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viernes, 23 de septiembre de 2022

Lo que venga no puede ser peor...

Cada mañana al despertarte, tu mente le da la orden a tu cuerpo de que no se le ocurra moverse ni un ápice. Cuando al fin logras levantarte, no te apetece desayunar, encuentras mil y una cosas que hacer por casa con tal de no meterte en la ducha y no es que no quieras asearte, es que cuando lo hagas, estarás un poco más cerca de tener que salir. Caminas despacio, no corres cuando ves venir el autobús, así que lo pierdes delante de tu nariz. Por supuesto llegas tarde para enfrentarte a un día que se hará eterno. Cada minuto de la jornada desearás que se jubile, que ya no esté ahí supervisando cada mínimo detalle de tu trabajo y del trabajo de los demás para que las cosas funcionen mejor. ¿Mejor? Hay cosas que no pueden funcionar mejor, pero ella quiere desafiar el frenado en la curva de crecimiento. Quiere ser Dios, en cambio solo consigue desorganizarlo todo. Cuando al fin llegas a tu casa por la noche, pones una sonrisa para tu familia, aguantas las lágrimas, intentas dedicarles tiempo de calidad, pero en tu interior más profundo y oscuro quieres que todo se quede en silencio, que cada uno se vaya a lo suyo para poder atiborrarte con lo que sea, lo que pilles. Un yogur, la media barra de pan que ha sobrado, si encuentras un relleno que poner entremedias mejor, ese chocolate que has comprado para tus hijos. Porque comer es lo único que calma la furia, el asco, ese millón de hormigas rojas que te corroen el abdomen, las tripas. Hasta que no te sientes empachada, hasta que te cuesta hasta respirar no dejas de sentir las patitas a mil en tu interior. Cuando creas que estás calmada vendrá la culpa por el zampe. Y ella, la bruja, la seguirá, formando un batiburrillo de pesadillas aun estando despierta que probablemente harán que necesites ayuda para dormir. Ojalá se jubile. Que se jubile de una puta vez. Con ese mantra te caes en un sueño ligero, desasosegante, pero al menos la olvidas por unas horas porque su jubilación no acaba de llegar y al día siguiente repetirás el ciclo imposible de romper.

viernes, 15 de enero de 2021

Las tartas de queso

Tarta de queso.
Tarta de queso (bueno, media), de Dorotea Hyde
¿Qué pasa si tenéis todo organizado para preparar la comida, que tiene que estar lista a una hora determinada para empezar a trabajar en punto, pero alguien lo boicotea todo? A mí me dio por gritar como una energúmena. Y es que la vida en la casa de los demás puede ser un poco más complicada, aunque esa casa sea la de tus padres y la sientas como propia. Cuando pasé unos meses aquí el año pasado, tuvimos un margen para organizarnos y adaptarnos, así que después de un par de semanas tanto mis padres como yo intercalábamos nuestras distintas rutinas como en una trenza perfectamente hecha.

Después de las vacaciones de Navidad, decidí quedarme un par de días más en casa de mis padres aprovechando que puedo teletrabajar. Solo eran un par de días, así que para qué íbamos a hacer la trenza, para qué íbamos siquiera a peinarnos. Pero claro, sin planificar nada era muy difícil comer a una hora decente para evitar sentarme frente al ordenador con el bocado atascado en la garganta. De llegar a tiempo a las clases de inglés ya ni hablo. Cuando estoy en casa cocino el día anterior para tener la hora del descanso lo más despejada posible. Sé que soy un poco como Phileas Fogg en ese sentido, pero mi costumbre de comer a las dos choca con las tres que ha establecido mi padre y ya no digamos con la falta de conciencia horaria de mi madre. Cada quien por su lado y todo un desastre. Así y todo, conseguí llegar a la mitad de la clase de inglés del trabajo, aunque engullendo más que comiendo y pasando un buen agobio. Y no fueron esos los peores días.

martes, 15 de enero de 2019

Estilos diferentes

Texto artístico en un cuaderno: Work hard in silence. Let your success be your noise. Frank Ocean
Work hard and let your success be our noise. - 
Frank Ocean, de Paul Muller
Desde hace una temporada Sara Pestes está más insoportable que nunca. Está hasta el moño, se siente infravalorada, tiene un nivel de estrés altísimo y, para rematar, va a impartir un curso, con lo cual, más estrés porque no tiene nada que ver con su trabajo, pero le chupa horas de su jornada laboral. No, espera. El remate de esto es que está y se siente sola, aunque presuma de lo contrario, y no echa un polvo que la destense desde… uf. Así que hace terapia en la mini ofi.

Sandra la lleva mejor que yo, la escucha siempre que se queja porque así recibe una avalancha de noticias, que en realidad son cotilleos y, aunque no la deja trabajar, es la excusa ideal para quedarse más tiempo después de su hora y no aguantar a su familia.  Otra que está sola y presume de lo contrario, así que en cuanto puede también hace terapia aquí.