Cada mañana al despertarte, tu mente le da la orden a tu cuerpo de que no se le ocurra moverse ni un ápice. Cuando al fin logras levantarte, no te apetece desayunar, encuentras mil y una cosas que hacer por casa con tal de no meterte en la ducha y no es que no quieras asearte, es que cuando lo hagas, estarás un poco más cerca de tener que salir. Caminas despacio, no corres cuando ves venir el autobús, así que lo pierdes delante de tu nariz. Por supuesto llegas tarde para enfrentarte a un día que se hará eterno. Cada minuto de la jornada desearás que se jubile, que ya no esté ahí supervisando cada mínimo detalle de tu trabajo y del trabajo de los demás para que las cosas funcionen mejor. ¿Mejor? Hay cosas que no pueden funcionar mejor, pero ella quiere desafiar el frenado en la curva de crecimiento. Quiere ser Dios, en cambio solo consigue desorganizarlo todo. Cuando al fin llegas a tu casa por la noche, pones una sonrisa para tu familia, aguantas las lágrimas, intentas dedicarles tiempo de calidad, pero en tu interior más profundo y oscuro quieres que todo se quede en silencio, que cada uno se vaya a lo suyo para poder atiborrarte con lo que sea, lo que pilles. Un yogur, la media barra de pan que ha sobrado, si encuentras un relleno que poner entremedias mejor, ese chocolate que has comprado para tus hijos. Porque comer es lo único que calma la furia, el asco, ese millón de hormigas rojas que te corroen el abdomen, las tripas. Hasta que no te sientes empachada, hasta que te cuesta hasta respirar no dejas de sentir las patitas a mil en tu interior. Cuando creas que estás calmada vendrá la culpa por el zampe. Y ella, la bruja, la seguirá, formando un batiburrillo de pesadillas aun estando despierta que probablemente harán que necesites ayuda para dormir. Ojalá se jubile. Que se jubile de una puta vez. Con ese mantra te caes en un sueño ligero, desasosegante, pero al menos la olvidas por unas horas porque su jubilación no acaba de llegar y al día siguiente repetirás el ciclo imposible de romper.
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Un día entra agitada en tu oficina y os dice a ti y a tu compañera que tiene que comunicaros algo. En tres meses se retira. Esta vez parece ir en serio, aunque os ha “amenazado” tantas veces con irse, que te cuesta creerlo. Cuando lo repite con lágrimas en los ojos no puedes respirar, por un momento pierdes la audición, te quedas en blanco, no te salen ni las lágrimas, tampoco quieres que aparezcan, aunque tu compañera esté ya llorando como una magdalena mientras os cuenta los detalles. No te importa que hayan tenido que anunciarlo antes de tiempo porque alguien se fue de la lengua, te preocupa un poco el que haya sustituta y que habrá cambios, pero ya pensarás en eso más adelante. Ahora solo quieres largarte, correr, gritar, reír sin parar, comerte el mundo porque por fin se va. Guardas la alegría en un bolsillo para consolar a tu compañera, que llora como si se acabara el mundo, como si la jefa hubiera sido buena persona con ella, como si no la hubiera exprimido, apretujado y retorcido para exprimirle la última gota de alma. Intentas mirar su relación desde cierta distancia y comprender. Sabes cómo funcionan los mecanismos en que una de las partes maltrata y consigue lo que quiere y la otra es maltratada y lo pierde todo, hasta su capacidad de decidir. Sientes cierta pena, pero de buena gana la dejarías ahí tirada con sus lágrimas para irte a celebrar, para contárselo a todo el mundo, para que todas las personas a las que machacó puedan también festejar que al fin se va. Ya tendrás tiempo para eso, será el tema estrella los días siguientes, será lo primero que la gente de otros departamentos te pregunte cuando te vea, la gente vendrá a ti en el acto de bienvenida solo para saber, quizás tendrás que disimular y no mostrarte demasiado contenta con algunas de esas personas, ya sabes que la felicidad ajena no siempre es buena noticia, con otras podrás poner anécdotas pasadas en común para aliviar el alma, otras irán un paso más allá y te hablarán mal de la nueva para que pases miedo. Miedo. Siempre hay un poco de miedo con los cambios, pero entonces llegas a tu casa, tu refugio, y lo primero que haces es abrir la nevera y buscar algo para aplacarlo. Te preparas una tosta gigantesca con humus, tomate, queso blanco y jamón, que no se diga que no comes sano. Y cuando estás a punto de darle un mordiscazo te das cuenta de que no sientes ansiedad, ni miedo. Solo nerviosismo por lo que está por venir acompañado de una inmensa alegría porque crees que lo que venga no puede ser peor.
Hemos leído de las quejas contra esa persona así que me uno a tu festejo, seguramente estará en un clima mejor...
ResponderEliminara seguir festejando entonces ja... saludos!
Ay, ojalá mejore. Tenía cosas buenas, pero llevaba una temporada en la que amargó la vida de muchas personas.
EliminarUn saludo.
Y yo que pensaba que buena parte de tu silencio solo era felicidad vacacional y buenos momentos. Esta historia tan bien descrita explica un acoso laboral espantoso que en su peor extremo queda demostrado por la que llora por la marcha de la acosadora. Igual que el Síndrome de Estocolmo. Si a mí se me fuese alguien así de un trabajo creo que también lo celebraría con la nevera. Y tendría felices sueños. Saludos después de taaaanto tiempo. Y un abrazo
ResponderEliminarMi ausencia fue a causa del comienzo movido que tuvimos y no solo a causa de esta noticia. Pero ya me estoy poniendo al día. :)
EliminarMi situación era terrible, pero a mi compañera la doblegó de tal manera que es totalmente dependiente. Le toca ahora un duro aprendizaje. Ella en vez de la comida le da al drinking. Ya ves, todas buscamos escapatorias de una manera u otra. XD
Un abrazo.
fovismwk3 ifns
ResponderEliminarricmm,tr
Oh, por un comentario en el blog de Maman acabo de ver que tienes a la única troll que queda en blogger. En este caso su cuenta falsa. Está en todos sitios. Por favor, qué vida tiene esta señora...
EliminarSe ve que esta es su afición para no hacer horas extras, jajaja.
Eliminarjajaja, me has hecho sonreír por lo accidentado de algunas situaciones.
ResponderEliminarPero puede empeorar, cuidado :-). Un abrazo
No lo digas dos veces, Albadas. Cruzo los dedos cada vez que entro por la puerta.
EliminarUn abrazo.
Cuando he empezado a leerte lo primero que he pensado es que tiene que ser una mierda sentirte así. Después he recordado que hubo una época igual para mí. Dos compañeras y un encargado (por suerte de uno en uno) me hacían sentir como nunca pensé que podría sentirme: como una mierda.
ResponderEliminarCon el tiempo descubrí que ellos no cambian, tenía que ser yo la que me tomara las cosas de otra manera. Fue un avance, pero no la solución a mi ansiedad.
Hace poco volví a experimentar los nervios de la novedad, de la inseguridad de no estar a la altura.
Lo que venga no será peor, solo diferente.
Besos.
Qué sensación tan horrible. Algo parecido me pasó a mí, que decidí que tenía que tomar cartas en el asunto, pero ella era la gota que erosiona la roca y de momento no he conseguido recuperarme del todo.
EliminarDe verdad espero que con lo que venga nos vaya mejor.
Un abrazo.
Es muy triste estar en un trabajo, en el cual pasamos tanto tanto tiempo, mucho más que en casa, y estar así de mal. Con esa ansiedad.
ResponderEliminarRecuerdo mi primer trabajo en el cual estuve ocho años. Estaba genial pero empecé a tener problemas con una compañera, era horrible ir a trabajar. Así que agarré y un buen día decidí irme. Luego he tenido otros trabajos y la verdad que nunca quise volver a sentir esa sensación.
Ojalá a partir de ahora las cosas sean mejores Dorotea, tener un mal trabajo puede llegar a sumirte en una depre.
Seguro todo irá bien.
Te mando un gran abrazo
Gracias, Maman. Espero de verdad que a partir de enero estemos mejor. Si no, creo que sí ha llegado el momento de buscar otra cosa. Quizás no la encuentro, pero al menos buscarla.
EliminarLa sinceridad tiene buena prensa. Pero que necesaria puede ser la hipocresía, para relacionarse con los demàs.
ResponderEliminarSuele ser un mal pero a veces es una virtud.
Un abrazo
La hipocresía, que según el contexto se llama diplomacia, es fundamental para la convivencia en ciertos entornos.
EliminarUn abrazo.
Wow, esa es noticia! Espero el cambio sea para mejor, no vaya a ser cosas que en unos meses leamos que el mal menor era la que se fue jejeje
ResponderEliminarun abrazo
De momento, por lo que estamos viendo, el cambio será a mejor. Como en toda situación habrá una de cal y otra de arena, pero en general, no creo que empeoremos.
EliminarUn abrazo.
Buenas, pasé a saludar, nos leemos!
ResponderEliminarBienvenido el saludo. :) En breve haré ronda de nuevo así que no creo que tarde en devolverte la visita.
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