lunes, 1 de febrero de 2021

Covid-19, Diario de un encierro (23): A las diez en casa

Miércoles 27 de enero de 2021

Decidí que hoy me quedaría en casa a trabajar. Primero decidí que quería comer caliente y que iría solo por la tarde, pero por la mañana me había quedado dormida, desayuné un poco más tarde y no me apetecía comer temprano para llegar a tiempo a la oficina, así que cambié de opinión y me quedé. Aun así, tenía que salir a clase de inglés.

Al salir de la estación vi la tienda de El corte inglés que hay enfrente de la academia y recordé que quería mirar un juego de toallas. Desde que volví a Madrid en septiembre, organizo mi vida para coger lo mínimo posible el transporte público. Aprovecho que tengo que ir algún sitio por “obligación”, como las clases de inglés o la sesión de fisio, para hacer recados por la zona, así que hacía tiempo que necesitaba unas toallas nuevas, pero no había tenido la oportunidad (ni las rebajas) de ir en busca de unas hasta hoy. Era el día perfecto porque no iba cargada con la mochila del trabajo ni con el ordenador, así que me puse una nota en el móvil para después de la clase y, al salir, allá me fui.

Tenía dos horas escasas para ir hasta la tienda, elegir un juego molón, desandar el camino hasta la estación y llegar a casa antes de que empezara el toque de queda a las diez que tenemos desde el lunes. Así que corre que te correrás me acerqué a la puerta del edificio principal, PERO, vi la puerta de entrada a la cafetería y recordé que justo detrás está la librería. Por nada del mundo podía perder esa oportunidad. Así que corre que te correrás otra vez entré en el anexo de la librería, pasé por una sección de complementos donde vi de refilón que había guantes con un buen descuento y entré en la librería con una alegría como si no hubiera pisado una en siglos. Eché un ojo y enseguida vi algo que llevarme. Me estaba esperando el último ejemplar que les quedaba de Música, solo música de Murakami. Pagué y me dispuse a ir hacia los guantes, pero me temo que no recordaba si tenía que seguir recto o torcer un poco hacia la izquierda. Me quedé pensando, observando lo que me rodeaba hasta que reconocí uno de los expositores.

Estoy obsesionada con los guantes color beis porque me combinan con todas las bufandas que tengo, aunque estas sean de los colores más variopintos y estridentes. Encontré unos de lana con puños vueltos que me parecieron perfectos. Cuando los pagué, la dependienta me dijo que estaban a mitad de precio (en vez de con un treinta por ciento como yo pensaba), así que me fui feliz, pero corriendo otra vez, al edificio principal para buscar las toallas.

A mitad de camino, una voluntaria de una ONG intentó pararme para soltarme su rollo. Tuve que decirle que no. Supongo que tienen que estar plantadas allí hasta que cierran las tiendas a las nueve, pero a esas horas era ella o llegar a tiempo a casa. Porque tenía que llevarme las toallas sí o sí.

Esa tienda de El corte inglés es un laberinto para mí. No solo tienen edificios separados y anexos, es que el edificio principal no sigue la estructura lógica de la mayoría de tiendas de la marca. Y tampoco la visito demasiado, así que nunca me aprendo la distribución. Para no perderme, subí por las escaleras mecánicas. Ritmo de caracol desesperante. Cuando al fin llegué a la planta que me habían indicado, con un vistazo rápido me di cuenta de que las toallas debían de estar al otro lado. Y no me equivoqué. Pasé por la ropa de cama, también vi algo de mantelerías, casi me desvié a la sección de lámparas y por fin llegué a las toallas. No me costó mucho elegir, pero la dependienta me dijo, cuando ya estaba en la caja, que ese juego no estaba rebajado. No comment. Ya me había enamorado y encima me combinan con el baño. Menudo ojo infalible tengo.

De bajada el camino no fue tan fácil como de subida porque las escaleras se terminaban en la primera planta. Tuve que preguntar para que me indicaran dónde estaban las que me llevarían a la planta baja (medio escondidas) y me tocó recorrer la planta entera hasta que las encontré. Por suerte la salida está bien indicada, pero aun así tuve que dar un rodeo. Yo diría que seguí las flechas como en una lección de Barrio Sésamo, pero empecé a dudar si la tienda era realmente un laberinto o era yo con una absoluta falta de orientación por tanto encierro.

Miré el reloj. Hora y cuarto para las diez. Como tenía tiempo, me paré un segundo a rebuscar una moneda para uno de los pedigüeños de la plaza. Al menos que pudiera comprarse una mascarilla. Le dejé la moneda, me felicitó el año nuevo (este era de los míos, felicitando casi hasta febrero), yo le devolví el deseo y me metí en la estación por una puerta por la que no acostumbro. A esta estación le pasa lo que a la tienda de El corte inglés: también es un laberinto. Y como han puesto flechas indicando por donde debemos ir y por donde no, en vez de ponérmelo más fácil, me despistaron un pelín. Menos mal que había dos revisores que me ayudaron, probablemente pensando que era lerda, que las flechas eran clarísimas. Malditas costumbres, jolines.

Tuve suerte como hacía tiempo que no tenía y según llegué al andén, entró mi tren. Llegué a casa a las diez menos cuarto y aún me dio tiempo a llevar la basura al contenedor, aunque si soy sincera, en la zona donde vivo podría haberla sacado de casa a las once, a las doce o a la una porque no creo que haya vigilancia a esas horas y menos por una bolsa de porquería. No me sentía con tanta presión por llegar a casa desde… nunca.

14 comentarios:

  1. Jolín! tu entrada me dio taquicardia!! jeje! he leído sin respirar casi al compás de tus idas y venidas por el centro comercial, corriendo y mirando el reloj para no pasarte de la hora!! Yo no sé lo que es el toque de queda (aquí por ahora todavía no estamos así...todo llegará) pero me da mucha grima pensarlo, de verdad...

    Oigo hablar a mi familia del toque de queda...y me veo metida de lleno en una guerra o lo que es peor en una dictadura. Y sí...ya sé que es por el bien de todos...pero me da angustia Dorotea, mucha angustia.

    Suerte que pudiste hacer tus compras !! con lo del Corte Inglés, yo siempre he pensado que lo hacen adrede de ser un laberinto...supongo que lo deben tener bien estudiado, para que pierdas más el tiempo y termines comprando cosas que no necesitabas. Pero es muy agobiante.
    A mi también me pasa, aunque yo sentido de la orientación tengo poco...la verdad.

    Y yo sacaría la basura fuera de hora, jeje, yo necesito saltarme las normas...
    Un super besazo!!

    Tengo un montón de entradas tuyas por leer y comentar!!!!
    Voy hacerlo, que lo sepas

    MUuuuaaaaaaaAAA

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    1. Jajaja. Esa era la intención, que al leerla sintierais lo mismo que sentí yo corriendo de un lado para otro. No me ha salido mal, entonces. :D

      Normalmente ni me entero del toque, pero es cierto que ese día que tenía que hacer algo extra me sentí un poco agobiada. Aun así, el saber que tenemos esa limitación y que es por lo que es, angustia, entristece... qué sé yo!

      Y debo reconocer que nunca saco la basura a su hora, jajaja. No por el toque de queda sino porque la saco cuando hago limpieza. Soy lo peor, lo sé. Pero al mismo tiempo tengo bastante controlado el horario de los camiones.

      No te preocupes, las lecturas sin presiones. ;)

      Un besaso enorme.

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  2. Jo tus crónicas son adictivas un baremo para ver la realidad. Y cuando te veo me digo, por fin, a ver qué pasa.
    Lo de las 10 ya lo hemos sufrido por aquí. Pero de momento parace que nadie se entera en qué fase estamos. Dicen que la 2. Te informas y parece ser que es hasta las 0:00 y 10 personas.
    Pero otros que no, que hasta las 23 y 4 personas y tú, no puede ser, es la 2.
    Así estamos que nadie se entera. Al menos allí ya sabes que es hasta las 10.
    Me encantas. Un abrazo.

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    1. Gracias, Luz, me alegra que te haya gustado.
      Lo de las fases la verdad... no me entero! Cualquier día me ponen una multa. No salgo mucho, pero cuando salgo, lo hago sin saber, jajaja. En fin, todos tenemos defectos y ese es uno de los míos. :D
      Un saludo.

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  3. Que tema ese del toque de queda, creo que solo lo hacen por los bares y las reuniones de jóvenes en la noche... en fin, hiciste mas de lo que pensabas, veremos mañana... saludos

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    1. Lo del toque de queda es un tema terrible. Como comentaba arriba con Maman Bohème, es muy triste. No sería menos triste si fuera por una dictadura, una guerra o algo terrible de lo que siempre oíamos en las noticias y nunca vivíamos.
      Un saludo, Jota, espero que por ahí estéis mejor gracias al verano.

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  4. Te he leído corre que te correrás XD
    Ha sido una salida rápida pero muy bien aprovechada.

    Ya contarás qué tal el libro de Murakami. El último que he leído de él es De qué hablo cuando hablo de correr y también toca el tema de la música que le gusta escuchar.

    Besos.

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    1. Jajajaja. Encima corriendo en baja forma, llegué sin aliento al tren.

      Murakami siempre tiene muy presente la música en sus obras del tipo que sean. No he leído De qué hablo cuando hablo de correr y si soy sincera, en este momento no le veo hueco a Música, solo música. Yo creo que en un par de meses no le toca.

      Un abrazo.

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  5. Qué estrés, y sí hay un Corte Ingles que es un laberinto, para que llegues tarde a comprar toallas :-)

    Un abrazo

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    1. La verdad es que esa tienda está hecha para que no se llegue a tiempo, jajaja. Que tengan unas escaleras que bajen y se corten en la primera planta... eso está planificado para fastidiar jajaja.

      Un abrazo.

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  6. Has hecho las mismas evoluciones por tu historia o más que un personaje de Patricia Hihgsmith. Y no con con menos tensión. Lo que más me gusta es el ritmo de las frases. No sé si será impresión mía pero las leía acelerado como contagiado de tu estrés. Y no soy el único por aquí al que le has transmitido eso.
    Como imaginarás el detalle de tu entrada en la librería es como el huevo de Pascua de la historia para mí. Nada más avisar de que entrabas quería mirar contigo a ver qué cogías. Murakami... Ese precisamente no lo he leído. A ver qué tal. En cualquier caso es lo más relajante de tu historia. La idea de que en algún momento te sentarás y lo leerás. Un abrazo

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    1. Uala! Cómo me gusta esa comparación con un personaje de Highsmith.

      En la librería paré poco, pero para los fans de los libros es un respiro entrar en una. Me habría quedado más tiempo. Fíjate que cuando esta porquería empezó dejé de leer, era incapaz. Aun ahora me cuesta, pero vuelvo poco a poco a disfrutar y es el momento de de relax del día.

      Un abrazo.

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  7. Acá pasa lo mismo, en barrios es imposible que haya controles son demasiadas casas y menos los militares, pero bueno, no quiero imaginar lo que pasa si te pillan fuera del horario o sin el barbijo.
    Lo de las toallas me intriga, deberías haber puesto foto!
    Un gran abrazo!

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    1. Donde viven mis padres se meten de paisano en los supermercados. Allí llueve mucho, así que no es cómodo hacer controles en la calle. Al mismo tiempo, los municipios no tienen límites claros, hay calles donde (en la misma acera!) hay negocios de dos municipios. Así que hacen su agosto cuando la gente va a hacer la compra.

      Las toallas las devolví jajaja. Después de un lavado se empezó a deshacer el dobladillo... después de todo el ajetreo. :D

      Un abrazo.

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