viernes, 14 de junio de 2024

Maldita normalización

Persona desmayada en el suelo
暈了! (fin del vértigo), de ourselves_ann
Uno de los problemas de nuestro tiempo es la violencia de género. Y digo de nuestro tiempo porque sabéis que durante años fue considerado un tema del matrimonio y nadie hacía nada al respecto, es más, en algunas épocas se fomentaba el castigo de la mujer. Es ahora cuando lo consideramos un problema, ha dejado de ser un tabú y se les da apoyo a las víctimas.

Esta violencia puede ejercerse de muchas maneras, una de ellas es el maltrato psicológico. A veces, la víctima que lo sufre está convencida de que nadie la va a creer porque no es algo visible ni medible. Se pregunta cómo van a comprobar que el agresor la insulta, la aísla, le hace luz de gas, la destruye poco a poco retorciendo su mente hasta hacerla pedazos y que acabe considerándose basura.

Otra de las consecuencias del maltrato es que la víctima llega a normalizarlo. Asume, y así lo expresa en conversaciones de manera natural, que lo que le pasa es lo habitual en una pareja heterosexual, que todos los hombres se comportan igual que su agresor y que todas las mujeres sufrimos lo mismo que ella.

Por suerte, no es así en todos los casos, pero sí es lo que le pasa a mi compañera Sandra. Da por generales situaciones particulares de su relación. Por ejemplo, que todos los hombres pasan olímpicamente de sus hijos. Que cuando tienen que desembolsar pasta, protestan hasta que se genera una discusión porque sus parejas no tienen suficiente dinero propio y no aportan nada (económico) a la familia, las consideran unas inútiles por no tenerlo y se victimizan porque son los únicos que contribuyen (económicamente). Como financiadores principales les quitan a ellas su opinión y su derecho de voto y de decisión dentro de la pareja. Para ellos, la única manera de contribuir es con billetes. Ocuparse de la crianza, llevar a los niños al colegio o a las actividades no es contribuir.

Eso es lo que vive Sandra en su casa. Para ella lo normal es la superioridad jerárquica del hombre por tener mayores ganancias porque él se lo recuerda día sí y día también, sin tener en cuenta que ella contribuye a la familia dedicando más tiempo a sus niños. También considera normal no poder empastarse una muela porque su salario no le llega para pagar la factura y su marido no le ayuda con eso.

Se menosprecia tanto, que se avergüenza por cualquier tontería que os podáis imaginar y que implique que otra persona la tenga en cuenta y sea amable con ella. Siempre se cree una carga para la gente a su alrededor. Y para ella una carga son detalles tan nimios como que le aguanten la puerta para pasar o que le ayuden a imprimir porque va mal de tiempo.

Tiene normalizado que él engatuse a sus “amigas” (las de ella) de manera que lo idolatran y Sandra no puede contarles absolutamente nada porque son leales a él antes que a ella. Ese es el motivo por el que me cuenta confidencias que yo no querría ni debería escuchar. Porque está SOLA.

Me gustaría que se entendiera bien que su actitud está marcada por un tipo específico de trato que le afecta a cada una de las relaciones que establece fuera de casa. Si tiene suerte y da con gente buena que la valora, como Mike, Nati o yo misma, puede establecer relaciones medianamente normales. Pero si da con mala gente, el patrón se repite incluso tomando café, ya no digo en el trabajo, que es una jungla. Creo que por todo esto se ha dejado avasallar por las tres jefas que hemos tenido y no es capaz de tomar ninguna decisión.

De pronto un día se pone enferma en la oficina. Justo ese día me tocaba teletrabajar y me quedé en casa. Por suerte, estaba Carlota en uno de los cuartos de al lado y pudo ayudarle. La llevó a que le diera el aire, a que tomara una cocacola por si era una bajada de azúcar o de tensión. Llamó a la enfermera cuando vio que no se ponía mejor y la acompañó a la enfermería donde la atendió el médico.

La tumbaron en un sofá con los pies en alto y le controlaron la tensión a ratos hasta que se recuperó lo suficiente para poder marcharse a casa. Estaba tan avergonzada que se moría. Avergonzada por todas las atenciones que le prodigó la gente, atenciones que cualquier persona normal daría, ya fuera por trabajo o no, pero ella se mortificaba por haber molestado a todo el mundo, por haber ocupado el sofá, por estar con las piernas hacia arriba. Pasó tanta vergüenza que les compró una caja de bombones a cada uno con un dinero que no tiene. Nunca está de más tener un detalle con la gente que te ayuda, pero ella lo hizo por la razón equivocada: consideraba que no merecía nada de lo que recibió.

Confieso que me alegro de no haber estado ese día porque me habrían incomodado sus bombones. Le habría ayudado a ella igual que he ayudado a personas desmayadas en el tren, al señor que encontré tirado en la acera cerca del trabajo, o al hombre joven que se cayó hace unas semanas en un paso de cebra. Pero supongo que en el mundo en el que vive todo se hace por dinero, o al menos por algo a cambio.

¿Sabéis lo mejor? Que cuando llegó con los bombones me preguntó ¿te parece bien? Ni que yo fuera su marido.

8 comentarios:

  1. Me gusta pensar que con este tema y otros relacionados con las mujeres avanzamos mucho y se seguirá haciendo. Con respecto a tu compañera es difícil el que vea las cosas con claridad por normalizar todo lo malo que siempre le estuvo pasando. Esperemos que madure emocionalmente así está mejor. Saludos!

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    1. A mí también me gusta pensar que hemos avanzado. En muchas cosas es obvio, en otras aún nos queda trabajo. Y en cuanto a Sandra, ella tiene dos problemas: esa normalización y el gusto por aparentar. Situación muy complicada en cualquier caso.
      Un saludo.

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  2. Qué triste y qué complicado, Dorotea.
    Conozco a personas como Sandra que me hacen dudar de si no quieren o no pueden ser de otra manera. También he descubierto que hay quien disfruta siendo una víctima.

    Besos.

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    1. Complicadísimo y con toda una variedad de casos que no permiten generalizar alegremente. Ya te avanzo que Sandra es de las que ha elegido seguir siendo víctima, lo que me parece aún más terrible todavía.
      Un abrazo enorme.

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  3. Ese micro-machismo está aún muy interiorizado, por ellos, pero eso no importa, lo malo es que también por ellas.

    Un abrazo

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    1. Por desgracia vemos como normales muchos temas y es muy difícil de cambiar porque no sólo entra en juego la educación, sino lo que se ve a nuestro alrededor.
      Un abrazo.

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  4. sigue existiendo una mentalidad muy machista. se han logrado avances, pero aún queda mucho camino por recorrer.
    algunas personas sienten incomodidad al recibir favores o al escuchar elogios. quizá se debe a haber vivido en entornos donde no han sido valoradas. es como que alguien dice algo bueno de ti o hace algo bueno por ti, y te entra el síndrome del impostor. sientes que no lo mereces... se puede trabajar el cambiar esos esquemas mentales.
    muy interesante entrada. besos!!

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    1. Gracias, Chema. Es un tema muy complicado y pocas veces me atrevo a hablar de él, pero es que cuando me contó el otro día lo de su desmayo, me hirvió la sangre. No quiero ni pensar la situación que hay en su casa y lo que debió de pasar en pandemia, por ejemplo. Ojalá algún día pueda ponerse a solucionarlo.
      Un abrazo.

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