viernes, 3 de noviembre de 2023

Declaración de intenciones

Poker, de maorix

Una vez al año sufrimos una evaluación que en parte es autoevaluación ya que el punto de partida es un texto escrito por nosotras mismas. Esto, que puede parecer cruel (lo es), no lo es tanto si pensamos que en ese texto puedes ponerte por las nubes, como una diosa del trabajo bien hecho y disfrazar que no se han conseguido los objetivos. Porque no es lo mismo decir "tuve una evaluación" que "sufrí una evaluación". Imagino que veis por dónde voy.

Este año tuve la reunión de evaluación en junio. La primera con Carmina, la jefa nueva. Fue muy duro escribir mi texto, acabé llorando porque Diana me la había jugado tantas veces, puso tantos obstáculos en mi camino, que era muy difícil hacer bien mi trabajo y conseguir los objetivos imposibles que ella había marcado. Calculé el tiempo que necesito para cada una de mis tareas principales y según eso hice una propuesta nueva de objetivos, realista y objetiva. Si pelar una manzana me lleva una hora, necesitaré diez horas para pelar diez. Y no habrá manera posible de pelar quince en esas diez, quizás once si me hago ampollas en los dedos, pero quince ni de coña. Carmina pareció entenderlo y la reunión, en ese aspecto, no fue del todo mal.

Lo que sí fue mal fue cuando tocamos la formación. He comentado en alguna ocasión que en mi empresa nos financian másteres en universidades “de prestigio” y que estudiar uno es requisito para entrar en la carrera por un ascenso. Siempre me he negado porque yo ya tengo un máster, pero hay otros tipos de formación que me podrían venir muy bien. Carmina, tan preparada ella en la reunión, no me preguntó si me interesaba hacer algún curso en especial. En cambio, me sugirió abiertamente que me apuntara a los talleres de recursos humanos que son… como decirlo delicadamente, talleres de autoayuda. Eso es lo que me ofreció. Mientras a los demás les financian programas de cuarenta mil euros, para mí sólo había talleres de autoayuda. Lo mejor fue la razón que me dio: “porque te van a ayudar a valorarte y a valorar tu trabajo de otra manera”.

Sacad vuestras propias conclusiones, aunque no sean las acertadas, porque a mí sólo me sale mierda por la boca cuando hablo de ese tema.

Volvimos de las vacaciones y pensé que vivía más o menos feliz, pero entonces, les tocó el turno de la evaluación a mis compañeras y, mira por dónde, ya que estábamos, Carmina decidió tener otra reunión conmigo.

Llevo unos años muy jodida aquí. Lo peor no lo he contado porque entré en barrena y perdí las fuerzas. Me han hecho mobbing, me han controlado de manera enfermiza, me boicotean el trabajo para que no salga adelante al tiempo que me aumentan los objetivos, tengo que sacar adelante los escaqueos de la nueva jefa, mis jefas son pasivo-agresivas conmigo. La realidad es que he llegado a un punto de inflexión en el que estoy preparando mi salida porque no aguanto más gilipolleces. Así que, si quería una nueva reunión de evaluación conmigo, yo iba a querer un máster. Sí, señoras y señores, ahora sí lo quiero, lo quiero para irme. Pueden meterse por el orto los doscientos euros más al mes (menos impuestos) porque lo único que yo quiero es ese titulito para reinventarme y largarme cuando termine la permanencia.

Así que nada más empezar la reunión, se lo solté. Y no le gustó. Porque ese máster no tiene nada que ver con el trabajo que hago aquí, aunque sí tiene mucho que ver con lo que hago en mi tiempo libre (y que ella no sabe) y puede ayudarme en la carrera que estoy preparando. Al solicitar ese máster puse las cartas sobre la mesa porque sólo puede significar que quiero irme, ya sea a otro departamento o a otra empresa.

En cualquiera de esas dos situaciones le dejaría un marrón a este departamento (según su punto de vista, por supuesto). Soy la única que hace el trabajo que hago, ni siquiera somos muchas quienes lo hacemos en el país, menos dentro de una empresa. Contratar a mi sustituta sería fácil. Formarla ya sería otro cantar. A pesar de todo eso, me machacan en vez de cuidarme un poco, sólo un poquito. Eliminar el mobbing de mi día a día no estaría mal. ¡Pero qué voy a saber yo!

El caso es que, como respuesta a mi petición, mi jefa invalidó los objetivos que habíamos establecido en junio y dijo que tenían que ser más. Por mi parte le respondí que lo intentaría pero que no prometía nada porque el tiempo es el que es. Y así estamos, en una guerra no declarada en la que ella presiona y yo intento mantener mi burbuja intacta.

No sé si me concederán el dichoso máster. Pueden tumbarme en el proceso de selección y también puede suceder que el superjefe utilice sus influencias para que no me lo den en un intento desesperado por mantenerme dentro. Lo que está claro que es que si me lo dan, me iré con el tiempo. Si no me lo dan, me iré antes.

8 comentarios:

  1. Esta entrada me ha recordado aquella otra donde ya querías irte, tiempo atrás, pero te faltaba el valor. Creo que ahora te han llevado más allá de eso. Y las que van a tener un problema son ellas. Si no tienes nada que perder aparte de un trabajo que te mata a diario, ese departamento te necesita más de lo que tú lo necesitas a él.
    Todo tu escrito es un negro sobre blanco de algo de lo que ya estás convencida. Pura determinación a estas alturas. ¿No puedes registrar en grabadora el mobbing? Sé que es difícil pero por ir cargándote de armas.
    Sea como sea te deseo ese máster. Es mejor que un amuleto. Suerte.

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    1. Tú lo has dicho, S., ahora tengo el valor, pero más que valor para dejar esto, valor para emprender otros caminos. Ya están abiertos, pero cuando estén asfaltados, si todo me sale bien, bye bye.

      Lo del mobbing, sí, podía grabarlo. De hecho, y dejo esto por si cae por aquí alguien en esa situación, se puede grabar a la persona sin pedir permiso siempre y cuando sólo le enseñes esas grabaciones a un juez. Y para eso, hasta llegué a comprarme un pendrive, sólo para esas grabaciones, para que no se perdieran en caso de que me robaran el ordenador o el móvil. Ya ves que estaba preparando el crimen perfecto. Pero cosas de la vida, en cuanto me lo compré, cesaron las presiones y el acoso. Ni que la bruja leyera la mente.

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  2. Ojalá puedas dejar atrás todo ese montón de mierda. Y que a esos hijos de puta los sodomice un pez rata.

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    1. Ojalá. Pocas cosas me harían más felices que decirles adiós, aunque los nuevos caminos no sean fáciles.

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  3. Hola.
    Parecía un buen comienzo, cuando la nueva jefa pareció entender tu evaluación, aunque hubo lágrimas.
    Luego tu tono comenzó a subir, casi que se escuchaba tu voz mientras te leía.
    Y al final, se lo dijiste en la cara a tu nueva jefa.
    Besos.

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    1. Lo único bueno de tener malas experiencias es el aprendizaje. Ya no soy la misma. Aunque aún tuviera a la jefa anterior, ya hay cosas que no me puedo callar.
      Un abrazo.

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  4. Si ese trabajo, casi infierno, no te llena, creo que con máster o sin él debes dejarlo. Te animo a que mientras estés ahí, mantengas la burbuja para que no te afecte directamente tanto maltrato.

    Ánimo, y suerte. Un abrazo

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    1. En esas estoy, Albada. No es el máster el único camino que estoy abriendo, ese es el que abro para fastidiarlos, jajaja.
      Mi burbuja va resistiendo de momento. :) Un abrazo y gracias por los ánimos.

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