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martes, 15 de marzo de 2022

Dos años

Dos años.

Dos años desde que se aprobó un estado de alarma que nos encerraba a casi todos en casa, que paralizaba el país, que pretendía protegernos de un peligro invisible que sigue ahí, que ha matado a más de cien mil personas en España. Cien mil. La ciudad donde nací más la ciudad de al lado. Cinco veces el pueblo de mi padre. La mitad de la ciudad donde vivo.

Algunas personas pensaban que aquello, inesperado, inimaginable, iba a cambiarnos porque salíamos a aplaudirles a los sanitarios a las ocho y todo el mundo era guay. En realidad, yo también lo pensaba, pero no iba en la misma dirección que ellas. Sabía que no saldríamos de esta ni siendo mejores, ni aprendiendo nada, aunque reconozco que pensé que cambiarían algunas cosas respecto a nuestro sistema sanitario. Sí, han cambiado, pero a peor. Dos años después seguimos cometiendo los mismos errores. O peores porque ahora sabemos lo que hay que hacer, pero no lo hacemos.

lunes, 15 de marzo de 2021

Cero

 

Un año.

 

Doce meses.

 

365 días.

 

Cero ánimos.

 

Cero ganas de escribir.

viernes, 19 de febrero de 2021

Covid-19, Diario de un encierro (24): Reuniones, malditas reuniones

Lunes 8 de febrero de 2021

Por tercera vez Diana, mi jefa, me ha dado plantón en nuestra reunión de puesta al día de los lunes. Me fastidia que no me avise porque mientras estoy pendiente de si se conecta o no, no puedo avanzar en nada. Normalmente le doy un margen de quince o veinte minutos y luego me desconecto. Si quiere hablar conmigo ya me llamará.

Media hora más tarde de la hora de inicio saltó un aviso de llamada perdida en Teams de Diana. Pensé que era raro porque era del mismo minuto en que estaba mirando la pantalla. La llamé y me desvió al buzón de voz, así que me conecté a nuestra reunión y seguí a la mío. Cinco minutos después Sandra me escribió un mensaje para decirme que estaba en una llamada con Diana, que no lograban añadirme a ella. Les confirmé que estaba frente al ordenador que me llamaran cuando quisieran, pero pasaba el tiempo y no había aviso. Cuando al fin me llamaron mi jefa me pidió dos cosas: la primera, que revisara por mi cuenta una tabla que teníamos que revisar las dos (ella, más bien). Le pedí que me dijera en qué quería que me fijara y noté que le sentó mal. La segunda, que en la reunión de la tarde… Y eso fue el remate porque no supo decirme claramente qué quería de esa reunión y también le sentó mal que le preguntara. No sé para qué me llamó. Nos lanzó a Sandra y a mí a una jaula de leones. Tres minutos antes de terminar la jornada me llamó para saber si estábamos vivas… o enteras. Y de paso me puso otra reunión para mañana.

 

lunes, 1 de febrero de 2021

Covid-19, Diario de un encierro (23): A las diez en casa

Miércoles 27 de enero de 2021

Decidí que hoy me quedaría en casa a trabajar. Primero decidí que quería comer caliente y que iría solo por la tarde, pero por la mañana me había quedado dormida, desayuné un poco más tarde y no me apetecía comer temprano para llegar a tiempo a la oficina, así que cambié de opinión y me quedé. Aun así, tenía que salir a clase de inglés.

Al salir de la estación vi la tienda de El corte inglés que hay enfrente de la academia y recordé que quería mirar un juego de toallas. Desde que volví a Madrid en septiembre, organizo mi vida para coger lo mínimo posible el transporte público. Aprovecho que tengo que ir algún sitio por “obligación”, como las clases de inglés o la sesión de fisio, para hacer recados por la zona, así que hacía tiempo que necesitaba unas toallas nuevas, pero no había tenido la oportunidad (ni las rebajas) de ir en busca de unas hasta hoy. Era el día perfecto porque no iba cargada con la mochila del trabajo ni con el ordenador, así que me puse una nota en el móvil para después de la clase y, al salir, allá me fui.

miércoles, 27 de enero de 2021

Covid-19, Diario de un encierro (22): La tercera ola

Calle de Madrid todavía sin limpiar, Dorotea HydeDorotea Hyde

 

Lunes 18 de enero de 2021

Me tocó ir a hacer la prueba de covid para poder ir a trabajar a la oficina. Como abrieron las instalaciones de la empresa el miércoles pasado, pensé que las calles estarían mejor, pero algunas estaban en muy mal estado. Otras estaban decentemente bien, con caminitos pegados a las casas. Tenías que elegir entre no patinar en el hielo o que no cayera algo sobre tu cabeza. Pero lo que más me impactó fueron las calles que todavía estaban cubiertas de nieve porque dan una idea de cómo fue la nevada regalada por Filomena. Me costó llegar. 

 

viernes, 27 de noviembre de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (21): Amarguras y amargadas

 Viernes 20 de noviembre de 2020

Por la mañana me llamó Bricomanitas para hacerme una consulta. También está trabajando desde casa aunque va un día a la semana a la oficina. Quería hacerme una consulta. Vuelvo al ejemplo de frutas y verduras. Se supone que trabajo con frutas, pero imaginemos que me dedico al mercado nacional y mi compañera Sandra al mercado internacional. De aranceles en Estados Unidos sé muy poco. Y eso es lo que quería saber. Aranceles. Así que no pude ayudarle mucho. Al menos charlamos un rato. Ya no se acordaba de que me llamó durante el primer estado de alarma. Le conté cosas que ya le había contado por si le venían a la memoria, pero no, insistía en que la última vez que hablamos fue en la empresa. No sé si es porque la edad le afecta o porque aquellas semanas fueron tan horribles que se nos va la cabeza a todos. Yo apuesto por esta segunda opción, pero no descarto la primera.

jueves, 19 de noviembre de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (20): Más de lo mismo

Lunes 16 de noviembre de 2020

Las semanas pasadas desde la última vez que escribí en el blog han sido muy duras psicológicamente, probablemente las peores desde que la covid-19 entró en nuestras vidas. Después de estar tantos meses al pie del cañón, de estar ahí para apoyar a mis padres, de acostumbrarme a la soledad; después de superar el salir a la calle tras tantos meses de encierro, de enfrentarme al transporte público de nuevo, de aguantar el estrés del trabajo y la presión a la que mi jefa nos somete; justo cuando tenía un pedazo de mi vida anterior gracias a las clases presenciales, a las sesiones de Pilates y las caminatas bajo la luz solar, me vine abajo. El dolor físico por una tendinitis en el hombro también influyó. El dolor continuo, falta de sueño, incapacidad para hacer la mayoría de cosas que me gustan, la mayoría de las que no me gustan y buena parte de las tareas básicas para vivir y sobrevivir en esta época pandémica me provocaron un decaimiento que hasta me preocupó. Supongo que mi cuerpo dijo basta y me derrumbé.

Si no he escrito hasta ahora no fue por falta de temas ni de inspiración sino para evitar forzar el hombro y ayudar en la recuperación porque novedades ha habido a cascoporro, aunque todo sea más de lo mismo: más contagiados, más fallecidos, saturación en los hospitales, otro estado de alarma (aunque esta vez más suave que el de marzo), cierre perimetral en muchas comunidades, cierre de hostelería y centros comerciales, negocios hundidos. Y la noche invernal acechándonos cada vez antes. La cosa realmente está para que cualquiera decaiga aun sin dolores.

lunes, 19 de octubre de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (19): Vuelve el estado de alarma

Viernes 9 de septiembre de 2020

Ha sido aprobado un nuevo estado de alarma para la Comunidad de Madrid que afecta a varias ciudades, entre ellas, la ciudad donde trabajo y la ciudad donde vivo. He estado pendiente de la noticia y conozco qué medidas se van a tomar, pero no cambia en nada la vida que he llevado en las últimas semanas, a pesar de la restricción de movimientos.

Mi vecina de al lado, sí, la de los canales de televisión, ha organizado la comida familiar semanal como siempre. Mejor no digo ni cuántos se juntaron ni qué distancia tienen entre ellos. Es un asco que las paredes sean tan finas… y que griten tanto. De hecho, para mí ese es el verdadero problema, que trabajar en casa los viernes por la tarde es imposible con la juerga que organizan. Necesito volver a la oficina.

Al menos la mañana estuvo tranquila y pude tener silencio alrededor durante las dos reuniones que tenía programadas. Me parece que salieron bastante bien, pero siempre hay imprevistos cuando se trata del proceso de proyectos que gestiono y mi jefa se está empezando a encontrar con ellos. Pone siempre en duda lo que le digo, pues ala, que los disfrute.

jueves, 25 de junio de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (15): Fin del estado de alarma

Lunes 15 de junio de 2020

Ayer la comunidad donde viven mis padres terminó el estado de alarma. Es un poco raro haber dejado atrás la normalidad para venir a la fase dos, pero como llevo una vida parecida y las cosas que hago en mi día a día están permitidas, tampoco hay mucha diferencia. Creo que en Madrid tengo que estar un poco más atenta a lo que toco y a lavarme las manos con más frecuencia, pero para eso da igual la fase.

Fui a comprar algunas cosas al supermercado porque no tenía nada y definitivamente la primera hora de la mañana es mucho mejor para salir a caminar que la última hora de la tarde.

En cuanto al trabajo, al conectarme me encontré con una tarea que mi jefa me pedía porque yo soy la experta y bla bla bla, pero la dejé de lado para terminar lo que me urgía. Y se lo hice saber, si no, ¿de qué serviría? Por la tarde, diez minutos antes de empezar, pospuso una vez más la reunión de equipo. Poco margen, pero al menos avisó.

martes, 16 de junio de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (14): Regreso a Madrid

Sábado 13 de junio de 2020

Llamada de un teléfono desconocido, pero no sé por qué decidí contestar, aunque estaba a punto de conectarme a la sesión de conversación en inglés. Era de mi banco para notificarme que habían detectado una conexión en mi cuenta de cliente que podría ser fraudulenta. Y se me encendió una luz. En vez de dejar que la persona hiciera las preguntas, tomé las riendas de la conversación y empecé el interrogatorio.

Desde hace ya un tiempo utilizo una VPN para conectarme a internet porque me preocupa un pelín mi privacidad, pero a muchas páginas y servicios no les gustan las VPNs precisamente porque no pueden controlar al usuario. Por ejemplo, Origin me obliga a apagarla para instalar las actualizaciones; la búsqueda en Google presenta captchas y verificaciones interminables; Netflix web da error con casi todos los servidores y, por no comenzar una investigación, a veces sucumbo y me conecto sin ella; y HBO no funciona en el móvil, aunque da un poco igual porque tampoco puedo utilizarla si quiero enviar la reproducción, de la app que sea, a Chromecast.

viernes, 12 de junio de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (13): Plantones telefónicos

Lunes 8 de junio de 2020

Volví al trabajo después de mi semana de permiso. Como siempre los lunes, tocó (supuestamente) reunión. Mi jefa nos dio plantón a las tres y media. No teníamos noticias de que fuera a convocarse a otra hora, pero alguien inventó que era a las cuatro y la Pestes, siempre protagonista, inició la reunión dos veces. Finalmente nuestra jefa nos dijo que quedábamos a las cuatro y media, pero nunca apareció. Yo tampoco. Después del plantón, decidí que solo asistiría a la reunión si la convocaba mi jefa. Tengo demasiadas cosas que hacer, tanto laborales como personales como para ir corriendo a atender la llamada de alguien que quiere ir de mandamás y estar en el centro de nuestras miradas. Sara Pestes es como la princesa Margarita en The Crown.

La rutina en mi casa ha cambiado completamente. Tras la operación, mi padre tiene que guardar reposo. Mi madre aún tiene molestias por su lesión, así que recae en mí una buena parte del trabajo doméstico y del huerto. Estoy estresada por las fechas de entrega, agobiada por el examen de inglés, estoy cansada. Todo esto me hace estar hasta el moño y estar pasota respecto a las idioteces, incluidas las del trabajo. Y no es que mi jefa cancele esto por gusto, pero como a la mayoría de los jefes, le importa un comino el tiempo de sus subordinados.

viernes, 29 de mayo de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (12): Problemas de comunicación

Viernes 22 de mayo de 2020

Sigo en viernes veintidós de mayo. Publiqué la entrada anterior un poco antes de terminar la jornada y también antes de que me llamara mi jefa cinco minutos antes de las seis. Se lo cogí porque no habíamos podido conectar la una con la otra en todo el día, pero me hizo llegar tarde al veterinario diez minutos, los diez minutos que me tuvo al teléfono después de las seis (no hace falta decir que en estos momentos la puntualidad es más importante que nunca, pero por si acaso, lo digo).

Como pensaba, me llamó para comentarme el email de Recursos Humanos y para hablarme de mi próximo puesto de trabajo en septiembre. Me confirmó que no va a haber sitios para todas, pero que va a solicitar uno permanente para mí, no solo porque mi trabajo requiere el uso de ciertos recursos de la empresa, sino para que el departamento tenga un sitio fijo y pueda turnarme con alguna compañera que lo necesite en un momento puntual, por ejemplo, con Sandra. En cualquier caso, no es seguro que lo concedan.

viernes, 22 de mayo de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (11): Incertidumbre es la nueva certeza

Lunes 18 de mayo de 2020

Por la mañana, mi jefa nos envió un email cancelando la reunión de equipo de la tarde, aunque era una cancelación un poco rarita porque en realidad solo se disculpaba por no poder asistir, pero nos animaba a aparecer para mantener la normalidad. ¿Qué normalidad? ¿Me queréis decir qué maldita normalidad puede haber en una reunión por videoconferencia que se organiza desde que estamos confinadas, en la que a una se la escucha comer snacks de fondo, otra aparece la mayor parte de los días repantingada en un sofá y mandando wasaps, otra no aparece nunca porque a Teams no la da la gana de funcionar en su ordenador personal y otra (yo) trabaja desde la casa de sus padres en el otro extremo del país? Eso de la normalidad me tocó tanto las narices que decidí que por mis dos ovarios no iba a aparecer. Y no aparecí. A alguien debió de sentarle mal porque diez minutos después del inicio recibí la llamada de Sara Pestes para que me uniera. Lo ignoré porque ella no es nadie para reclamarme nada. Si de verdad tienen un problema con eso, que venga mi jefa y me lo diga. Jefa que, por otro lado, cinco minutos después de empezada esa reunión, estaba mandándome otro marrón más, mientras Sandra me envía todos los días emails de queja y preocupación porque a ella no le manda nada y teme por su puesto de trabajo.

lunes, 18 de mayo de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (10): El paseo

Digitalis
Digitalis, de Dorotea Hyde
Lunes 11de mayo de 2020

He salido a pasear por primera vez. Donde viven mis padres no hay restricción de horarios, así que salimos mi madre y yo. Enseguida me adelanté porque ella tiene una lesión en la pierna y no seguimos el mismo ritmo. Me gustó pasear por pasear, sentir el suave sol de la mañana mezclado con el aire fresco y húmedo, sentir el silencio, el olor a flores. Por aquí no hay amapolas, pero sí digitalis. Las recordaba más avanzada la primavera, incluso en verano, pero hace tantos años que no paso esta época aquí, que está claro que la memoria me falla.

Aunque los edificios de la universidad ya estaban abiertos apenas encontré a nadie: un señor mayor que iba de regreso de la caminata, uno de los farmacéuticos que iba a dejar papel al contenedor, a la panadera haciendo el reparto y, ya casi en la puerta de mi casa, un chico corriendo. Me dijo buenos días y le respondí, aunque no suelo saludar a los desconocidos. Todo el mundo lo hace por aquí, pero creo que a mí me han calado las costumbres del asfalto.

viernes, 8 de mayo de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (9): El repunte

Lunes 4 de mayo de 2020

Una vez más, lo más relevante del lunes es la reunión de departamento, aunque la única novedad en la de hoy fue que Violeta se conectó para presentarnos a su bebé. Está muy rico, pero como mi relación con Violeta no es ideal, aunque sea mejor ahora que en el pasado, me dan bastante igual ella y su hijo. También me fastidió que mi jefa usara la reunión para practicar el manejo de Zoom. Me molesta más esta reunión periódica que las copas de Navidad o de cumpleaños porque me hace perder tiempo que podría emplear para avanzar en mi trabajo y, sobre todo, no tenemos nada que decirnos y acabamos contando cosas personales y no quiero compartir nada personal con esta gente, nunca fuimos a tomar café juntas ni vamos a hacerlo al volver y estas reuniones son el equivalente virtual a eso.

jueves, 30 de abril de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (8): El viaje

Lunes 27 de abril de 2020

Hoy recibí una llamada que esperaba, pero que pensé que tardaría un poco en llegar. Mi padre se ha puesto pachucho y tengo que ir a ayudarles. Ya tengo el billete de tren, viajo mañana. Estoy muy preocupada. Toda la tranquilidad con que viajé en transporte público antes del estado de alarma, se ha esfumado de pronto. ¿Y si lo pillo y se lo llevo? Lo peor es que no puedo ponerme en cuarentena porque tengo que acompañar a mi padre al hospital de otra ciudad. Por eso voy, porque mi madre ahora mismo no puede llevarlo. Y con mi padre bajo mínimos tengo que echar una mano. Todos los motivos por los que no viajé cuando esto empezó a la mierda. La única diferencia es que llevo encerrada en casa mes y medio y claramente no estoy enferma.

En el sofá ya se amontonan algunas cosas de las que me he acordado y que no quiero que se me olviden, sobre todo el gel y las toallitas desinfectantes. También el aro de Pilates, pero no creo que quepa. No quiero llevar la maleta grande para pasar un poco más desapercibida; realmente algo imposible llevando una maleta roja.

viernes, 24 de abril de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (7): Sabañones


Lunes 20 de abril de 2020

Revisé mi bandeja de entrada nada más empezar y tenía un email de la persona que provocó la avalancha de emails en Semana Santa, una persona que depende del departamento de Verduras, pero a la que tengo que orientar como favor hacia ellas (aunque ellas nunca me lo devuelven). La información que le daré, cuando llegue el momento, será sobre un proyecto que va a gestionar, solo un par de detalles sobre los primeros pasos, los puntos en los que debe enfocarse y los que debe reforzar.

En el email que tengo en mi bandeja de entrada me ha contado toda su vida: que si se ha mudado de casa; que se equivocó en poner una dirección; que su DNI caduca en un mes…Ni que yo trabajara en una comisaría. Termina diciéndome que tiene problemas con la solicitud de su Cl@ve pin*, que si le puedo ayudar. Ni que yo trabajara en la Agencia Tributaria. A continuación me envió un segundo email donde me pregunta si tengo algún contacto en la institución que evaluará su proyecto, a ver si le pueden solucionar lo de la Cl@ve pin. Le dije que no le puedo ayudar, que debe ponerse en contacto con la Agencia Tributaria. No sé por qué cree que la Cl@ve pin es una invitación para comenzar el proyecto. En serio, hay gente que está en el mundo sin cabeza, sobre todo porque se suponía que perteneció a la “élite” de la empresa donde trabajo hasta que se cambió de ciudad. Se puede no saber nada sobre el tema de la Cl@ve antes de solicitarla, pero no hace falta más que leer un par de líneas en la web donde se solicita para saber lo que es.

viernes, 17 de abril de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (6): Vuelta de vacaciones

Lunes 13 de abril de 2020

Hoy es mi último día de vacaciones. Por primera vez desde que vivo en Madrid, he pasado las vacaciones aquí. Siempre pensé que si algún día me quedaba en vacaciones sería porque no coincidían con las de mi pareja o, yéndome a un futuro lejanísimo, porque mis padres estarían viviendo conmigo o simplemente ya no estarían. Han sido ocho días deprimentes, suspirando por un clima húmedo, fresco y verde, suspirando por ver a mis padres, a nuestros animales, a mis viejas amigas, por pisar mi tierra y oler el mar. Suspirando por ir al cine con mi madre en Viernes Santo para cumplir con una vieja tradición, por hacerle a mi padre su postre favorito de Carnaval, por cepillar a nuestros perros y gatos y contemplar con delicia las flores que quedan en los árboles de nuestro jardín. Y entre suspiro y suspiro, el tiempo ha volado.

lunes, 13 de abril de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (5): Sale el sol tras varios días oscuros

Lunes 30 de marzo de 2020

Ayer el gobierno decretó el cierre de servicios no esenciales durante dos semanas, hasta después de Semana Santa, para que la circulación de personas se reduzca aun más. Sé que hay gente que pone el grito en el cielo por la economía. Está claro que me preocupa la situación en la que vamos a terminar, pero me preocupan más las personas y el sistema sanitario. Me ha vuelto la sensibilidad y tengo ganas de llorar por todo. Me afectan más los días oscuros como hoy. Me he informado y parece que la colchoneta y el aro van a llegarme, pero creo que es lo de menos. Los tenía que haber pedido antes o no pedirlos y aguantar.

Salí a tirar la basura. Volví a encontrarme con el hombre que coge el autobús, que llegaba justo cuando yo iba a cruzar la calle hacia los contenedores. Se adelantó unos minutos. También se adelantó el camión de recogida, porque solo había dos o tres bolsas. Mi bolsa olía fatal por los restos de pescado y cebolla, no podía traerla de nuevo conmigo. Supongo que sin tráfico el camión va como las balas y por eso se adelanta. Cuando regresaba, empezó a llover y no me quedó otra que volver por el camino corto, aun así, me paré un segundo en la fuente. Pulsé el botón (con un papel) del chorro para rellenar de agua la bandeja donde beben los perros, pero se coló por una rendija hacia el suelo. Lo hice por los pájaros, que espero que tengan donde beber gracias a la lluvia.

martes, 31 de marzo de 2020

Covid-19, Diario de un encierro (4): Irresponsabilidades

Martes 24 de marzo de 2020

15:02h

Me siento frente al ordenador después de comer y veo que tengo un email de Bricomanitas, la recepcionista del edificio donde trabajo. Me pregunta si estoy en Madrid o me he ido a casa de mis padres. Estoy ya hasta el culo de que me pregunten eso. Este es el tipo de gente que se largó de vacaciones cuando les dijeron que podían teletrabajar ayudando a esparcir el virus, muchos viajando incluso estando enfermos pero dándoles todo igual porque una caña en la playa era lo primero. No sé qué pasa por estas cabezas. Todas las personas que me han preguntado eso, y han sido ya unas cuantas en estos días, creen de verdad que pondría en peligro a mis padres, los dos grupo de riesgo. A todas las he dejado en evidencia diciéndoles que viajar en estos momentos es una irresponsabilidad, incluida mi antigua jefa. Sé que les importa un comino. A mí ellas también me importan un comino, pero al mismo tiempo me dan asco.