dar dos pasos más y que nuestra rutina se vaya
al garete. El resumen de todo esto es: más dolor.
Tuve un momento de tranquilidad mientras salía de la
estación. Pude echarle un ojo al policía buenorro de la comisaría y, aunque
alegrarse la pestaña no produce endorfinas como el sexo, algo alivia los males.
Sensación fugaz olvidada en cuanto crucé el semáforo.
Prohibido el paso, de Dorotea Hyde |
Un paseíto y llegué al trabajo. Nada más salir del ascensor
me encontré con la venenosa Magdalena. “Qué cara tienes, jejejeje”. No sé qué
es peor, si las cosas desagradables que dice siempre o la risita con que las
acompaña. “No es un buen día” [¿algún problema,
pxxx?]. Estaba siendo un día de mierda, así que me metí corriendo en la
ofi y le cerré la puerta en las narices mientras por su bocota podrida salía la
pregunta de por qué. Saludé a Celia, le conté que me encontraba un poco mal y
las dos guardamos silencio sobre mi espectáculo de mala
educación. Podría decir que fue en defensa propia, que ya estoy harta de
las salidas de esa mujer, pero como no tengo remordimientos, no voy a
defenderme. Quizás si algún día tengo algo más de confianza con ella y sale en
conversación, le cuente cómo me llamó gorda y calentorra y cómo a Nadia le dijo
que su nuevo corte de pelo le quedaba de pena, así, sin rodeos. Ahora que veo
esto por escrito, lo que lamento es no haber cerrado la puerta de un portazo.
NOTA: Gracias a Circe por los retoques en la foto.
¿Un año desde lo de la bici? ¿Pero qué he hecho? Lo recuerdo como si fuera ayer. Aquel ciclista a la fuga me cabreó mucho en su momento. Y ya hace un año...También me acuerdo del post de las escaleras para hacer gimnasia.
ResponderEliminarBueno, sobre Magdalena es de estas personas que dan ganas de preguntarles si son de verdad. Parece que les falla algo. Es algo más que no tener tacto. Yo me pregunto si el mal de Asperger es el mal de neustro tiempo. Gente que te habla con la mala educación de los niños pero sin su gracia. Aunque tu espalda estuviera bien el portazo quedaría plenamente justificado. Pero cuídatela igualmente.
Gracias, S. Ya está mejor. Me dio la lata varios días, pero no hay nada como una sesión de Pilates para mejorarla :) A Magdalena no deberían dejarla salir de casa. Lo que me fastidia es que todo el mundo aquí le paga esa mala educación, ya no con diplomacia, sino con amabilidad y conversación. Igual tendría que darle un corte bien dado, pero no me sale. Y ella las indirectas no las entiende.
ResponderEliminarSí! Ya hace un año, a mí también se me ha pasado el tiempo volando. Esta mañana he estado a punto de ser atropellada de nuevo, dos veces. Primero una bici y luego una moto. Encima me miraron con mala cara, como si la que estuviera fuera de lugar en la acera fuera yo.
Uno crece cuando escribe y cuando vuelves a leerte te curas o ves la vida diferente o te apruebas ....
ResponderEliminarmaravilloso me ha gustado tu entrada
No sé si me apruebo, pero sí me curo y veo las cosas, algunas, de diferente manera. Y me gusta comprobar que he cambiado y a veces evolucionado.
EliminarUn beso enorme.