miércoles, 24 de enero de 2018

El café, ¿solo o con (malas) pulgas?

Diez mujeres de perfil sentadas en sillas
10 Chairs, de Bob May
Enero está siendo un mes estresante. No solo el peor enero desde hace siete años sino una de las peores épocas en cuanto a estrés, agobio y presión desde que estoy aquí. El curso no empezó muy bien en septiembre y he ido encadenando un marrón tras otro hasta ahora. La ansiedad y las ganas de comerme la casa me visitan cada noche, también las dificultades para dormir, el dolor muscular no se va, la cabeza…, ¿qué voy a decir de la cabeza? Nada que no sepan las personas que tienen el mismo problema. No me quiero hacer la víctima, solo contextualizar el momento. Miro al futuro, al día veintinueve de enero, y solo veo un túnel negro, ni una bombilla alumbrando el camino. En cambio, sé que hay obstáculos: una valla por cada día que falta y algún imprevisto en forma de agujero que surge cuando menos se lo espera, siempre receptivo para que caiga en sus redes y hacer que pierda el rumbo.

El caso es que hace como una semana llegó Sandra muy alterada y sin decir ni hola me soltó que acababa de encontrarse con Ascensión, que estaba muy enfadada porque no salíamos a tomar café, que habían pasado varios meses y aún no le habíamos dicho nada para quedar, que tenemos que quedar la semana que viene. A mí exigencias no, imperativos tampoco, e incluirme en algo sin mi permiso, menos. Así que ni corta ni perezosa le solté que en enero imposible. Menuda cara se le quedó. Porque la que estaba enfadada por el tema era ella. Hacía unos día que la Rotten me había llamado y cuando me preguntó cómo me iba, le hablé un poco de mi situación. Pero Sandra no quiere ir sin mí para poder encasquetármela y poder hablar con Ana, de ahí el cabreo con mi respuesta rotunda y segura.

Y siguió, porque la niña tiene que conseguir siempre lo que quiere y se veía demasiado atrapada en las garras de la Rotten pulgosa. Que no puede ser, que Ascensión está muy disgustada y enfadada, que tenemos que quedar antes porque llevamos diciéndole mucho tiempo que vamos a quedar pero nunca la avisamos. Como a medida que me decía esto se iba encendiendo más y más le solté tan campante que en enero imposible y probablemente los primeros días de febrero tampoco. La rematé. Los primeros días de febrero es nuestro cumpleaños y con eso le dejé bien clarito que no cuente conmigo para ninguna celebración. Este año cae en fin de semana, pero es mejor prevenir que lamentar.

Mujer tumbada, mano en la frente
Trigger 3: Awake In A Nightmare, de Michelle Robinson
Al poco rato me interrumpió una vez más. Estaba escribiendo un email para convocarnos al café y con tono desafiante me pregunta si pone en el email que no puedo ir o (añade al tono de desafío, un toque de suspicacia) lo pongo yo. No, nena, tranquila, que lo pongo yo, que no tengo nada que esconder. Querías reto, pues toma reto. Cuando pasadas un par de horas me digné responder, les dije que no podía, que estaba a tope, pero que no se preocuparan por mí y salieran las tres, ya me uniría en otra ocasión. ¿Quería atraparme con la vieja? Pues la vieja toda para ella. Ninguna de las tres se atrevió a contestar hasta la tarde, aunque Sandra volvió a insistirme en persona. Lo mismo de antes, pero ya era tocarme demasiado las narices porque no es mi problema si la Rotten, o ella, están disgustadas. Para empezar no estoy obligada a ir y, si lo estuviera, ella más que nadie tendría que comprender lo que es estar agobiada en el trabajo. Pero como en este caso la que realmente estaba enfadada era Sandra, mi alegato final fue para ella. Me da igual si la Rotten o quien sea se cabrea porque no salgo, yo al trabajo no vengo a tomar cafés. Y ahí la dejé, con un cortado que creo que se le indigestó.

Si alguien pensaba que la cosa ha terminado, se equivoca. Quedaron en verse esta semana y esta mañana Sandra volvió a escribir. Se encontró a Rotten de nuevo y le ha recordado el tema. Como me ponen en copia (supongo que para seguir machacando y fastidiando) me sigo enterando de los detalles, lo que no sé es por qué la Rotten, con lo mandona y organizadora que es, no escribe ella misma, total ya sabemos que es una plasta, un poco más no va a importar. ¿O sí? Porque tanto capricho y exigencia me han hecho tomar una decisión: para mí ya no habrá más cafés, al menos con ellas.

6 comentarios:

  1. Sólo faltaba tener que tomar café cuando los demás digan y con quien los demás digan... obligaciones ya tenemos bastantes.
    A quien le moleste, dos tareas tiene ;)

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    1. Oh! Qué sorpresa verte por aquí. Gracias por pasarte. ^^
      Y tanto. Éstas, tres tareas, porque al final no han ido así que encima dirán que nunca se ven por mi culpa. Tengo demasiados líos ahora mismo para pensar en sus idioteces.
      Besos.

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  2. Tu primer párrafo ya me ha hecho empatizar doblemente con el resto. Lo peor es que tengo claro que aunque lo leyeran o lo supieran, seguirían forzándote a quedar. Ni les preocupa como estés ni te van a escuchar. Este es el sí o sí de esas personas que viven en una especie de autismo. Perdona que lo relacione con mis últimos casos de cuñaditis pero realmente hay una filosofía similar. La de la pesadez y la falta de respeto por el otro. La de no escuchar ni aceptar un no por respuesta(y mucho menos sus motivos). Espero que te sea leve este mes y remontes. Y sobre todo que te pongas fuerte en tu posición. Una vez más... NO ES NO. Un abrazo

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  3. No hay nada que perdonar. A mí me pasó lo mismo al leer tu entrada. Tenía esta a medias y no pude evitar hacer la conexión. ¿Sabes que no es la primera vez que coincidimos en temática? :D

    Tú no puedes deshacerte del tuyo por razones obvias, a mí de estas me cuesta mucho librarme, de hecho sé que seguirá trayendo cola en el futuro. Porque no les importa nadie y porque deshacerse de la Rotten realmente es tarea imposible.

    Mucha paciencia para los dos.
    Un abrazo.

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  4. Me imagino que cuando dices quedar para tomar un café no es literal, sino que se refiere a una salida que implica ir a cenar, tomar una copa y lo que se tercie, porque si esa insistencia es para un simple café, no quiero pensar en algo que implique más compromiso.
    Que horror unas amigas o compañeras de trabajo que te agobien de semejante manera, no te dejes, muy bien que hiciste valer tu posición.

    Besos

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    1. Sí, Iris, es para un simple café. Que alguien bien podría decirme que no es para tanto, pero en el caso de esta mujer lo es. Un simple café significa abrirle la puerta para otras cosas. Del tiempo en que nos martirizaba con irnos de cañas después del trabajo nunca he hablado por aquí porque es algo anterior al blog, pero también tenía su historia.
      Y al final es lo que me decís casi todos: mantenerme firme y que no me tomen por el pito de un sereno.

      Un abrazo y gracias por pasarte. :)

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