Desde que nos mudamos a la Meeting Room venimos luchando
contra una pequeñita dificultad: apenas hay cobertura wifi. He escrito la
oración anterior en primera persona del plural por cortesía. Son Sandra y Sara
pestes quienes lo sufren, luchan contra la adversidad y se quejan, sobre todo
se quejan. Mucho.
A mí me da igual que haya o no haya… Y ya está el angelito
sentado en el hombro derecho obligándome a confesar que en los primeros días,
mientras no conectaron nuestros ordenadores a la red, me resultó muy útil que mi
PC utilizara su antenita receptora por una vez, aunque era un poco molesto que
la señal se perdiera cada dos por tres. Claro, solo un par de días, nada
comparable a dos meses. Ocho semanas viendo vídeos a trompicones, sesenta días
despilfarrando su dinero para chatear. Imaginad lo desesperada que estaba
Sandra en julio, la tensión acumulándose en una de las venas de su cuello,
hasta que ya no pudo aguantar más y descargó la energía enviando una incidencia
a IT sin comentárnoslo ni a la Pestes y ni a mí. Sandra es de las que necesita
la aprobación de los demás hasta para hacer sus cosas pero, curiosamente,
contradiciendo esa dependencia para la toma de decisiones, le encanta montar
pollos a quien cree por debajo de ella o cree que debería servirla. Humillar
para sentirse algo.
Sara Pestes usa menos el móvil pero Sandra pasa más tiempo
con WhatsApp que con el PC del trabajo y estoy casi casi segura de que las
llamadas que hace al mediodía, las hace a través de Skype. No hace falta
esforzarse mucho para darse cuenta de que su gasto de datos es inversamente
proporcional a su rendimiento laboral. Además, a todo este mezcladillo de
factores, hay que sumar a su controlador marido. Aunque usa un segundo teléfono
que guarda en la cajonera de la ofi, el gasto tiene que ser cero o mínimo para
que él no lo perciba en los movimientos bancarios. Y si rematas todo esto con
el cierre de la incidencia simplemente con un silencio como respuesta, ya hay un
lío.
Así que tengo (esta lista la hago más para mí, para no
liarme, siento ser repetitiva):
A. Gasto muy significativo de datos.
B. Pasión desmedida por humillar a los demás.
C. Pánico a ser descubierta por su marido.
D. Silencio a la solicitud.
A + B + C + D = EXPLOSIÓN
Ardió Troya. Para apagar el incendio escribió un email
demoledor a alguien con cargo en el departamento de soporte. Y le golpearon el
ego de nuevo. En la intranet sigue apareciendo como becaria, la realidad es que
no es mucho más, así que esa persona con cargo hizo lo que los reyes en la antigüedad:
mandó un mensajero, un informático encantador que educadamente las puso en su
sitio. Con palabras ondulantes, de las que te dan vueltas y vueltas para no
insultarte y para que deduzcas lo que tienes que deducir, les dijo para qué
coño querían wifi si tenían un ordenador en red, que están aquí para trabajar,
no para usar WhatsApp. La Pestes, que tiene un ego aun más grande que el de la
otra, soltó tan campante que necesita conectarse para consultar Outlook en
otros edificios. Y el informático y yo no nos reímos en su cara por educación.
No sé dónde estará el repetidor, pero el motivo de que no
llegue la señal son los muros gruesos de un edificio viejo. No van a hacer nada
porque estamos de manera provisional, de hecho ya no tendríamos que estar aquí,
pero esa, es otra historia.
Bueno, yo de momento no he tenido problemas porque me he echado unas buenas risas a costa de tus compis. Sobre todo lo de la Pestes. Pero en la realidad tendría cuidado con una persona que deja caer tan a las claras que en el trabajo no trabaja. Si estáis cerca os pueden relacionar con su filosofía de vida.
ResponderEliminarA la que necesita otro móvil para sus cositas le está sobrando un marido.
Saludos. Se echaba en falta esta empresa.
Y tanto que le sobra! :D Tengo una predicción sobre eso, pero no sé si escribirla y dentro de un tiempo decir si se ha cumplido o no, o esperar y escribirlo cuando pase.
EliminarLas temo a las dos e intento mantener mi individualidad todo lo que puedo, que el mundo sepa que compartimos despacho pero nada más. Sara Pestes siempre se está quejando de que está hasta arriba, incluso ante nuestra jefa, para poder escaquearse de cosas. Sandra en cambio se queja de que no tiene mucho que hacer, pero se lo pasa bomba con sus vídeos y llamadas furtivas, y queda de maravilla con nuestra jefa por hacer todo rapidísimo. Pero lo que más miedo me da es que cuando escribe ese tipo de emails cargados de ira, lo haga en el nombre de todas aunque no nos ponga en copia. Por eso lo de la primera persona del plural del inicio, es una dedicatoria para ella jajaja.
Gracias por pasarte, yo aún me estoy poniendo al día.