jueves, 23 de noviembre de 2023

Los test y la pashmina

La pashmina de la Rotten, de Dorotea Hyde

Hace unas semanas la directora de recursos humanos dejó un mensaje en la intranet avisándonos de que tendríamos que hacer dos minicursos y pasar los correspondientes test, que nos enviarían el aviso por email. O eso entendí yo. Porque el aviso que recibí hace unos días me recordaba que ni siquiera había hecho login y el mes estaba a punto de terminar.

Esa misma tarde, después de que Sandra me dejara sola, me puse con el primero. No era difícil, pero llevaba su tiempo. Pensé que al día siguiente, viernes, haría el otro y todo quedaría resuelto. Pero las cosas nunca suelen salir como queremos y esa mañana apareció la Rotten para decirme que a ver si le ayudaba, que ella no se apañaba. Lo que en realidad quería decir era que pasaba del tema (como yo, no te jodx) y que quería las respuestas. Y como soy idiota y ella más, le ayudé. Hice el maldito test dos veces, perdí más del doble de tiempo porque a ella le lleva más que a mí aun con las respuestas dadas, no pude hacer el segundo test, ni pude dedicarme a mis cosas.

Esa tarde me puse con el segundo, pero me quedó a medias. Al irme a casa tuve una cosa clarísima: ni de coña iba ayudarle a la Pulgas otra vez.

***

El lunes siguiente al viernes del test salí de casa poco abrigada. El pronóstico era de 18ºC de máxima, sin embargo, pasé frío. Un poncho de lana fina, con escote de pico y sin bufanda (porque no tenía ninguna que conjuntara con el poncho) no fue la mejor elección.

En la ofi el ambiente tampoco era muy agradable y encima me llegó un marrón por la tarde. Estaba destemplada, intentando concentrarme, cuando llegó un email de la Rotten, para preguntarme si había visto su mensaje. Por supuesto que no. No estoy pendiente de sus mensajes al móvil cuando trabajo, aunque ella quiera que sí. Lo leí y era una trampa venenosa. Me preguntaba si podíamos hacer esa tarde el segundo test. Y que me tenía una cosa. Una cosa. Un regalo.

Continuamente trae regalos para Mike y para mí “porque me ayudáis un montón”. No, no es para agradecernos nada, es para atraparnos y que le sigamos ayudando. Detesté ese regalo sin ni siquiera verlo. Después de responderle que no me venía bien hacer el segundo test porque estaba hasta arriba seguí a lo mío con muchas dificultades porque el enfado no me dejaba concentrarme.

Apareció cuando pasaban cinco minutos de mi hora de salir, ¿me queréis decir qué porras estaba haciendo allí sino retrasarme? Además, siempre viene con el cuento de que no me quiere entretener. Si no quiere, por qué viene y sobre todo por qué viene a deshora. Cuando alguien no quiere molestar a otra persona, no se presenta. Punto. Si llegas y la ves recoger sus cosas, te vas con viento fresco. Y si te dice claramente que tiene prisa porque tiene cita de fisio y los trenes llevan unas semanas tardando casi el doble, te largas. Pero no sé de qué me sorprendo, ella tiene los dones de la (in)oportunidad y de la molestia.

Traía dos objetivos en mente. El primero, entregarme la “cosa”. Venía en una bolsa de regalo color rojo y ésta metida en una bolsa de la compra de plástico blanco. Era una pashmina de lanita, de color gris y beis, ideal para combinar con mi poncho de lana fina y escote de pico. No podía irle mejor. La odié y me odié a mí misma porque aquel pedazo de tela abrigoso y suave me venía de perlas, sobre todo para la salida de fisio. Siempre salgo con un frío horroroso de las sesiones. El regalo de la Rotten era mi salvación. Lloré interiormente por la rabia.

Su segundo objetivo, era establecer un día y hora para hacer el segundo test. Después de haberme dado la pashmina, ¿cómo porras le iba a decir que no? Parece que lo tiene todo calculado, que me lee la mente. Es como si me comprara, aunque yo más que comprada me siento manipulada, en deuda. A ella, sea lo que sea, le vale, porque a cuento de los regalos indeseados nos tiene a su merced. De hecho, el próximo viernes (mañana) tenemos una cita. No puedo sentir más asco.

10 comentarios:

  1. Cuando has dicho que estabas destemplada te imaginaba como a mí un viernes de hace tres semanas; terminé agotada de trabajar, tanto que me dolía todo el cuerpo. Me pareció exagerado pero pensé que podía ser la edad (últimamente le echo la culpa de todo). Pasaba el día y yo me encontraba peor pero confiaba que descansando esa noche todo se arreglaría. Y no era la edad, era un virus te estaba incubando y me tuvo una semana con medicación.
    Me alegro de que en tu caso se quedara en destemple, aunque sea a costa de agradecerle algo a la Rotten y su pashmina.

    Besos.

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    1. Por suerte se quedó en eso. Hace poco también estuve enferma y no quiero repetir tan pronto, ni más adelante, para qué mentir. :D
      Yo me alegro de que estés mejor. Y veo que estás de vuelta en el mundo laboral, esto también es para celebrar... creo. :D
      Un abrazo

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  2. La verdad es que hay vampiros espirituales que parecen ovejitas cariñosas cuando les conviene. Qué tortura esa Rotten.

    Un abrazo, pror disfruta de la prenda de abrigo.

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    1. Ay, Albada, no sé si alguna vez podré disfrutar de ella de verdad por el recuerdo que me trae. Qué pesada es, de verdad. :D
      Un abrazo.

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  3. Conozco a esas clase de subhumanos como la Rotten. Son auténticos profesionales; hábiles manipuladores emocionales; integrados en la sociedad, sin despertar sospechas.

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    1. Estamos rodeados. Se disfrazan muy bien porque van de buenos (te traigo esta pashmina, este bote de miel casera, este aguacate ecológico), pero siempre es para conseguir algo y cogerte de las pelotas. E imponiendo, porque igual yo soy diabética o tengo sobrepeso y no puedo comer ni la dichosa ni el maldito aguacate.

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  4. No, no y no. Los he sufrido. Sé como te sientes porque he pasado por el mismo odio y el mismo agobio. Incluso por esos pequeños premios o regalitos que no necesitas y que te ofrecen para que parezca un pago. Esos que solo te hacen sentir culpable y son anzuelo.
    Ellos además tienen una magnífica agudeza detectando a los que sí pueden caer en su red.
    Algún día no vas a poder gestionar todo eso y vas a arrojárselo a la cara y parecer la mala sin serlo.
    ¡Y yo que me reía del libro de aprender a decir no por ser autoayuda! Pues seguro que se escribió porque hay demasiadas víctimas del sí a todo.

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    1. Es una situación horrible, o al menos me hace sentir horrible. Además es de esas personas que luego vienen a preguntarte si su regalo te va bien, aunque no preguntan, afirman. ¿A que te va bien la pashmina? ¿A que está buenísima esa ensalada? Ya sabes que no es la primera vez que me deshago de regalitos de estos, así que la pashmina puede tener los días contados en mi casa.
      En mi defensa diré que esta mañana le escribí y le dije que lo del curso no podía ser, que estaba hasta arriba. Nada más recibirlo se personó en mi oficina.
      A ver si se jubila de una vez porque no la trago.

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  5. Que curioso que el regalo de alguien que te cae mal haya sido tan oportuno.
    El clima conspiró a su favor y en tu contra.
    Besos.

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    1. Hasta las personas que nos caen mal hacen buenos regalos. Pero cómo me fastidió en este caso. Habría querido tirarlo en la primera papelera. :D
      Un abrazo

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