viernes, 8 de octubre de 2021

¿Sabes dónde...?

Lost?, de Janne Räkköläinen
Una vez más, cuando estaba a punto de entrar en la estación para ir a trabajar, alguien se acercó a preguntarme por una calle. Un chaval joven que, en este caso, acudió a quien pensó que podría orientarle mejor: alguien que supuso que vivía por la zona porque estaba entrando, y no alguien que estaba saliendo y que supuso que llegaba allí solo para trabajar. Y sí, vivo por esa zona, pero la calle ni me sonaba. Tampoco me sé muchos nombres de calles cerca del trabajo, además las confundo unas con otras y las cambio de posición. Me avergüenza un poco todo esto, pero aun así indico muy bien a la gente cómo llegar.

Quizás no sepa los nombres, pero conozco bastante bien tanto el barrio donde vivo como el barrio donde trabajo, los he pateado y he callejeado, así que suelo preguntar adónde se dirigen en concreto y es lo que hice también esta vez. Al enseñarme el mapa en Google, pude decirle hacia donde tenía que ir. A veces la gente me dice: voy a la iglesia, o voy a esta clínica de fisioterapia, o voy al INEM y ya está, hecho. Un día hasta me puse a discutir con un viejo que se inmiscuyó en mis indicaciones a la biblioteca. Su argumento era: ¿Me lo vas a decir a mí, que estuve allí? Y el mío: Yo también, varias veces. Acabé gritándole a la chica cuando se alejaba: hazme caso, entra por la valla roja. Y es que es por la valla roja. La valla negra, por la que decía el señor que tenía que entrar, es de un instituto. El error lo puede tener cualquiera, pero lo adecuado es ser prudente y no organizar una discusión y menos en plan gallito: me lo vas a decir a mí. Pues sí, se lo digo las veces que haga falta.

Empecé esta entrada con tres palabras: “Una vez más” porque las preguntas de la gente por una dirección es algo que me pasa con muchísima frecuencia, es raro que una semana no haya alguien que me pregunte cómo llegar a algún lado. Lo curioso de todo esto es que veo perfectamente cómo miran a otras personas con las que se cruzan, las descartan y de pronto vienen directas a mí. No sé cuál es la razón. No es por ir sola, porque descartan a otros solitarios. No voy mejor vestida que las personas que nos rodean ni soy la más guapa del mundo. Suelo llevar gafas de sol enormes, así que no pueden ver mis ojos, que son tan importantes para evaluar a alguien. Incluso se acercan a mí cuando estoy hablando por teléfono sin importarles nada si interrumpen o no la conversación. Últimamente, que uso auriculares para las llamadas, no parece afectarles que parezca una loca hablando sola frente al resto de apariencia normal. Por supuesto, les da absolutamente igual que me haga la despistada y vaya alejándome disimuladamente en cuanto me doy cuenta de que estoy en el centro de su diana. Alguna vez la persona se me ha acercado tan desesperada que me he quitado la mochila de la espalda y la he abrazado para protegerla de un posible robo. Es como si además del imán del desahogo, también tuviera el imán de las indicaciones.

Normalmente no me importa. Sé lo que es sentirse perdida en una gran ciudad o desorientada en un barrio residencial donde todos los edificios son exactamente iguales, pero a veces, como esta última, esos minutos de indicaciones te hacen perder el tren y por perder ese tren pierdes el siguiente y cinco minutos se convierten en media hora porque además hay huelga. Es algo que me fastidia, pero aun así volvería a hacerlo. ¿Hay quién me entienda? Yo no.

14 comentarios:

  1. Yo también estoy expuesto a cientos de ese tipo de preguntas. Pero porque tengo el trabajo en el centro de la capital y en el epicentro del turismo. No he sido tan observador como para ver todos esos detalles que indicas en los que te sopesan y estudian tu viabilidad como punto de información. En cualquier caso puedes tomártelo como un halago. Lo de que pierdas tu transporte ya es un problema menos agradable. Y lo de no saber las calles que hay cerca de tu trabajo... A eso no me ganas. Soy el más avergonzado informador de las calles aledañas a mi trabajo. Un ignorante absoluto. Lo paso fatal. Me alegra saber que esto pasa. Aunque a ti de una manera muy suave. Saludos

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    1. Sí, trabajar en el centro de una gran ciudad conlleva el riesgo de ser diana de los que piden indicaciones. Por suerte trabajo un poco alejada del centro, si no, se me acercarían los despitados como los fans a Madonna XDD.

      Ya veo que eres peor que yo. Lo siento, Sergio, creo que en este caso sí que se va a cumplir lo del mal de muchos consuelo de tontos. XDDD

      Un abrazo y buen fin de semana!

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  2. Tienes buena voluntad, probablemente irradias ese "ángel" y a la gente le da confianza. Yo he estado en el lado de la vereda de estar perdido y sé que no elegiría a cualquiera para orientarme, puedes sentirte orgullosa :)

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    1. Para nada. Me cansa un poco ver a la gente echar un ojo a su alrededor y ver que se acercan a mí. Me gusta ir a mi bola y me cortan el rollo, jajaja.
      Un abrazo.

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  3. A mi me da flojera cuando se acercan a preguntar por una dirección. Confieso que, por muy mal que se vea, he hecho lo que hacen muchos: decir que no sé y no vivo por el rumbo, aunque sí lo sea.

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    1. Tengo que decir que no sé muy a menudo de manera sincera, hace justo un rato, de hecho, así que cuando sé el sitio me resulta muy difícil decir que no. :(

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  4. Hay personas que tal vez inspiramos confianza, porque me pasa igual. Lo malo es que desconozco mucho de mi barrio, y casi siempre aconsejo que pregunten a alguien con perro.

    Un abrazo

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    1. Hola, Albada:
      Me encontré con tu comentario en la carpeta de spam. o_O
      Lo del perro puede ser buena idea, aunque en la zona donde vivo no les dan paseos muy largos, pero igual están cansados de pasear solos :D
      Un abrazo.

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  5. Yo hago como tú, cuando me preguntan por una calle les pegunto que a dónde quieren ir exactamente, me resulta más fácil porque también suelo confundir el nombre de las calles.
    Cada persona inspira algo y quizás tú inspiras la confianza suficiente (aun cuando creas que no) para elegirte entre mil y preguntarte una dirección. Es como cuando hablas con una amiga de alguien en concreto, con quien no tenéis ningún trato, y a una le cae bien y a otra no.

    Besos.

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    1. Quién sabe cómo me evalúa la gente en esos dos segundos en los que decidimos si alguien nos cae bien, al menos lo suficientemente bien como para sentarnos a su lado en el bus. ¿Serían las personas a las que pregunté en alguna ocasión respondedores habituales? :D

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  6. Yo te entiendo muy bien. Yo no fumo, y sin embargo muchas veces me paran para preguntarme si tengo papel de fumar o dónde comprar hachís.

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    1. Eso es peor! Para responder lo del hachís hay que tener conocimientos especializados. XDD

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  7. Así se llega a sentir uno de extraviado a veces hasta en los lugares que deberían sentirse familiares.

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