sábado, 30 de octubre de 2021

La sala de reuniones: fuera de control

Mi sitio prestado, Dorotea Hyde
Desde hace un par de meses, según nuestro puesto de trabajo, podemos trabajar uno o dos días en casa. Si la situación pandémica se normaliza alguna vez, parece que podríamos quedarnos un día en casa, aunque no me lo creo hasta que lo vea. De todos modos, prefiero ir a la oficina. Siento que la casa se me cae encima, que las paredes se van estrechando hasta que al final de la jornada el techo ya toca mi coronilla aun estando sentada. Y tengo que sufrir a la Niña amargada (la nieta problemática de mi vecina) por las tardes y eso es más de lo que cualquiera puede soportar.

Trabajando dos días en casa tengo que comprar abono mensual de transporte sí o sí, así que no me ahorro nada. Me sale la vena tacaña, más ahora que la luz se ha puesto por las nubes. Creo que esto de los días en casa es una estrategia de la empresa para pagar menos. Si no me ahorro dinero en el transporte más gasto luz, agua y gas que antes no gastaba, ¿en qué me beneficia?

El problema es que mi jefa me controla los días que tendría que teletrabajar. Se presenta en mi oficina con peticiones tontas o viene a la planta con otras excusas y, de paso, entra a ver si estoy. Alguna vez me ha llamado y me ha preguntado directamente, pero casi siempre se persona a comprobarlo. Lo peor no son esas peticiones de tareas que se inventa por molestar, lo peor es que cuando aparece, aprovecha para torturarme psicológicamente. Y cuando está muy ocupada para subir las escaleras, manipula a Sandra para que me pregunte, así que he decidido tomar una alternativa.

Los días que tendría que estar en casa tengo clase de inglés. Realmente me incomoda tenerlas en la oficina. Me da vergüenza que mis compañeras me oigan, pero hay una maravillosa opción llamada sala de reuniones, reservo una y me paso el día allí siempre que me apetece. Un ventanal gigante, luz natural a mansalva, temperatura más o menos buena, más del doble de espacio del que tengo en mi oficina y nadie que me moleste. Voy rotando de edificio para ir viendo a diferentes compañeras y también para que nadie me controle ni me siga los pasos. Hay días que estoy sola, pero otros tengo más conversaciones que nunca.

No todo es perfecto, claro, me faltan algunos recursos y tengo que organizarme como si trabajara en casa, planificando tareas que puedo hacer lejos de mi sitio y dejando de lado lo que no puedo hacer. Además, tengo que ser cuidadosa para no ir a un edificio donde mi jefa pueda tener gestiones, pero estar fuera de su control es un premio.

6 comentarios:

  1. El teletrabajo ha cambiaod muchas vidas. En muchos casos, para bien, estoy segura,pero tiene sus anécdotas, eso sí.

    Un abrazo

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    1. Bueno, mi jefa y yo ya estamos en presencial, claro que nadie me manda ir esos dos días. :S XDDD
      Un abrazo.

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  2. Pues eso es un "entre la espada y la pared" de libro. Aunque si yo tuviera que elegir, mejor casa que jefa. En un mundo dónde la electricidad no se paga por encima de las posibilidades de casi cualquiera que no sea Bill Gates o Elon Musk.
    Lo de ser una fugitiva en tu propio trabajo es algo que haría yo. Aunque sé que me estresaría de todos modos. Especialmente esa parte donde afirmas que nada te garantiza no cruzarte con ella en un edificio. Te mueves en un campo minado. Sólo se trata de una mina pero esta es tu jefa y al igual que tú, se mueve. Ánimo. Los posts, eso sí, te quedan muy simpáticos. Un abrazo

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    1. Ay, S., si conocieras a la Niña Amargada... la he tenido que sufrir este fin de semana, habrá entrada sobre eso y todo. Entre mi jefa y esa niña, escojo a mi jefa! Con eso lo digo todo.

      Fíjate, no me estresa nada esa huida. Tengo excusa, simplemente le digo que es para dar clase de inglés sin molestar y tan ricamente. Puede que esa tarde tenga que volver a mi zulo, pero nada más. Y hay que generar anecdotas para escribir en el blog. XDDD
      Un abrazo.

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  3. Si que tiene que ser insoportable la nieta de la vecina para que prefieras a tu jefa, no quiero ni imaginarlo.
    Pues oye, a mí me suena muy bien tu nueva estrategia de la sala de reuniones, suena emocionante y sofisticado.

    Besos.

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    1. Nunca tendré la capacidad de poner por escrito lo que sufrimos con esa niña. Pienso en su futuro y me da la impresión de que no podrá llevar una vida normal, pero la quiero muy lejos de mí.

      No sé si lo de la sala de reuniones es sofisticado, pero es un plan bastante bueno y con excusa para llevarlo a cabo. :D

      Un abrazo.

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