viernes, 31 de mayo de 2024

Dura de oído y duros de mollera

Foto de Joshua Olsen. Licencia Unsplash

Siempre he tenido muchos problemas para entender el inglés. Mientras mi escritura estaba por encima de la media del nivel, mis habilidades en listening estaban muy por debajo. He hecho todos los trucos para mejorar, excepto ir a vivir a un país nativo. Alguien podría decir que esa es la clave. Pero no he vivido ni en Francia ni en China y no tuve los mismos problemas con la oreja cuando estudié sus idiomas.

Definitivamente el inglés no es lo mío, en lo que a oído se refiere. Tengo que poner de mi parte más que la mayoría para conseguir menos y siempre soy la última de mi grupo en las habilidades de listening. Siempre. Y me fastidia mucho cuando la gente a mi alrededor me dice que soy una exagerada cuando es un comentario general de todos los profesores que me han dado clase. Soy dura de oído. Punto.

Cuando empecé a trabajar aquí el nivel que tenía (puro intermedio) era más que suficiente para mi puesto y seguiría estando bien si no hubiera progresado. Pero un día pasó algo… alguien. Se llamaba David. Un italiano que estaba buenísimo por el que suspiraban todas mis compañeras, incluso las casadas. Diría que las casadas más. Y va el tío y se fija en Doroty. En Doroty, moi. ¿Y qué hice yo? Cagarla. Darle calabazas como la copa de un pino porque hablar inglés me ponía tan TAN TAN nerviosa que no di una.

Mi estrategia era hablar sin parar para no dejar meter baza al otro y así no tener que pasar el apuro de no entender lo que me decían. No digáis nada, ya sé que no era lo más eficiente. De hecho, no funcionaba porque cuando hablas de más no tardas mucho en meter la pata. La prueba fue lo que me pasó con David.

El caso es que mi cagada fue el revulsivo para volver a estudiar. No por haberme quedado sin una oportunidad de enrollarme con el tipo sino porque aquello afectó a nuestro trabajo juntos y por ahí no quería volver a pasar. Tenía que conseguir más confianza en mí misma y eso pasaba por mejorar. No he dejado de ir a clases desde entonces, pero sigo estando a la cola en compresión auditiva. Dura realidad que hay que aceptar para ponerle solución.

Hace ya unos años que nos imparten las clases en la empresa y siempre he tenido mucha suerte con los grupos. Para mí esas dos horas semanales son una desconexión total de las porquerías del día a día. He conocido gente muy maja y la química entre nosotros es tan buena que todos hacemos por asistir y por encontrarnos en persona las pocas veces que es posible.

Desde que empezaron, me di cuenta de que el nivel y la exigencia no eran los mismos que en las clases externas, así que después de un año volví a una academia. Cuando hace tres años las cosas me iban a tan mal, el curso se me hizo cuesta arriba y no rendí lo que debería. Esas clases son demasiado caras para desperdiciarlas, así que lo dejé hasta estar mejor. Al final, mi problema es el oído, que se trabaja principalmente de manera individual, y la fluidez. Para eso las clases en la empresa seguían ayudándome, aunque no reforzaran nada más. Y llegó este año.

No estoy segura de que haya un problema único y concreto. Quizás es que estamos en un nivel alto, la curva de aprendizaje se ha suavizado hasta rozar la recta y nuestro margen de mejora es mínimo, pero también podría haber otros motivos.

A la empresa no le interesa en realidad que mejoremos y mucho menos que consigamos un título. España no es un país de buenos hablantes de inglés, así que tienen miedo de que esto nos pueda abrir otras puertas y marcharnos. Véase que esto parece una contradicción respecto al tema de los másteres financiados en universidades de renombre. Una vez terminado no remuneran lo suficiente el nuevo puesto adquirido gracias al título y el 90% de la gente que se acoge a este beneficio se marcha después del tiempo mínimo obligado. Así que no les importa soltar a alguien en quien han invertido 30.000 euros, pero no quieren soltar a los de las clases de inglés, que salen mucho más baratas.

El temario de este último curso ha sido de risa. Cuando faltaba más de la mitad de la gente no se avanzaba. Y hemos practicado menos que nunca lo que se suponía que debíamos aprender. Para mí el remate es que el periodo de exámenes empezó sin previo aviso y con cero preparación. Me da igual que sean un puro trámite porque la profesora nos evalúa según lo visto durante el curso. Nadie quiere hacer el ridículo y para esos exámenes no se trata de saber o no saber sino de practicar para ellos. Y la confirmación de lo que comentaba más arriba, que en realidad no les interesa que mejoremos y mucho menos que nos saquemos un título, me enerva.

Por primera vez, no tengo ganas de volver, siento que no he aprendido nada y, aunque soy un poco mejor entendiendo, lo he conseguido gracias a mi propio esfuerzo. La valoración global de la clase es insuficiente.

Estoy organizando mi marcha y no puedo negar que tener un buen nivel de inglés marcaría una diferencia allá donde vaya. Pero dejando de lado mis pretensiones más allá de estas paredes, sentirme segura con un idioma que se me ha atravesado siempre hace más llevadero mi trabajo actual. Si es importante en mis funciones, que son solitarias, imaginaos lo que suponen para mis compañeros, que tienen contacto con clientes todo el día. Pero como siempre en esta empresa, tirándose piedras sobre su propio tejado.

Está claro que algunas tenemos el oído más duro de lo normal, pero otros tienen el cerebro hecho de mármol. A veces no entiendo cómo han podido llegar a donde están. Por darnos medios para trabajar, no.

9 comentarios:

  1. Debe de ser frustrante no tener facilidades para un idioma. Que se haga cuesta arriba, a pesar de la voluntad que se ponga.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mucho, y pasa en idiomas y en cualquier ámbito.
      Un abrazo.

      Eliminar
    2. Es curioso, encontré mi comentario de arriba en la bandeja de spam. El sistema lo mandó semanas después de estar publicado. Y mi propio comentario, además. :D

      Eliminar
  2. Tal vez ya no haya más que aprender de ese área concreta.

    Es perder el tiempo . Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En listening seguro que sí tengo mucho que mejorar, por desgracia.
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. hay ciertos acentos del inglés que cuesta muchísimo entenderlos. se supone que para los ejercicios académicos de listening ponen a locutores que hablan un inglés más neutro, pero aun así puede ser complicado.
    lo de hablar mucho, conmigo no sería problema, se me da mejor escuchar que hablar. ;)
    besos!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tú escucharías, pero seguro que me saldría alguna barbaridad porque metería la pata de todos modos. XDD
      Al principio sí ponen a hablantes con inglés perfecto, pero la gracia de los niveles altos es poner acentos y pronunciaciones variadas e incluso aumentar la velocidad de reproducción a 1,5. ¿Quién entiende a 1,5, si casi ni entiendo en español?
      Besos

      Eliminar
  4. Pues mira, te cuento.
    Cuando hace años empezaron a gustarme las series asiáticas y descubrí las chinas, coreanas y japonesas me costaba muchísimo distinguir el idioma entre ellas. Ahí estaba yo frente al ordenador, tan ocupada leyendo los subtítulos, que no llegaba a poder prestar atención al idioma que se escuchaba.
    Pues mi marido llegaba y solo necesitaba cinco segundos para adivinar de qué país era lo que estaba viendo. ¡¿En serio?!
    Cuando le preguntaba cómo lo sabía siempre me decía lo mismo: «es que es muy fácil, son idiomas muy diferentes entre ellos» ¡Cuánto lo odiaba en aquellos momentos! Yo todavía no los distinguía físicamente y él lo hacía con los ojos cerrados.
    Con esto quiero decir que sí, que hay cosas que se nos resisten, por mucho interés y esfuerzo que pongamos de nuestra parte. Y es una mierda.

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo estaría rabiosa en tu situación, jajaja. Me pongo mala en clase cuando mis compañeros dicen: "ha dicho esto y esto otro" y sueltan la frase palabra por palabra y yo me tengo que conformar, con mucha suerte, si he entendido el sentido general de la conversación. :(
      En fin, una mierda, sí. :(
      Besos.

      Eliminar